CAPITULO X

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ESTOY DE VUELTA, ESPERO LES GUSTE.

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Vivir en Manhattan era espectacular si se lo preguntabas a Vanessa. Su apartamento era sencillo pero con mucho espacio, no había vecinos fastidiosos porque a su lado vivía un modelo joven que viajaba mucho. Estaba en una buena zona de Soho. Se sentía realizada.

Ella se había presentado como pasante en la IGR y ahora era parte de la empresa ya que habían decidido contratarla, tanto a ella como a Eleri y otros 20 más postulantes. Se sentía bien por todo lo bueno que le estaba ocurriendo en la vida aunque solo le faltara algo. “El amor”.

No era que fuera algo importante a estas alturas de la vida, varias experiencias amorosas le habían servido para darse cuenta deseaba más de una relación, más de su pareja, mucho más, pero aun no descubría que era eso que necesitaba. Algunas veces recordaba a aquel hombre rubio de ojos verdes, ciertamente hermoso e inmaduro. Aun sentía afecto por él, aunque no lo había vuelto a ver. Lo había esperado un par de años, ahora solo deseaba que le vaya bien y que encontrara la felicidad en la mujer destinada a él. Ella no lo era. De eso se dio cuenta en el momento que la dejó. Simplemente lo sabía.

Era sábado por la tarde por lo que se alistó para correr por el vecindario hasta el parque más cercano, era una buena forma de ejercitarse y sacar todo el estrés a la vez de distraerse con las canciones de su IPod.

El viento era fresco mientras corría y escuchaba “Nas ne dogoniat” de Tatu. Se detuvo en el parque para hacer un poco de estiramientos hasta que vio un lindo perrito de raza Alaskan Malamute. Dejando los ejercicios para después, se acuclilló frente al perrito y lo acarició. Estaba encantada con él porque parecía que le caía bien.

-          Se llama Yako – le dijo una voz seductoramente profunda, ella se estremeció de solo escucharla.

-          Lindo nombre – alcanzó a decir antes de voltear a mirar al hombre de la cautivante voz.

La observación fue lenta y muy apreciativa: piernas largas, caderas estrechas, abdomen marcado, pectorales amplios, hombros anchos, brazos fuertes, un cuello que daba ganas de morder y unos rasgos marcados y masculinos con un azabache cabello ondulado que brillaba como la seda y unos ojos azules con un extraño fondo negro que le recordó a Eleri y a Benjamin.

Se mordió el labio inconscientemente al ver a aquel hombre hermoso, simplemente no podía despegar su miraba de él. Se sentía caliente por primera vez en mucho tiempo. La atracción era latente y ambos lo sabían.

Él sonrió y pareció dispararle directo al corazón. Ella se sentía estúpida y más cuando no sabía que decir cuando un olor a especias picantes y a cacao la envolvieron dejándole la mente en blanco, parecía flotar mientras cerraba los ojos y disfrutaba de la deliciosa fragancia. Cuando volvió a abrir los ojos seguía allí, en el parque, con los árboles rodeándoles, con Yako y aquel magnifico hombre. Del cual supo sin lugar a dudas que era un Vampiro. El descubrimiento no la espantó, sino que le hizo querer ver más de aquel hombre a pesar de lo nerviosa y recelosa que todo el asunto implicaba.

-          Le caes bien. – Dijo él refiriéndose al Alaskan que le lamia la mano. – Me presento, Arthur Grinmoldi.

Se estrecharon la mano la cual sintió como un corrientazo.

-          Vanessa Crows – respondió recelosa y confundida, todas las sensaciones del momento eran nuevas para ella.

-          Un placer conocerla. ¿Quizás interrumpimos su rutina de ejercicios? – preguntó Arthur observando su ropa de deporte.

FUEGO OSCURO - SANGRE CONDENADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora