Capítulo 5: Sangre derramada.

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La sangre cubrió sus manos, cayó en su ropa, volviéndola de un rojo incluso mas intenso, y luchando contra lo que aquello provocaba en su interior, y el terrible dolor en su cabeza, se centro en detener la hemorragia en el hombro del jefe de la fábrica de moneda y timbre, y al que la misma policía había herido.

-Silencio.-Ordenó molesta a los presentes rehenes y atracadores cuando sus voces sólo consiguieron que su dolor empeorará, casi sin poder pensar, actuando por mera costumbre, y ante su tono, cada uno de ellos guardo silencio, casi como niños regañados. Entonces solo los quejidos de Arturo Roman escuchándose en el silencio.-Por favor, saquenlos de aquí, no necesito espectadores.

Ante sus palabras, Helsinki, Tokio y Rio se llevaron a los rehenes a otro lugar, lejos de Arturo, la herida, y la sangre.

Al cabo de unos minutos, logró contener el flujo de sangre, habia sido una suerte que no golpeara nada importante, sin embargo, aún así necesitarían sacar la bala y poner puntos, algo increíblemente doloroso y peligroso sin la anestesia y los instrumentos.

-Tranquilo Arturo, no pasará nada, ya he detenido la sangre.-Le dijo sonriendo un breve instante, viendo a Berlín acercarse y sonreirle con sorna al herido.

-Parece que vivirás un día más Arturito,  por que un equipo médico ha sido autorizado para entrar, y sacarte esa fea bala del pecho.-Pronunció golpeandolo levemente el hombro, solo causando un nuevo quejido de dolor de parte de él,  y el ceño fruncido de la muchacha pelinegra.

-Solo necesita vigilancia, que me avisen si empeora pata tratar de mantenerlo estable hasta que venga el equipo médico, mientras, necesito ir al baño.-Alzó sus manos ensangrentadas, la voz temblandole un breve instante, y Berlín asintió al escucharla, permitiendo que se fuera a los baños, antes de poder decir nada, Denver siguiendo sus pasos con la excusa de vigilarla, luego de recoger la ropa que habia tenido antes del mono rojo.

-¿Estás bien?.-Preguntó una vez estuvieron en el baño, acercándose con preocupación, entregándole su ropa para que pudiera cubrirse mientras el traje rojo se secaba luego de lavarlo.

-Cierra la puerta, por favor.-Le pidió, y siguiendo lo dicho, Denver cerró la puerta,  entonces la pelinegra volviéndose en su dirección, su rostro pálido.-Le dispararon,  Denver.

-Su culpa por hacer el gilipollas,  que le dijimos que se agachara.

-Ya se, pero...-Murmuró apenas audible, suspirando y abriendo la llave del agua, esta tiñendose de rojo al caer sobre sus manos.-...Cuando entré el equipo médico, tienes que estar ahí Denver, y deberás tomar un bisturí, se usan dependiendo del tamaño de la herida, así que habrá más de uno. Necesito uno para ayudar a Monica, y si puedes, un poco de anestesia, de otro modo dolerá demasiado.

-Lo intentaré.-Dijo, y ella permaneció en silencio un instante.

-Lavare mi ropa.-Terminó por decir, volviéndose hacia los lavamanos, comenzando a bajar el cierre del mono rojo, Denver asintiendo antes de acercarse a la puerta para dejarla sola.

-Samara. No respondiste mi pregunta.-Replicó Denver antes de salir al recordarlo, mirándola por encima de su hombro, y compartiendo una mirada a través del espejo ella suspiró.

-Lo estaré si todos salimos vivos de aquí.-Murmuró, deseando que así fuera, aun así, consciente de que las cosas podrían terminar muy mal, y que las posibilidades se reducían a poder escapar, terminar en prisión, o muerto. Entonces, y cuando la puerta se escuchó cerrarse, quitándose el mono rojo, y dejándolo caer al suelo, cierta cantidad de sangre, habiendo pasado a la camisa que tenía debajo, la suya, teniendo que tirarla al lavamanos con el resto, soltando una maldición antes de tener que acercarse a la puerta y tener que llamar a Denver.

Play with fire. [La Casa de Papel].Where stories live. Discover now