Capitulo 2: Numero 68.

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Mientras Berlín escuchaba las palabras de Arturo Roman, le dedicó una pequeña mirada a Samara y Denver, este último acercándose rápidamente al entender la señal, en su rostro una expresión de molestia al detenerse frente al rehén, y jefe de la fábrica de moneda y timbre. Los ojos azules de la muchacha fijos en el.

-Pero a ver, ¿Tu que te piensas que eres el puto Gandhi?.-Preguntó con furia, y Berlín sonrio tranquilizador, apartándose a un lado, la muchacha entre ellos conteniendo la divertida sonrisa que quiso escapar de sus labios.

-Calma Denver, que el el señor Arturo es un amigo mío. Compartimos una gran afición por el cine.-Con esas palabras, Berlín se alejó, y Denver dio un paso al frente, alzando frente a el, y contra la frente de Arturo la pistola que traía consigo, las exclamaciones de horror no se hicieron esperar, y cada rehén dio un paso atrás, temiendo que ellos fueran los próximos en salir heridos, sin embargo, esa no era la intención de Denver.

Entonces, y bajo la sorprendida mirada de los presentes, le dio vuelta al arma, poniendo la empuñadura en dirección al rehén de aterrada mirada, el mismo que ya casi temblaba del susto.

-Coge la pistola.-Le ordenó el atracador de los ojos azules, y el hombre casi sin respirar negó con la cabeza.-No te estoy preguntando que si quieres, te estoy diciendo coge la pistola, coge la pistola, coge la pistola.-Siguió repitiendo Denver ante cada negación del hombre, y sin más opción, terminó tomándola.-Y ahora me apuntas.

-No, por favor, no.-Rogó el hombre al borde del llanto, entre los sollozos de las personas que los rodeaban, y bajo la mirada de todos ellos.

-Te estoy diciendo que me apuntes. Es una puta orden, que me apuntes, coño.-Ante el rehén paralizado, el mismo tomó  la pistola por el cañon, directo a su pecho.-Aquí bien.

-No por favor.

-Y ahora me disparas.-Siguió diciendo el de ojos azules.

-¿Cómo?.-Preguntó estupefacto el hombre de nombre Arturo, y ante la orden del atracador.

-Que me dispares, disparame.

-Por favor, por favor no.-Murmuró, por que no quería hacerlo, no quería ser un asesino, sin embargo, Denver no estaba dispuesto a dejarle opción, y tomando otra arma, la apuntó directamente a su frente, entre más exclamaciones aterradas.-O me disparas tu, o te disparo yo. Te regalo diez segundos. Uno, dos, tres...-Comenzó a contar.

-Te daremos un arma real, ten cuidado en que no se te vaya a salir un tiro y te hagas daño en las manos, o en esa carita tan mona que tienes muñeca.-Soltó Berlín en un tono burlón sobre su oído, aprovechando la distracción de Denver, y que nadie estaba mirándolos, y la muchacha frunció el ceño al oírlo.

-No vaya a ser que se me escape un tiro directo a tu cabeza, si vuelves a decir algo así, Berlín.-Gruñó en un bajo murmuro, en un tono amenazador, en el mismo instante que Berlín sonreía levemente.

-Mm, como me encanta cuando dices mi nombre así.-Respondió, solo haciéndola enojar más, por un momento ambos olvidándose del lugar donde estaban, retandose el uno al otro en su pequeña discusión, hasta que fueron interrumpidos por el sonido del percutor al disparar que resono en las paredes seguido de la risa de Denver.

-Son falsas arturito, pero lo has hecho muy bien, los ha hecho muy bien. te la regalo puedes quedartela.-Le dijo al felicitarlo poniendo un beso en la frente del tembloroso rehén, ese que no era más que un monton de nervios aterrados y que ya había perdido cualquier rastro de la valentía que tuvo al apretar el gatillo, y dándole una último mirada a la muchacha, Berlin se alejó.

-Ahora les vamos a repatir algunas armas falsas.-Habló en voz alta, para que cada uno de los presentes pudiera oírlo en el lugar.-En unas horas precisaremos su colaboración. Como han visto lo único que tienen que hacer es obedecer, confiar en nosotros y obedecer. Ahora, quitense la ropa.

Play with fire. [La Casa de Papel].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora