Extra 2. Rojo y Naranja

60 5 21
                                    

Para Paloma ( VincaGnone )

por enseñarme a compartir

mi mundo privado.

No es fácil ser un dios.

No es fácil querer vivir tu propia vida cuando ya han elegido tu camino, cuando sabes qué es lo que tienes que hacer, cuando tiene algo a lo que atenerte. Pero no siempre es así; en mi caso nunca lo fue. Mis queridos hermanos siempre tan rectos, tan ególatras, tan ciegos no vieron en lo que nuestra creación se convertía. No vieron las guerras, el hambre, las epidemias.

Ángel en su querido trono de cristal sólo se preocupa por hacer que pague una muerte que no causé y se afana en ello. Todos los días pierdo a algún demonio y todos tienen el mismo común denominador: los ángeles, seres alados que han olvidado para qué fueron creados y ahora hacen la guerra sin más afán que exterminar a los míos. Oh, y nosotros respondemos, claro que lo hacemos. Y esto es un nunca acabar. Si ellos matan nosotros también; es así de simple...pero cada muerte se clava en mi corazón, ese que aquel día replegué a un lugar oscuro para no tener que usarlo jamás.

Gaia, mi querida hermana, diosa de la creación, ¿dónde estás? ¿No ves que tus hermanos te necesitan? ¿No ves la destrucción que causamos entre nosotros? ¿Qué es lo que ocupa tu tiempo? ¿Qué es más importante que salvar a tus hermanos de su propia destrucción?

Nunca tendré respuestas a estas preguntas, igual que nunca te volveré a tener entre mis brazos; fuiste el último de una larga lista de amantes y acabaste como ellos, asesinado a manos de mi hermano. Nunca le perdonaré el haber visto tu cuerpo quemarse en las llamas, ni que tú me sonrieras y dijeras que me querías delante de todo aquel pueblo de fieles que nos sacaron de nuestra cama a mitad de la noche con horcas y antorchas.

Los maté. A todos. Con esa furia que nunca te dejé ver porque quería protegerte.

A pesar de estar convencido de que todos estaban muertos, envié un grupo de demonios a investigar las casas por si todavía quedaba alguno. Me dijeron que no quedaba nadie y que habían prendido fuego al pueblo.

Tu venganza no había hecho nada más que empezar. Durante años ahogué mis penas en sangre, alcohol y sexo hasta que hace quince años apareció una humana que me abrió los ojos y que me dejó sin mi mejor general. Mi hermano intentó secuestrarla pero no lo consiguió. Ahora está sentando en su trono de cristal disfrutando de su venganza momentánea.

Pero yo no he venido a hablarte de mi hermano, sino de un joven que me salvó. Alguien al quien he entregado mi corazón y mi vida. Es el que me ha sacado del negro pozo de mi alma, el que arrancó tu doloroso recuerdo de mi piel. Me ha curado todas y cada una de las heridas que tu ausencia dejó. Cada poro de mi piel le reclama, le necesita.

Tiemblo siempre que le tengo cerca, que sus suaves y finos dedos rozan mi piel o uno de sus rizos cae sobre mi mejilla. Mas no voy a ser yo quién te lo cuente.

No.

Porque no puedo hacerlo.

Porque le he perdido igual que te perdí a ti.

Porque el simple hecho de estar sin él produce un vacío en mi corazón que solo soy capaz de rellenar con sangre y alcohol. Recuerdo que nunca te gustó que yo solucionase mis enfados matando prisioneros pero bien sabías que era lo único que me calmaba para luego poder estar a tu lado.

He traído a Jesse a tu tumba. Le he enterrado junto a ti porque sois a los que más he querido, a ti por ser darme el amor que merecía y a él por ayudarme a dejar de amarte aunque ya hacía mucho tiempo que no lo hacía. Su madre, que también fue la tuya, me ha dicho que volverá pero yo no la creo. Los demonios no pueden volver porque su alma se extingue para siempre.

Sin saber lo que somos (Homoerótica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora