Capítulo 41 [Maratón: Un cumpleaños con buen comienzo... y mal final].

1.6K 136 85
                                    

Maratón 2/5:

Justo al dejar mi dormitorio, la música pareció golpearme con bastante fuerza. Cold Watter del Yastin retumbó fuertemente en mis oídos, mientras las luces de discotecas se plasmaban en las paredes, el piso y el techo con rayas, colores y relámpagos. Junto con mis amigas bajamos la escalera, mirando todo el lugar con la boca abierta.

Antonella se lució con los preparativos: el salón de los Gutiérrez no parecía ser eso sino más bien una discoteca llena de gente que bailaban entre el vapor que emitía la máquina de humo (Diego y Néstor consiguieron instalarla sin que se los comiera, ¡bien!). A todas las conocía, por supuesto: Cameron Boyce y su novia Camila, Jake Short y París Berelc, los chicos de Nick, mis primos, Rydel y Ellington de R5, los de The Rivens. Claro, todos estaban tan ocupados moviendo el esqueleto que apenas me vieron. No me importó, porque yo me enfrasqué en localizar a Honguitochico, a quien no encontré sino hasta que crucé el mar de personas hacia la entrada.

—¡FOGELMANIS! —Gritó Sabrina por encima de la música, corriendo hacia él como una loca—. ¡DAME UN CONDÓN!

Casual. Discreta. Esa es Sabrina Carpenter.

Luego de que un confundido Honguitochico le pasase un preservativo a mi desesperadamente virgen amiga —y que esta le pegara por desvirgarme—, por fin pude acercármele. Las muchachas se quedaron atrás, para observarlo todo y darnos su versión de privacidad al mismo tiempo.

Cuando nuestros ojos se cruzaron, ambos nos dimos una repasada de arriba hacia abajo sin nada de disimulo.

Estaba vestido con una camisa blanca con rayitas negras, abierta sobre una camiseta clara, que a su vez estaba metida por dentro de jeans negros que lo hacían ver elegante pero informal al mismo tiempo. Llevaba su pelo corto levantado, como siempre desde que se lo había cortado, solo que un poquito más largo. Y por alguna razón extraña, se había puesto unos lentes de montura ovalada.

—¿Qué onda con las gafas? —pregunté al estar frente suyo.

—¿No te gustan? —frunció el ceño.

—Sí, te ves como un chico tumblr bien sexy. Lo que pasa es que no sabía que estabas ciego.

—No lo estoy, estos son falsos —sonrió, acercándose un poquito más—. Pero si tú fueses sol, nena, créeme que ya me hubieses cegado con tu brillo.

Lo miré con una ceja alzada.

—¿Ese de qué volumen de conquista vino?

—Del curso gratis por internet —suspiró, cohibido.

Reí. Dios, ¿por qué siempre tengo que arruinarle sus intentos de cortejo?

Alegre, lo abracé. Corey no tardó en rodearme con sus brazos y alzarme unos centímetros, recordando que puede conmigo. Hundí mi nariz en su cuello, respirando su delicioso olor, que ahora venía acompañado con un curioso aroma extra, seguramente colonia.

—Por cierto —murmuró—. Katherine no se equivocaba: me mataste.

—Pero yo te veo vivo.

—¡Sarcastichica!

Me reí contra su cuello.

—Ya, ya, perdón... A ver, dime algo bonito y te prometo que no replicaré nada sarcástico.

Corey se lo pensó unos segundos, y luego pegó sus labios a mi oído, susurrando:

—Feliz cumpleaños, amor de mi vida.

Y menos mal que me tenía fuertemente agarrada, porque si no ya estuviese derretida ahí mismito, en el piso.

Le miré sonriendo, e iba a responderle con lo mismo de no ser porque en ese momento toda la gente comenzó a aplaudir y a silbar. Me di la vuelta, notando así que todos los que antes bailaban o simplemente no prestaban atención, ahora nos gritaban "¡Feliz cumpleaños, Cogelmanis!" o "¡Que cumplan muchos más!" o "¡Embarácense y háganme padrino de sus hijos!" (ese fue cortesía de Riker Lynch).

A Nuestro Estilo [Corey Fogelmanis y Tú] {AEDDC#3}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora