Capitulo 20

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Issey simplemente volteó su cabeza y miró a los otros sacerdotes, ignorándola totalmente. Sarah sintió que debía calmarse para poder defenderse mejor.

-Llevaos los cadáveres, son molestos-dijo sin mirarla todavía, entonces Sarah reparó en una cosa. Estaba más pálido que antes y tenía un aspecto aun más enfermizo. Normalmente parecía un árbol muy esquelético, ahora era como un hierbajo en medio del desierto. Andaba apoyado en un bastón y se le veía más delgado y desgarbado. Ya no era un aspecto enfermizo, ese hombre estaba definitivamente enfermo. Se apartó lo que pudo de sus cercanías. No dejaría que ese hombre le contagiase lo que fuese que tuviese.

En silencio, los sacerdotes se llevaron los cuerpos, arrastrándolos por el suelo con un sonido suave. Sarah se sintió como si fuese a vomitar, ese sonido le volvía el estomago completamente del revés. Cuando la puerta volvió a cerrarse, Issey miró a Sarah.

-Te preguntarás por qué te he traído aquí-dijo con un tono suave. La miraba con sus ojos velados por la enfermedad.

-Yo no me pregunto nada-dijo Sarah con voz dura-Yo sé que soy una concubina del faraón Senusnet, ningún hombre puede tocarme sin su permiso y aquellos que lo hagan serán gravemente castigados. Y me has secuestrado.

Issey se echó a reír, antes de empezar a toser y llevarse un pañuelo a la boca. Parecía que estaba echando un pulmón y medio por la boca. Cuando apartó el pañuelo Sarah vio la sangre que estaba en la tela. Sarah se asustó y empezó a pensar en la tuberculosis.

-Como puedes comprobar estoy enfermo, es una enfermedad poco común y que no es contagiosa. El médico me lo ha dicho esta mañana. No temo al castigo, ya que me estoy muriendo. Pero tengo algo que hacer antes de pasar al otro mundo-dijo mientras su mano temblaba sobre el bastón- Y luego podré ser castigado sin tener miedo a lo que me espera, un pecado más en mi lista no hará mucha diferencia.

Sarah le miró y sintió miedo mientras se llevaba la mano al vientre. Incluso su hijo había dejado de patalear momentáneamente.

-¡Si me matas estando embarazada recibirás un terrible castigo en el otro mundo!-le gritó.

-Vas a morir, pero ya no estarás embarazada-Issey sonrió de la manera en la que lo haría una rata delante de un trozo de carne podrida-Como no saldrás con vida de esta habitación, creo que podré decírtelo.

Se sentó en una de las sillas más alejadas de la cama. Al parecer no tenía intenciones de contagiarla.

-Mi hermano Ramsés tiene un hijo que es fuerte, rápido y seguro. Deseo que él se convierta en el heredero al trono. Por eso, cuando el médico me dijo que me quedaba poco tiempo de vida, decidí actuar rápidamente-puso una expresión siniestra. Parecía que ese era el momento en el que el villano contaba su malvado plan. La película no podía estar completa sin eso, pensó Sarah con ironía-Si tienes un varón se convertirá en el heredero, y cuando he consultado a las estrellas por el sexo del bebe solo me han dado respuestas confusas, los dioses te quieren proteger. Así que te quedarás en esta habitación hasta que des a luz, si el bebé es un niño os mataré a los dos, pero si nace una niña sólo te mataré a ti. No me mancharé las manos con la sangre de una niña que puede afianzar la candidatura al trono del candidato al que apoyo. Conseguir que esa niña se case con mi candidato hará que sea más sencillo que acceda al trono.

-El faraón registrará toda la ciudad cuando se dé cuenta de mi ausencia, también mirará aquí-dijo Sarah intentando hacer entrar en razón a ese demente que la miraba con ojos de loco. Sabía que era una causa perdida llamar a la razón, pero si le conseguía meter el suficiente miedo en el cuerpo...

-El Nilo está creciendo esta noche, eso retrasará a los guardias y la búsqueda. Las fuertes corrientes de nuestro río vivificador están de mi parte para hacerte caer. De esa manera no encontrarán los cadáveres de tus sirvientes, el agua se los llevará y quedarán irreconocibles. Y esta noche el templo será cerrado por mi enfermedad y nadie podrá entrar o salir. Ni siquiera los guardias, incluso a Senusnet le costará mucho trabajo llegar al interior de mi templo. Además, el palacio está al otro lado del Nilo y cruzar en las siguientes semanas será muy peligroso.

Sarah se dio cuenta de que todo estaba muy bien planeado. Ese maldito debía de llevar un tiempo con ello. Su bebé dio unos fuertes golpes contra su vientre en contestación a la agitación de su madre. Parecía tan enfadado como ella.

-Y, por si te lo preguntas, todos los sacerdotes que se quedan en el templo son absolutamente leales a mí. Ninguno te ayudará, da igual cuanto llores y supliques, y no creo que intentes seducirles en tu estado. Nadie entrará en esta habitación mientras tú estés despierta, así que no podrás persuadir a nadie. Solo entrará una esclava que fue comadrona hace unos años. Y ella no te podrá ayudar, le cortamos la lengua y la dejamos sorda.

Dio tres golpes a la puerta y ésta se abrió permitiéndole salir.

-Disfruta de tu soledad, concubina real. Y reza a esa diosa que te da protección para que tu hijo sea una niña. Porque si no, pronto partiréis a los campos de paz del otro lado.

La puerta se cerró y Sarah empezó a llorar en silencio. Por los guardias muertos, por Sefora que había sido como una tía excéntrica, por Asenath que había sido una segunda madre, y, sobre todo, por no poder volver a ver nunca más a Senusnet. También lloró por su bebé al que nunca conocería.

Lloró y lloró hasta que purgó todas sus emociones, y se durmió plácidamente durante muchas horas.




Los días se sucedían unos detrás de otros, todos igual de monótonos que los anteriores. Si no hubiese sido por la presencia de la diosa, y su constante parloteo, se habría dejado llevar por la pena y la desesperación. Se habría vuelto completamente loca.

-Ahora que lo pienso ¿Cómo te llamas?

"Tengo un nombre que es conocido por los dioses, pero que no lo pueden pronunciar los humanos. Son los humanos que veneráis a los dioses los que nos dais los nombres."

-¿Qué te parece Dea?-dijo tras pensar durante un buen rato. Era un nombre suave y elegante- Significa diosa en italiano, es corto, simple y bonito.

"¿Un nombre italiano para una diosa egipcia?" su voz sonó escéptica.

-¿Por qué no? Creo que realmente te queda bien ese nombre-dijo Sarah mientras empezaba a trenzar sus cabellos otra vez. Lo hacía una y otra vez para combatir el mortal aburrimiento.

Ahora los tenía mucho más largos que cuando llegó a Egipto. Asenath se los solía peinar cada mañana con un poco de rocío extendido por el peine para que creciesen más deprisa y fuesen más suaves. Debía de haber funcionado porque los cabellos que le llegaban poco más de sus hombros en el momento de entrar al templo, ahora se acercaban a media espalda. Y las puntas estaban increíblemente sanas y bien cuidadas.

Trece meses en Egipto, ese era el tiempo que llevaba allí. Más de un año. Pensó en su aburrido trabajo y su casa.

-Dea... ¿Qué pasó en el tiempo del que vengo con mi ausencia?

"No lo sé muy bien. El tiempo siguió corriendo y en algún momento debieron de notar tu ausencia" dijo Dea "Lo que sí sé con seguridad es que robaron en tu casa."

-Normal, es un mal barrio después de todo-dijo Sarah mirando la trenza que había hecho, estaba ganando una gran agilidad en hacer esas cosas-Esto nos está uniendo mucho a ti y a mi.

"¿Más de lo que ya estábamos? Maldita sea, si sabía cuando hacías tus necesidades y lo que sentías cuando estabas a solas con Senusnet."

-Espero que mi bebé sea niña-susurró Sarah. Sus ojos se llenaron de lagrimas que rodaron por sus mejillas- Así él podrá conocerla y sabrá cómo suena su risa. Sé que será un gran padre y la querrá con todo su corazón.

"¿Y que pasará si es niño?"

-Pues que le esperaré al otro lado del río de la muerte junto a nuestro bebé. Tú me has dicho que es un lugar agradable para las almas y que podría quedarme allí mucho tiempo. Pues le esperaré hasta que venga conmigo.

"Porque lo amas."

-Con todo mi corazón y mucho más.

La novia del faraón [Terminada]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon