CAPITULO IX

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DESDE AQUI EMPIEZO A ESCRIBIR EN SEGUNDA Y TERCERA PERSONA. EH TARDADO EN ACTUALIZARLES PORQUE ESTOY CAMBIANDO LA HISTORIA RADICALMENTE A LO QUE HABIA ESCRITO AÑOS ATRAS ELIMINANDO COMO 20CAPITULOS PERO ESTOY CONTENTA DE HACERLO PORQUE QUIERO ARREGLAR ESOS ERRORES QUE COMETI EN EL PASADO.

ESPERO LES GUSTE. BESOS

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Su familia asesinada y una promesa incumplida.

Había cosas en las que un hombre como Arthur Grinmoldi no podía evitar pensar. El odio crecía en su interior por cada respiro de su tío, Alexandro de Bari, el verdadero perpetuador del asesinato de sus padres y sus mejores amigos, Los Basarad. Una traición al consejo por regla, pero eso no lo sabía nadie más que él, Las Diosas Virtrices o como él prefería llamarlas, brujas apocalípticas, y un par de hombres más.

-          ¿Por fin vas a actuar?- Le preguntó Tazila, una de las tres brujas que llevaba molestándolo desde la desafortunada muerte de sus padres.

Tazila tenía que ser la mujer más hermosa vista en el mundo, o una de las tres si incluías sus hermanas Desxo y Mudeth. Tazila imponía fuerza con si piel canela, sus raros ojos violetas con pigmentos azulados y su ondulado cabello castaño con tiras rojas. La diosa tenía un grave problema con la escases de paciencia y su muy excesivo orgullo. Desxo en cambio sabía controlarse, tanto que jamás podrías adivinar en que pensaba la Diosa, era fría como el hielo. Una belleza gótica con sus cabellos lacios tan negros como la noche, tan blanca como la nata, con ojos hipnotizantes color plata que parecían aburridos de la vida. El ángel entre ellas era Mudeth, una cara de inocencia que difería mucho de las demás, siempre optimista. Sus cabellos parecían buches de oro brillante, ojos color cielo claro con vetas de turquesa y oro, una sonrisa iluminadora con la piel dorada por la luz del Sol.

Las tres llevaban túnicas blancas propagando el olor fresco de la primavera por donde caminaran o levitaban. Eran las hembras más amadas por la raza, pero el efecto se perdía cuando llegabas a conocerlas. Ahora ¿Por qué a él?

Ellas nunca se lo habían respondido.

-          ¿Me está ignorando?- Preguntó la diosa de cabellos castaños.

-          No, solo esta ensimismado por nuestra belleza- Explicó la rubia encantada. Ella podía leerle la mente hasta al mismísimo diablo.

-          Oh! Tantos años y aún no lo asimila. Pobre macho. Ya debería estar acostumbrado.

Suspirando observó su jardín, su residencia era tenía el estilo griego que tanto le gustaba a su difunta madre, recordó nostálgico. El color blanco era también del agrado de las Diosas, quienes parecían divertirse redecorándola cada vez que podían. Allí vivirían él y su prometida cuando llegara el momento.

-          Ella aún es muy joven- murmuró dejando escapar una de sus preocupaciones.

-          Aun así ya ha probado el pecado de la pasión- comentó Desxo distraídamente apuñalándolo con aquel conocimiento de aquel hecho.

-          Benjamín ya ha ganado terreno en su corazón ¿no iras a quedarte con los brazos cruzados, cierto?- Tazila le miraba fijamente exigiéndole una respuesta.

-          Importunarla ahora sería un paso equivocado, mi primo acaba de irse y ella es un mar de confusiones. No voy a quedarme sin hacer nada, pero aun debo mantener las distancias para que ella logre aislar sus sentimientos por Benjamín. – Explicó molesto por tener que ocupar a las Diosas con sus dilemas personales.

FUEGO OSCURO - SANGRE CONDENADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora