jenlisa; oneshots

heartbeat;

Este oneshot está inspirado en uno de mis manhwas favoritos, Pulse, de la autora Ratana Satis. Recomiendo encarecidamente que lo leáis. Espero que os guste. 

Volví a verte otro día más, con tu bata blanca y tu estetoscopio colgando del cuello. Otra vez la mirada de todas las enfermeras detrás tuya, y obviamente tú, correspondiendo a cada una con una confiada sonrisa. 

Parece ser que tuviste una operación a primera hora y por eso ya estás agotada. 

A pesar del tiempo que llevo viviendo en hospitales, hace poco que llegué a este y ya no puedo apartar mi mirada de ti cada vez que pasas por delante.

Supongo que será simple curiosidad.

Me dirijo afuera sin darme cuenta de que vas en dirección contrario, rozando nuestros hombros a la vez que nos alejamos.

Siento una pequeña corriente eléctrica recorrerme.

———

Siento una suave brisa y un dulce olor recorrerme, pero es tan susceptible que apenas me preocupo por ello. Simplemente veo una pequeña figura alejarse de mí.

— ¡Lisa! 

Ahí está Kelly, una enfermera bastante guapa con la que tengo un lío sin compromiso, aunque a veces ella se pone muy pesada.

— ¿Podrías venir conmigo un momento? —Decía esto último con una sonrisa coqueta en su rostro—   

Tampoco me iba a negar.

Al final ahí nos encontrábamos, en una sala de descanso pero no descansando precisamente.

Después de un buen rato allí, primero salió Kelly bastante sonrojada y con la bata verde ya bien puesta. Después salí yo, peinándome con las manos a la vez que sonreía con satisfacción. Ni siquiera me di cuenta de que ella estaba allí.

———  

Ya le vale... y pensaba que solo eran coqueteos...

Resoplé y me senté en unas sillas de espera mientras comía de mi manzana. Pude observar los pacientes con sus amigos reír de forma bastante contagiosa. Eso me produjo una sonrisa.

Después de unos minutos mi paz se vio interrumpida por otra enfermera, esta más mayor.

— Señorita, el doctor quiere verla. Debe dirigirse a la sala de examinación.

— Muy bien.  

Simplemente asentí sonriéndole, llevo años ya acostumbrada a todo esto y aprendí a convivir con ello.

Caminando por el hospital hacia aquella sala me encontré con ella de nuevo. Sacó un refresco de una máquina y vi como se lo tomaba apoyada en una barandilla. Traté de pasar de largo dedicándole la mayor de mis muecas, pero algo me detuvo.

— Aparte de tu sentido de responsabilidad y deber como doctora... no sientes absolutamente nada de empatía con los familiares de tus pacientes, ¿verdad?

 —¿Q... ¿Lo... siento? ¿Nos conocemos?

— Oh, qué va, para nada —Dije entre risas— Dio la casualidad que te noté esta mañana y he esperado para preguntarte algo. Espero no estar molestándote demasiado, uhm... Doctora Manoban...

Dije esto último acercándome a su identificación que tenía colgada del bolsillo de su bata.

— Jajaja, lo siento, olvidé mis lentes hoy.