CAPÍTULO III

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Lo seguí no sé porque pero no me quedaría tranquila si no averiguaba que pasaba. Ellos caminaban camino al lago, ¿Qué hace Alex en un lugar así con mi amiga? Se abrazaron de una forma que daba pie a malos entendidos, ¿Alex me seria infiel? La repuesta estuvo allí al instante. Ellos dos besándose.

Esta vez sí sentí algo, había un nudo en mi garganta, mis manos temblaban ¿Será este un mal sueño? Pase quince minutos allí sentada detrás de un arbusto pensando.

¿Es qué no soy suficiente para Alex?

Volví  mirar, él estaba tocando el cuerpo de otra que no era yo, él está  en el interior de otra que no era yo, estaba dándole a otra lo que era mío. Una lagrima se deslizó por mi mejilla y otra y otra hasta  que empecé a llorar, otra vez perdía algo que era mío y no tenía fuerzas ni ganas de pelear, ¿Por qué dejaba ir así de fácil a quien quiero? Soy una cobarde… que respuesta más  simple.

Me levanté del suelo, para seguir mi camino, tenía que llegar a casa pronto o pensaría en hacer estupideces.

Antes de entrar  a la casa respire, tenía que fingir que estaba bien. Hora de la actuación señoras y señores. Al abrir allí estaba Benjamín al pie de la escalera sentado con una manta alrededor de su cuerpo mirándome con dulzura.

-          Demoraste mucho… te extrañe - ¿Me extrañaba? ¿En serio?

-          Es que la panadería estaba cerrada y tuve que ir a otra…-  dije apartando mi cara de su  vista.

-          Mírame… quiero saber algo.

Dijo él  en un tono preocupado mientras se levantaba.

-          Los panes  se enfriaron, será el frio…  voy a mi  cuarto  a cambiarme de ropa, espérame.

Pretendía  huir pero no lo logre, él me agarro del  brazo, me miro a los ojos y supe que él comprendía todo. Me abrazó y solo ahí pude comenzar a sollozar, quería llorar mucho, quería desahogarme en sus brazos y así lo hice. Él me  llevo en sus brazos a la cama, ahí  apoyé  mi cabeza en sus piernas mientras lagrimas salían de mis ojos. Benjamín me arropó para luego acariciar mi cabeza… eso me tranquilizo mucho.

Cuando por fin iba a quedarme dormida le dije que se acostara a mi lado y así lo hizo. Me coloqué a su lado para abrasarlo y acurrucarme en su pecho mientras él me abrazaba también. Por fin me sentía protegida, no lo entendía pero su apoyo me ayudo a dormir en paz como la noche anterior.

-          Siempre te protegeré… no dejare que nadie lastime a mi princesa…

Le escuche decir antes de caer en un profundo sueño.

 

Está era la señal que necesitaba para no alejarme de ella, ella me necesitaba. ¡¿Ahora como le diría que tenía 105 años?!  ¡Que no era humano, sino un maldito vampiro! Ella pensaría que estoy chiflado o algo parecido.

La paliza que me dieron la tenía merecida al destrozarle la casa a Arthur. Mi primo y yo nos hemos llevado mal desde hace dieciocho años desde el nacimiento de su prometida, pero la propuesta fue declinada cuando en padre de Arthur fue asesinado la misma noche del nacimiento de aquella princesa para luego ser traspasada a mí. La culpa no había sido mía pero el imbécil de mi primo se las tomo conmigo y contra mi familia desde aquel fatídico día para el resto de la raza vampírica.

FUEGO OSCURO - SANGRE CONDENADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora