Dieciocho días después

1.5K 93 17
                                    

El aire soplaba frente a mi rostro mientras Hayes aceleraba para llegar a nuestro destino.

Pase tres días viendo el mapamundi que Hayes pegó en mi pared. Entonces, recordé que Logan mencionó primero Nueva York en la aventura que haríamos, también recordé mi teoría en que Logan se fue para descansar un poco de todo. En ese momento, todo encajó perfectamente.

Los edificios de la ciudad comenzaron a verse, de modo que Hayes gritó de alegría y mencionó algo sobre comida. Fue un viaje muy largo.

—Espero que Logan esté aquí— Musité, volviendo a sentir el escozor en mis ojos.

—No llores, por favor. Lo encontraremos, lo juro. Pero ahora vamos a comer algo, porque si no como en unos minutos, no tendré más remedio que asesinarte— Bromeó, girando el volante para entrar a un estacionamiento de un Motel.

______

—Entonces, ¿Por dónde empezamos?— Preguntó Hayes, observando a las miles de personas y miles de edificios y casas frente a nosotros.

Los dos suspiramos.

—No lo sé, Logan dijo algo sobre fiestas... Creo que... que debí pensarlo mejor— Bajé la vista avergonzada.

—No importa— sonrió y se acomodó el cuello de su playera. —Vamos a ir a las discotecas más populares de aquí.

Una hora después de preguntar sobre las discotecas —y vaya que son muchas—, volvimos al motel para arreglarnos.

Entonces, ocurrió algo que jamás pensé que llegaría a pasar. Estaba sumida tanto a Logan que decidí olvidarlo por un momento.

Estaba sentada en el borde de la cama, mi cabello estaba mojado y todavía corría agua de él. Hayes se metió al baño para darse un ducha también.

Respiré profundo y me puse de pie. Lentamente caminaba para dirigirme donde estaba mi amigo. Entré y observé a Hayes, quien estaba con los ojos cerrados, mientras el agua se deslizaba por su cuerpo desnudo.

Me quité la toalla y llegué hasta él. Hayes abrió los ojos y se sorprendió, pero no duró mucho porque lo besé y a medida que el beso se tornaba más apasionado, Hayes me alzó, para enrollar mis piernas en su cintura.

Y en ese momento, Logan desapareció de mi mente... y quizás un poco de mi corazón.

(...)

Las luces de colores parpadeaban, de modo que me mareaba cada vez que daba un paso. Tomé la mano de mi acompañante y nos dirigimos al barman. Había tantas personas en la barra, pero todas ellas ya estaban a un grado de ebriedad muy grave.

—¿Desean algo?— Preguntó el barman, irritado.

—Una cerveza, nada más— Contestó Hayes y luego me miró. —¿O quieres algo?

—No, gracias. Pregúntale sobre Logan— Grité, porque la música subía de volumen a medida que pasaba los segundos.

El barman dejó su cerveza y Hayes lo detuvo antes de que se fuera.

—¿Haz visto a un chico raro, algo misterioso...?

—Trae siempre consigo una sudadera negra— Interrumpí. —Es alto, super pálido y con grandes ojeras. Siempre fuma y es muy cortante... Por favor, dígame que sí... Por favor— Sin darme cuenta, ya estaba llorando. Y el barman me miró con cierta lástima.

—¿Se llama Logan?— Inquirió.

Sentí algo en mi pecho cuando mencionó su nombre. Sentí la esperanza y la alegría y mi mente lo imaginó abrazandolo de nuevo.

—¡Sí! ¡Por Dios, sí! ¡¿Lo ha visto?! ¡¿Dónde está?! ¡¿Está aquí?!...

—Cálmate, niña. No está acá, dijo que ayer era el único día en que trabajaba. También dijo algo sobre que tenía que hacer algo importante. No lo sé. Lo siento.

—¿Algo importante? ¿No te dijo qué?— Negó. —Tenemos que irnos— Le dije Hayes y me di la vuelta para volver al auto.

—¡Oye!— Gritó el barman. —Cuando lo encuentres dile que me pague mis quinientos dólares— Y me guiñó y sonrió y yo le devolví la sonrisa.

Algo me decía en ese momento que Logan volvió a casa, para verme.

Debía volver.

Tenía esperanzas.

Lo que nos uníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora