La novia del faraón [Terminada]

Capitulo 1

Sarah Grey levantó la mirada de la lista de objetos que llegarían esa semana y luego la fijó en el contenedor industrial que acababan de traer al almacén. Era enorme y no estaba en la lista. Eso significaba horas extras, muchas horas extra mal pagadas que la dejarían sintiéndose como un trapo durante días, también harían que odiase su vida y maldijese ese trabajo. No era un mal trabajo, se llevaba bien con sus superiores y compañeros, pero era el único en el que ella podía respirar. Sólo se sentía cómoda entre objetos antiguos, aunque eso no fuese lo que uno esperaría de una chica rubia natural, con los ojos verdes y medianamente mona.

Suspiró y miró qué departamento recibiría el pedido, iba a gritarle a alguien, eso era una metedura de pata de proporciones épicas y alguien tenía que responder por ella. Arqueología. Eso era extraño, solían ser los más puntuales a la hora de avisar para la recepción de nuevos pedidos, eran increíblemente puntillosos con esas cosas y por eso les adoraba con toda su alma. A no ser que fuera...

Miró el nombre del destinatario del contenedor y no pudo evitar un gemido de frustración, las reacciones ante ese nombre solían ser diversas: gruñidos, gemidos, bufidos... La última vez que se quedó a solas con ese hombre en una habitación le salió un eccema por culpa del estrés y la vez anterior se puso tan nerviosa que enfermó y pasó una semana en cama por culpa de una agresiva gastroenteritis.

El nombre del maldito era Charles Grey, su padre, su némesis, el mal en estado puro, era profesor del departamento de arqueología, concretamente un estudioso de la cultura egipcia centrado en las ocho primeras dinastías y algunas ciudades que él había descubierto en sus muchas excavaciones. Era un capullo frío y condescendiente que había tratado a su esposa y a su hija como meros muebles mientras su matrimonio duró, unos años llenos de dolor para madre e hija que acabaron huyendo del querido profesor. Y parecía pensar que como su hija trabajaba gestionando las entradas y salidas del almacén no tenia que notificarlas, maldito arrogante, había intentado presentar quejas contra él un montón de veces, pero siempre conseguían convencerla para que no las hiciese formales.

-Esta vez sí que pondré una queja formal contra él...-murmuró mientras se apartaba un mechón de su cabello rubio de los ojos y miraba el contenedor. Se había cortado el pelo hacía poco, una de sus vecinas se estaba preparando para ser peluquera y tenía talento, y no se acostumbraba al nuevo peinado, que era mucho más corto que como lo llevaba antes.

Presentar quejas era una buena idea, en teoría. Lo malo era que Charles Grey era un hombre muy atractivo, decían que tenía una belleza casi angelical pero totalmente carnal y seductora, la mitad de las mujeres que trabajaban en el centro querían meterse en sus pantalones. El tiempo lo había tratado con gentileza dándole el toque justo de madurez para seguir teniendo un éxito impresionante con las becarias, las pobres suspiraban al verlo pasar y casi se desmayaban cuando las miraba con esos ojos verdes como un bosque. Y muchas de esas becarias habían pasado por su cama a lo largo de los años, pero nunca le pillaban por esas cosas, aunque todo el mundo lo sabía, por eso ahora solo le dejaban tener becarios. Tenía un encanto que sabía utilizar para poner a todo el mundo de su parte, era un manipulador de primera clase, un encanto que decidió no malgastar con su esposa y su hija. No, con ellas mostraba su verdadera cara, el hombre ególatra y egoísta que en verdad era, una rata que debería estar en una alcantarilla con sus congéneres.

Sarah fue al despacho de la directora de almacén. Era una mujer bajita y rolliza, de carácter alegre y que siempre tenía una sonrisa en la boca. Solía hacer galletas caseras que repartía entre los trabajadores del almacén en las fechas importantes, como Navidad. También se las daba a los empleados que tenían problemas de dinero. Sarah recibía una bandeja de galletas una vez a la semana como mínimo, y, a veces tartas y pasteles o tuppers con comidas caseras.