Treinta y dos días después

1.6K 97 5
                                    

Logan nunca fue un playboy o un chico realmente malo, fue solamente un chico triste con un pasado terrible. Quizás, tenía la sospecha, de que su madre era (sobretodo) la responsable de que todo esto ocurriera. 

¿Dónde estaba Logan? Me peguntaba eso una y otra y otra y otra vez al pasar los minutos en que la ausencia de Logan se hacía aún más grande. Todo fue muy repentino, es decir, un día estaba, y al otro ya no. Logan me dejó.

¿Acaso le importó cómo me iba sentir? ¡Sabía que yo sentía algo por él! Sin embargo, eso no le importó para irse y dejar todo atrás, hasta mí. Estaba haciendo una busca para hallarlo, pero ¿realmente lo merecía? No sabía cómo me sentía en ese momento, me cuestionaba si debía o no seguir queriendo a Logan. De un modo u otro, él me ayudó. No tenía idea en qué exactamente, pero se lo debía. 

Quería a Logan, pero ya no podía hacerlo por mucho tiempo. Sólo quería saber el por qué de su huida. Una pregunta, una respuesta. 

En mi libreta, escribí algo sobre el chico de la ventana de al lado:

Para ti, ojos de panda:

Quizás la tristeza te haya conducido a una decisión realmente estúpida, sin embargo, creo que lo entiendo: quieres tiempo. Quizás quieres alejarte para descansar un poco de las personas, de tu madre y quizás sobre la muerte de tu padre. Pero al menos merecía una despedida, ¿no lo crees? Y quizás una razón. 

Pero no. 

No me diste ninguna de las dos; te fuiste sin ninguna señal, ninguna nota, solo quedó tu recuerdo y el olor de tus cigarrillos. 

Te quiero de vuelta, Logan. Te extraño mucho y me enoja lo que hiciste. Te odio por eso. 

Con mucho cariño,

Lindsey; siempre tuya.

Levanté  la vista y me di cuenta que Hayes estaba leyendo lo que estaba escribiendo. Me miró con una mirada tan triste, que lo único que hizo fue abrazarme y yo llorar en sus brazos. 

Lo que nos uníaWhere stories live. Discover now