Capitulo 8: Desahuciado.

4.6K 318 43
                                    


Al llegar al lugar donde el teléfono estaba, vio a Tokio y Helsinki, que los fragmentos de la cámara a la que Samara había disparado ya no estaban, y que ninguna había tomado su lugar todavía, por lo que aún el profesor no podia verlos.

-¿Que pasa?.

-Berlín, es el momento de activar el plan Valencia.-Le dijo el profesor en cuanto contestó, y Berlín tomó una respiración antes de volverse hacia los demás en la habitación.

-Muy bien, queda activado en este mismo momento el plan Valencia. Vayan adelantándose, enseguida voy.-Les informó a Helsinki y Tokio, quienes prepararon rápidamente las armas.-Quiero saber profesor, ¿Que pretendías exactamente con aquella regla que le diste a Samara?.-Preguntó Berlín una vez que la puerta se cerró tras la salida de Tokio, bastante interesado en aquello que parecía estarle ocultando el profesor.

-Temía que la empujaras de vuelta a esa vida que dejó atrás, eres malo para ella, Berlín.-Terminó por decir al cabo de unos minutos en un sepulcral silencio.-Ella es buena.

-Ya entiendo, querías que fuera tu dulce y buena enfermera, cuando es mucho más, Pero no es tan buena como quisieras, ¿Verdad?, ese fue el problema, no pudiste aceptar que no lo es, no querías aceptar que se parece a mi.-Aseguró el contrario hacia el teléfono, una pequeña sonrisa molesta apareciendo en su boca.-Pero esa es la diferencia entre tu y yo, profesor, a mi me gusta exactamente como es, no pienso intentar cambiarla.

-Berlín, esa regla, tu...-Intentó decir, sin embargo Berlín lo interrumpió antes de dejarle terminar.

-No, profesor, aquí no te equivoques, que la única razón por la que tu regla existía era por que ella así lo quería, y no creo que las cosas te resultaran, recuerda que si alguien la empujó al fondo y de vuelta a ser lo que tu no querías que fuera, has sido tu, no yo.-Colgó bruscamente, dándose la vuelta y saliendo al pasillo.

-¿Puedes decirme, como fue que esto paso?.-Preguntó la muchacha de los ojos azules al estudiante, limpiando con un poco de alcohol el corte en la palma de su mano, al pasar por el pasillo, Berlín deteniéndose al escuchar su voz, viendo de reojo a ambos en el baño.

-Soy muy torpe, tome mal la máquina que ese señor, Moscu, me dio...-Respondió el muchacho, posando sus ojos en ella al sonreír.-...Aunque quizás sólo quería un momento a solas contigo.

Ante sus palabras, tanto Berlín como Samara fruncieron el ceño, la pelinegra tomando una venda, y rodeando su mano con delicadeza, cubriendo el corte para permitirle sanar, entonces suspirando y alzando la mirada.

-Si sabes que soy mayor que tu, ¿No?.-Preguntó con calma, con lentitud, como si tuviera cinco años en lugar de dieciocho.

-¿Eso importa?.

-Claro, que a mi me gustan los hombres, no los niños.-Respondió sonriendo falsamente, entonces tomando las cosas y guardándolas, dándose la vuelta hacia la puerta, siendo detenida por una mano en su brazo, y otra que rodeó su cintura, atrayendola hasta el cuerpo del menor, poniéndose tensa, ante el silencio, Berlín dirigiendoles una mirada, su molestia con el menor solo creciendo al verlo tocarla, por que nadie más que el tenía permitido tocarle.

-Yo podría mostrarte lo hombre que soy.-Murmuró inclinándose cerca de su rostro, y dejando las cosas a un lado, y tomándolo del mono rojo, Samara lo empujó contra los lavabos del baño con fuerza, provocandole un pequeño quejido de dolor al impactar contra la porcelana.

-Mira niño, que cuando una mujer dice no, es no, atrévete a tocarme sin mi permiso de nuevo, y voy a tirarte esos lindos dientecitos de un puñetazo, ¿Quedamos claros?.-Preguntó fríamente, apretando sus manos en torno a la tela en su poder, y ante su seria expresión, el menor asintió, entonces ella retrocediendo, soltandolo con brusquedad.

Play with fire. [La Casa de Papel].Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora