Contando cuentas (Thorki)

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- Son tan hermosas Thor ¿De donde las sacaste? - Loki esboza una sonrisa tranquila, mientras centraba su verde mirada en los grabados de las cuentas que Thor enreda en sus negros cabellos.
El dios del engaño está extasiado con la manera en que los grandes dedos siempre torpes de Thor enredan hábilmente las cuentas en sus finos cabellos negros.
- Hace algunos años, Frigga me concedió el honor de poseerlas, su reclamo fue claro.... Pertenecían a nuestra abuela, debían llegar a las manos del ser que más amara... las porte conmigo a modo de amuleto durante mis batallas, ahora sé que te debían pertenecer a ti - Loki adoro con aún más ganas las delicadas cuentas enganchadas en su cabello, Recordando a su adorada madre.
Loki sintió la culpa de no haber sido un mejor hijo para la Reina de Asgard, lamentándose pensó en qué tal vez ella podría volver a sus vidas, si cierta bruja interfiera.
- ¿Crees que Andriade podría traer de vuelta a madre desde el Valhalla? - Thor quien descansaba sentado detrás de su hermano, enredo sus poderosas piernas con las largas piernas de Loki, apretando contra su musculoso cuerpo, el más fino del menor.

Lo consolaba sin palabras, solo con gestos, curbiendo las heridas internas del Dios del engaño... Si no fueran tantas, si tan solo Loki no sintiera ríos ese dolor en su interior.
- Andriade es muy poderosa, pero no creo que madre permanezca en el Valhalla por falta de poder - Loki cambio por un momento de posición, girando a ver dentro de los ojos azules a los que tanto adoraba.
Le sorprendía lo mucho que su hermano había madurado en esos últimos años, su forma de pensar ya no era atolondrada y egoísta.

Antes Thor, prefería usar su fuerza mas que su cerebro, hoy día podía entregar un cincuenta cincuenta, tal vez un poco más de cerebro... Loki contempló con admiración durante esos mismos años, como su hermano creció acordé a pasado su tiempo en Midgar. Thor se transformó en todo un Dios y así Loki vio nacer, un Padre de Todo.
- Tienes razón, madre no iría donde ella no quisiera ir - Volviendo a su posición, de espalda a Thor, centro su atención nuevamente en el pesaso libro que sostenía en sus pálidas manos.
Thor posó la suya en la cintura de Loki y luego la subió por su melena.
Recorrió los sedosos cabellos negros, enredados entre las cuentas... de una forma tan distraída, que junto a la aterciopelada voz de Loki recitando los poemas del libro se dejó llevar, acostado sobre el respaldo de la tumbona en la que ambos descansaban, en la terraza más grande del área común de la torre Stark.

- Los humanos son muy complejos, en su forma de ser... - Loki asintió al comentario distraído de su hermano.
- Es su falta de tiempo en esta vida, ellos viven corriendo, no tienen tiempo de seguir sintiendo odio por milenios o librando guerras por siglos - Loki se interno en su explicación - Su vida es tan escasa, que si no la viven la desperdician... Eso hace que evolucionen tan libremente - Thor se incorporó, quedando pegado a la fina espalda de Loki, dejo su mejilla descansar sobre los finísimos pómulos del Dios y sin mas beso la blanca mejilla de su amado Loki.

Cuanto adoraba esa mente incisiva, y esa piel suave como la más blanca y fina porcelana...
El rubor rápidamente reemplazo el pálido tono. Típico de la tez limpia del Dios del engaño, dejándo de un leve rosa pálido en su lugar.
Thor amaba ese tono en las mejillas del menor, un suave sonrojo que solo su hermano podía colorear.
Lo había hecho desde niño, tomando su delicada mano de forma tan distraída mientras caminaban por los jardines de su madre o en una celebración, con copas de más, acariciando sin pena la columna vertebral de Loki, al son de una canción, cantada alegremente por los asistentes, allí estaba, ese sonrojo tan puro y disimulado...
Pero que Thor entendía era parte de la forma maravillosa de ser de su amado hermano.
- Me maravillas... Eres una mente brillante hermano - Loki podía sentir el fulgor de ese beso en su mejilla y la sonrisa ladina de Thor....
Sintió a su hermano mayor separarse de su agarre a su cintura, para volver a su posición inicial, hasta quedar recostado contra el respaldo de la tumbona, sonriente, feliz...
- Ven aquí - Tan propio de Thor era dar órdenes claras y directas, como esa... Ven aquí, ven aquí junto a mi que te quiero abrazar, pero no lo decía de esa forma, se limitaba a tener una clara intención y fijaba su objetivo claro, conciso y seguro.

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