Capítulo 40 [Maratón: Un cumpleaños con buen comienzo... y mal final].

2K 153 89
                                    

Maratón 1/5:

Antonella nos arrastró a Froy y a mí para que le ayudáramos a teñir el disfraz de Diego, mientras este había salido a comprar bebidas que se beben para beber, según lo explicó.

—Admito que cuando me dijiste que comprara tintes azules no pensé que teñiría a un oso, Miss Perver. Tacho eso de mi lista de cosas por hacer antes de morir.

—¿Por qué mierda tienes en tu lista teñir a un oso? —pregunté.

—No es lo más raro. Lo primero es bailar el vals con un extraterrestre.

—Entonces esa ya la cumpliste al bailar con _____ —dijo Anto.

Froy sonrió. —¡Cierto!

Les di un zape con la caja de un tinte a los dos.

—Esto ya está listo.

El disfraz de oso había pasado de ser del color de la mierda al color de la mierda de un viejo que come arándanos.

—Bien, ya tenemos al oso azul. Perfecto. Ahora, ¿cómo sabremos si Diego se lo va a poner?

—Eso ya lo tengo planeado —dijo Anto.

Plan de la venganza de Antonella número dos: atraer a Diego al ático que estará a oscuras, persuadirlo de que se ponga el disfraz previamente cubierto de pegamento para sellarlo (tranquilas, se diluye con agua) y luego bajar a la fiesta para que todo el mundo se burle suyo. Y lo harán, porque a Anto no le bastó solo con teñir al pobre oso. No, también le había puesto una pataleta rosa (gracias por dejar tu ropa interior tendida a simple vista, vecina gorda de enfrente), pintado la boca del oso de rojo puta y había pegado un papel en el trasero que decía "inserte su BEEP aquí".

Conclusión: Diego sería una osa prostituta llamada Gruñoncita.

Eran eso de las seis cuando volvió junto con Néstor. Ambos traían bolsas con todo tipo de bebidas alcohólicas para servir solas o mezcladas. Inmediatamente se me vino a la mente aquella vez que Jake Short metió esas cosas de contrabando en mi fiesta de dieciséis, emborrachando a la mitad de la gente (él incluido) y logrando que Peyton se le declarase a Rowan. Sonreí, preguntándome si esta vez sucedería lo mismo.

—¿No tendremos problemas con la policía, verdad?

—El señor Jacobs se encargó de eso —explicó Néstor—. Podremos hacer y consumir lo que queramos siempre y cuando no sean sustancias ilegales y no muera nadie

—Dios bendiga a Mich —dijo Diego.

Néstor me sonrió.

—Feliz cumpleaños, enana.

—Gracias, Sullivan.

—¡Eh, así nada más le digo yo, maldita copiona! —chilló Anto, que bajaba secándose las manos. Seguramente se había estado quitando los restos de tinte—. ¡Uy, alcohol! ¡Esta noche nos vamo' a descontrolaaaar!

Y de la nada me empezó a twerckear.

—¿Por qué me haces eso a mí y no a mi hermano?

—No te quejes, nena. Solo gózalo.

Froy negó con la cabeza.

—Si así es sobria, no quiero verla borracha.

Yo no creía que eso llegase a pasar de todas maneras: Antonella aguanta más tragos que alcohólico experimentado. Incluso puede ponerse a beber ahorita mismo y para las cinco de la mañana estará súper hiperactiva —probablemente moviendo el culo en mi cara, como ahora—, más no borracha.

A Nuestro Estilo [Corey Fogelmanis y Tú] {AEDDC#3}Where stories live. Discover now