08: Caperuza.

649 79 17
                                    

NO.

Es imposible. Realmente imposible. ¿Cómo es que..?

Me tapé la boca en un intento de ocultar mi colorado rostro, mientras aumentaba el paso entre la gente verdosa. No podía creer lo que acaba de pasar, no podía creerlo. Recuerdo como su rostro se asombró en el momento en que lo vi, pero ese rostro era diferente, todo en él había cambiado. El spriggan morocho de cabello oscuro que me encontré la primera vez ahora era increíblemente pálido, blanquecino.

¡No puede ser! ¡Es una locura!

Apenas salí de la ciudad disparé carrera a toda velocidad, no podía permanecer más en este lugar, tenía que desaparecer lo antes posible sin que se...

-Te encontré.

Fue inesperado, tan inesperado que casi termino siendo sorprendida por el ataque de una espada. Retrocedí fugasmente en una postura casi defensiva, observando al spriggan que obstaculizaba mi camino.

No podía detenerme, tenía que cruzarlo. Intenté ir por cada apertura disponible para pasar, pero éste siempre me retenía a cada movimiento, ¡Rayos! ¡No puedo avanzar!

Suspiré con frustración.

-No. -Respondió. Retrocedí otra vez.

Intenté por otro lad...

-No. -Sonrió, desafiante.

Rezongué internamente. ¡Este chico no me dejaba pasar!, me la está haciendo difícil.

Entonces, di la vuelta velozmente y me fui por el camino contrario.
Finalmente había conseguido un escape y rodeé la ciudad por donde vine para escabullirme entre los árboles. Si logro perderlo podré recorrer las...

-¡Ah!

Fue un movimiento brusco, rápido, limpio. ¡No pude ni llegar a sorprenderme; había logrado retenerme en solo segundos!.

Valla... Me miraba fíjamente mientras yo trataba de tranquilizar mi respiración, estaba tan agitada que apenas podía asumir... que me había atrapado.

-Lamento si soy un atrevido, pero supongo que tengo derecho a serlo. -Sonrió: una sonrisa que fue bastante burlona. -Te he estado buscando, ¿sabías?

No respondí.

-Quiero saber por qué me haz besado en primer lugar.

-...

-Bueno, a cualquiera le daría curiosidad saber los motivos de que una chica apareciese de la nada, te acorralara y te besara sin tu consentimiento. -Agregó.

Desvié los ojos; era bastante obvio...

-¿Tanto te gusto como para dejarte sin palabras?

Volteé a mirarle.

-Bueno, tienes unas hermosas facciones... -Y callé.

Su reacción fue de pura sorpresa y la mía fue de puro arrepentimiento. No sabía ya si disculparme o simplemente volver a silenciar; en estos momentos lo único que pensaba es como fue que llegué a ser tan espontánea con lo que pienso, y mucho más frente a un chico.

-¿Haz visto mi cabello? -Rió.

Él rió, simplemente; una risa positiva, alegre, influyente. Ahora la sorprendida era yo.

-Espera... -Fruncí el ceño. -¿No estás molesto?

-¿Mh? -Calló, curvando su ceja en modo aprobatorio.-Así que sí fuiste tú.

Agrandé los ojos. ¡Que ingenioso es, se ha dado cuenta! Sonreí, sonreí internamente al pensar que pueda tener razón después de todo.

Puede ser que pueda ser el hecho que yo no creía que fuera a ser, eso que yo negaba que fuese, ¿pero de verdad lo niego?

-¿Cuál es tu nombre, caperuza?

Caperuza.

-Aquí no tengo nombre, yo seré lo que tu crees que sea. -Respondí.

-Entonces no me limitaré a ello. -Rió. -Qué te parece, niña, si te invito un trago a cambio de salvar tu pequeña vida.

Pestañeé. -¿Salvar?

-Así es. Después de todo esto es un juego y tú estás sometida a un cazador ahora, pero soy muy piadoso con las damas, así que prefiero arreglar bien las pases en vez de atentar contra una chica. -Curvó sus labios, aunque esta vez su sonrisa era un tanto sacarrona.

Volví a pestañear varias veces. ¿Acaso será la costumbre humana o me siento un poquito molesta por el hecho de ser mujer? Tal vez debí haber sido hombre para que me tomaran en serio...

-Esta bien. -Acepté su extraña invitación.

-Genial. -Animó y lentamente se fue levantando de mi cuerpo para dejarme finalmente en libertad. Entonces, se posó frente a mi y me ofreció su mano. -Es un placer conocerte, caperuza.

-El placer es mío, Kirito.

Se soprendió. -¿Así que ya me conoces?

-Sí. -dije. -Kirito. -Me incorporé del suelo mientras trataba de asimilar que en realidad estaba hablando con el legendario Kirito, que hasta ahora no me había detenido a pensar. -¿A dónde íbamos, Kirito?

-A una posada.

-¿Posada?

-Sí, posada. ¿Nunca haz ido a una?

-No. -Negué. -¿Hay muchas personas?

-Sí, es una hostelería después de todo, además de instalaciones para la carga, el equipaje, los carros y caballerías que pudieran acompañarles. Es un lugar fantástico, puedes reunirte a comer y festejar. Llegaremos en unos minutos.

-Oh... -Y fue lo único que pude decir.

Pure Imagination •Kirito y tú•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora