Tengo hambre.—admitió Aliana con cierta pena, pues no quería preocupar a nadie, pero no era capaz de ocultarlo más.

—También tengo hambre y no hay nada en mi mochila. Lo lamento, Aliana.—esbozó Nathan con frustración, se sentía impotente.

Deberíamos parar.—comentó Aliana, intentando de convencer a su hermana, a quien miró al girarse.—Debemos comer y necesitamos provisiones, Natasha.—añadió, pero su hermana mayor se vio dudosa en responder y tomar una decisión.

Nos detendremos cuando llegamos algún lugar, algún pueblo, ahora no, podría ser peligro.—respondió Natasha con seguridad, ella era precavida y examinaba los alrededores.

—Natasha, en esta ocasión estoy de acuerdo con Aliana, llevamos días sin comer bien.—comentó Jayden, introduciéndose en la conversación que se volvió un leve conflicto.—Y tú más que nadie debes alimentarte bien.—indicó al señalar el estómago abultado de Natasha, quien estaba embarazada y su nariz brotaba algo hinchada.

Nathan.—llamó Natasha al varón, su hermano era el que le seguía y cuando se encontraba insegura de tomar una decisión buscaba en él alguna aprobación que la guiara en el camino.

Tienen razón, no podemos arriesgarnos a estar débiles en estas situaciones, debemos rebuscar. Cazar algún animal o algo, no será fácil pero hay que intentarlo.—infirió Nathan al dar su opinión.—Además, este auto no durará mucho.—añadió, mirando a Natasha por el retrovisor.

La opinión de Nathan hizo que Natasha soltara un suspiro—, sin duda era arriesgado merodear por ahí—, pero sus hermanos y vecino tenían hambre, ella no podía mentir, porque también tenía hambre y necesitaba alimentarse. Nathan no espero que Natasha asumiera la responsabilidad, disminuyó la velocidad del auto en medio del desierto que había en la carretera y espero el momento para estacionar el auto que seguramente dejarían atrás para seguir avanzando, pero lo que Natasha no había visto era el avistamiento de una caravana que tanto Nathan como Aliana si habían logrado ver. Nathan no tardó en mirar a Aliana, quien dirigió su mirada por la ventana, parecía estar abandonado y no haber nadie, lo cual podía ser malo, como también bueno. De por sí, no podían seguir de largo, la caravana les bloqueaba el camino y pasar por los lados sería incómodo. Tenían opciones, tal vez la caravana tenía gasolina. Solo quedaba improvisar y revisarla por el momento.

—¿Qué sucede?—preguntó Natasha al ver como sus hermanos intercambiaban miradas; Nathan le quitó el seguro a su arma y alentó a Jayden.

—Hay una caravana.—señaló Nathan al bajarse del auto, apagándolo por completo.—Podría ser de alguien o quizás la dejaron a su suerte, no importa, daré un vistazo.—esclareció.

—En ese caso, vigilaré alrededor,—sugirió Natasha, no espero un no por respuesta, así que Nathan rodeó los ojos con su cabeza hizo señal a Aliana para que esta se bajara también.

—Revisen ustedes la caravana, yo cuido el perímetro con ella.—indicó Jayden, viéndose solidario con Natasha, quien cargaba su arma.

Aliana se bajó del auto y no tardó en ajustar sus correas. Sostuvo su mochila, al igual que su hermano, yendo hacia el objetivo. Ella solía vestir con unos pantalones ajustados de un azul oscuro muy desgastado y unas botas negras de montaña de las cuales sobresalían medias blancas. En si, tenía una camiseta negra que cubría sus hombros y su cabello recogido en una alta coleta que dejaba sus flequillos afuera. Lo que más distinguía a Aliana era su navaja con un mango azul, el cual llevaba guardado en un estuche. Tenía total control y manejo de este, prefería matar a los caminantes con la navaja que con un arma, pues aunque sabía usarla no tenía la puntería perfecta que su hermano Nathan había adoptado desde el comienzo. Ella lo siguió de manera prudente, camino detrás de él y dejó que fuera su protector, como ella el suyo. Se asomaban a la caravana sin oír un ruido—, parecía estar abandonada—. Lo que era bueno para ellos si esta tenía provisiones o algún recurso que pudieran usar para sobrevivir.

𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐍𝐙𝐀 ─𝐂𝐀𝐑𝐋 𝐆𝐑𝐈𝐌𝐄𝐒  ①Where stories live. Discover now