xxv. Mrs. Sunshine

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Yūgi había salido de su jaula, como un capullo que al abrirse reclamo un soplo de vida, sus labios delgados y pestañas delicadas.

Él era feliz. Yami era feliz. Atem era feliz.

Todos son felices, y, si todos son felices, ¿cuál era la prisa por vivir?

La muerte y el juicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora