Primera parte: Volverte a ver

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Volverte a ver es todo lo que quiero hacer

Volverte a ver para poderme reponer

Porque sin ti mi vida yo no soy feliz

Porque sin ti mi vida no tiene raíz.

Volverte a ver. Juanes.

Shion

Había pasado una noche estupenda. El hombre era bastante guapo. Sobre todo, me llamaron la atención sus ojos amarillos que me recordaban a los de una pantera, también hay que decir que ésta clavaba bien las uñas, las marcas en mi espalda lo confirman. Le dejé una nota con mi número de teléfono por si acaso le apetecía llamarme un día, aunque lo dudaba Posiblemente, tiraría la servilleta en la que se lo había dejado escrito.

Entré en el piso y vi a Jessica con una bata morada y el café en las manos. Mi relación con ella había mejorado y ahora éramos amigos. Por su cara deduje que había pasado la noche en compañía, se ofreció a hacerme el desayuno, que no rechacé y me preguntó por mi noche.

—Parece que tu ligue de anoche era un vampiro—dijo refiriéndose a las marcas de mi cuello.

—Más bien una pantera—comenté dejando la taza en el fregadero. Ella alzó una ceja y rio—. Voy a la ducha.

—Yo que tú no entraría—la miré encarnando una ceja—. Hay algo que no te va a gustar.

Del baño salió una chica pelirroja, vestida con un vestido verde cortísimo y tras despedirse se marchó de allí.

—No sabía que también te gustaban las mujeres.

—A mí me gusta todo—dijo sonriendo. Con un suspiro entré en la ducha.

Sikamaru

—Buenos días—saludé a Rukia que entraba por la puerta en aquel instante. Ella miró la taza que sostenía ente las manos con ansia, deduje que no había desayunado y mientras se cambiaba le preparé uno. Al poco, apareció con una bata de satén azul que le regaló su padre muchos años atrás. Se sentó en una de las sillas y le puse su desayuno en la barra americana.

—Tú ligaste anoche—afirmó. Yo la miré incrédulo, me había asegurado de tapar todas las marcas, o eso creía—. Es la primera vez desde que el imbécil te dejó que me saludas con una sonrisa.

—No le llames imbécil.

—Lo es—suspiré. Durante un rato no dijimos nada. Siempre teníamos este tipo de problemas. A mí no me gustaba que lo insultase y ella pasaba de mí. La observé y me fijé en que estaba jugando con una servilleta—. Y dime, ¿era guapo?—asentí—¿Follaba bien?

—Sí.

—Parece que tú también, ya que te ha dejado el número de su móvil.

Le arrebaté el papel nada más que me lo enseñó y lo apreté contra mi pecho. Rukia siguió haciendo preguntas, se las respondí todas, de esa manera conseguía que me dejara en paz hasta que me ligase a otro. Miré mi mano y sin querer memoricé el número. Tal vez le llamase algún día.

Sin saber lo que somos (Homoerótica)Where stories live. Discover now