xii. Respiros silenciosos

361 56 36
                                    

Yami y Yūgi habían estado conviviendo, hasta que al fin se llevaban bien, la parsimonia se sentía en el aire y si Atem tuviera que dar su opinión diría que se llevaban bastante bien, se sonreían bobamente y había uno que otro roce discreto.

El soplo celeste era su único compañero de lectura, o así era hasta que su hermano entró y se tiro a su lado invadiendo su cama, escucho el ruidoso suspiro enamorado a su lado.

—Tenías razón —soltó de repente y le obligo a mirarle—, Yūgi es increíble.

Una sonrisa surco sus labios, a pesar de su amarga actitud Yami tenía su encanto, susurro un quedo «te lo dije» y dejo escapar un bostezo, el chico de orbes cual rubíes se acomodo para quedar apoyado sobre sus codos, boca abajo en el colchón.

—¿Tienes sueño, no? —preguntó en un susurro.

—No he dormido bien...

Sintió los cálidos brazos de Yami abrazarle, susurró un quedo «duerme bien» y lo beso suavemente en los labios.

Otro bostezo escapo de entre sus labios.

—Gracias —sus alientos chocaron y sus labios rozaron, se dieron otro dulce beso.

—Atem, ¿has visto...? —la inconfundible voz aterciopelada de Yūgi se hizo presente en la habitación, viendo la escena.

Su cara enrojeció en tiempo récord dejando al río carmesí correr por su rostro en shock.

—Yūgi... —susurró Atem—, ven con nosotros.

¿Acaso sus oídos escucharon esa invitación? Su respiración se detuvo e inseguro fue hacia el lecho donde ambos chicos estaban acostados, al pie de la cama y aun nervioso Atem tomo su mano y le dio un lugar a su lado derecho, quedando él en medio y Yami en la izquierda, el calor corporal y la sensación de comodidad les hizo caer dormidos.

Sus silenciosos respiros se entremezclaron convirtiéndoles en un uno sólo.

La muerte y el juicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora