13: Mala semilla.

619 71 39
                                    

Kirito me ha tomado la mano.

Está tocando mi mano.

¡Mi mano!

—No me toques.

—¿Qué? —Frunció el seño.

—Que no me toques. —Dije. Aparté mi brazo rápidamente y me alejé.

—Wow, ¿y ahora qué te pasa? —Cruzó sus brazos. —¿Te da alergia que te toquen?

—Si, me da alergia. —Contesté. —Ahora se me pegará tu arrogancia.

—¿Qué? —Paró de reir. —Te he salvado ¿y así es como me tratas, pitufa?

—¿Salvarme?

—Exacto y supongo que merezco un merecido "gracias", ¿no?

—Pero si ya lo hice. —Fruncí el seño.

—¿aH, si? Perdóname pero no escuché... —Sonrió.

Este chico...

—Pues gracias, Kirito, por no haberme matado, por usarme como juguete, por arrastrarme a donde se te da la gana, por ser un pesado con afán de héroe que siempre...

—¡Shh, shhh!

Tironeó de mi capucha para callarme. ¡Nunca habia estado tan molesta!

—¿Te parezco un perro o qué?

—Pues la verdad sí. —Contestó. —Y uno que no se calla.

—Pues fíjate QUE ESTE PERRO MUERDE. —Gruñí.

—Inténtalo, chiguagua. —Me desafió, subestimándome.

—Más bien parece un caniche. —Klein se había metido en la conversación. Kirito volteó a mirarle seriamente. —¡Oh, vamos~! Solo trataba de ser gracioso.

Suspiré. —Me voy.

Dicho esto no tuve más que acercarme a la puerta. No me juzguen, en realidad, ni siquiera debería de estar aquí.Además... me siento muy incómoda estando aquí; aquella chica de cabellos azules no ha parado de observarme desde que llegué.

Sentí los ojos de Kirito acusándome sobre mi espalda. 

Es extraño pensar que los efectos de su transformación están cambiándolo demasiado rápido.

 Es extraño incluso pensar que haya aceptado el pacto conmigo... o que yo se lo haya propuesto.

Él no me agrada.

Ni siquiera un poco.

—Oye.

Me detuve, justo antes de tocar la perilla. Volteé a verle.

—Lo siento. —Escupió.

Pestañeé. —¿Eh?

Kirito cruzó los brazos, bajando la cabeza con un signo molesto. Parecía que no quería repetirlo.

—Que me disculpo. —Contestó. —Últimamente me he estado comportando como pendejo*.

—¡Y que lo digas! —Rió Klein, para empeorar.—¡Esa cara de culo lo dice todo!

Fruncí el seño.

Abrí la puerta. Kirito volteó a verme. Todos lo hicieron.

—Yo también, —Respondí sin más —pero tengo que irme. Así que, ¡nos vemos!

¡SASH!

—¡Que tú no te irás!

No tiriteé, más bien, ni siquiera se me dio por esquivar. En estos momentos comenzaba a comprender que, por más que yo lo intente, este chico logrará arrastrarme a donde se le da la gana. 

Pure Imagination •Kirito y tú•Where stories live. Discover now