¿Por qué a casa no?

35.7K 2.3K 142
                                    

Echa un manojo de nervios me giro para verlo. Y decir que poder encontrar sus ojos es poco.

Su bronceado y muy trabajado torso esta expuesto a cualquier mirada. Lleva un pantalón de pijama y una taza de aparente café en sus manos. Mis ojos viajan desde sus descalzos pies hasta sus bíceps, y de regreso.

Muerdo incondicionalmente mi labio inferior cuando me centro en su abdomen.

—Te gusta lo que ves, ¿hum?— apenada bajo mi vista y lo escucho reír a lo bajo.

—Ya me iba, como lo pediste.

—Perfecto— musita y no dejo de ver el piso— suerte en lograr llegar a tu hogar.

—¿Dónde estoy?— le pregunto.

—En casa de mis padres, y mía.

—Ya se que estoy en tu hogar.

—Estas a una hora de tu casa, pero a pie es más.

Este día no puede ir peor.

—Creo que mientras más pronto me vaya, más rápido llego.

—Exacto— dice como el más obvio.

Lo observo unos segundos- Me tengo que ir, gracias.

Abro la puerta y sin esperar más, salgo. Veo a mi alrededor y no puedo evitar sentir la mirada de los jardineros o mayor domos, ateniendo las grandes casotas, o los jóvenes millonarios haciendo deporte a la intemperie. Acelero el paso y bajo mi vista a mis descalzos pies. Realmente no se a donde voy, pero se que este lugar debe tener una salida.

Luego de unos largos minutos, inicio a escuchar autos, y creo que estoy cerca de una avenida principal. Por lo menos ya salí de ese lugar.

Escucho un auto venir a toda carrera detrás de mi y me giro para observarlo pasar, sin embargo, se detiene a mi lado. Luego de lo pasado en la noche de ayer le tengo todo temor a alguien que me acose.

Me quedo congelada y veo como la oscuridad del vidrio desaparece conforme desciende y me permite ver al conductor.

—Sube— ordena aquel propietario de la casa donde dormí y yo niego.— Bueno, si prefieres ir caminando, estoy de acuerdo.

Inicia a subir el vidrio y lo detengo. Algo me dice que esta es la mejor opción. Es esto o caminar cuarenta minutos, o más.

—Esta bien.— Rodeo el auto y me subo en el copiloto.

—Ponte el cinturón— otra persona lo haría, pero no yo, no sabiendo como los cinturones de seguridad dividen todo a su paso hasta dejar ver mi alma.

—Así estoy bien.— digo sin observarlo y siento su vista esperar algún movimiento mío.

Le doy una mirada rápida y lo observo desabrochar su cinturón y acercarse a mi. Lo tengo tan cerca que temo hasta respirar.

—No fue una pregunta.— tira del cinturón, lo pasa por en medio de mi, y termina abrochandolo a mi costado. Luego toma el cinturón de fajillo, lo pasa por mi cintura para luego también abrocharlo en uno de mis costados. Me quedo quieta como una estatua, tenerlo tan cerca no es algo acogedor.

Observo mis lolas y decir que me siento incomoda es poco. Se han dividido dejando su tamaño a la poca imaginación. Tragame asiento, por favor.

Arranca el auto y yo solamente me quedo quieta, y en silencio. Sin embargo una duda se apodera de mi mente; ¿qué paso anoche?.

Lo observo fijamente conducir y debo admitir que se ve demasiado sexy. Su mano izquierda esta en el volante, y la otra, en la palanca de velocidades, moviéndose como toda una experta. Observo su rostro de concentración y Santa Virgen, este tipo se ve bien en todos sus ángulos. Una sonrisa torcida se dibuja en su angelical rostro.

—Te gusta lo que ves ¿no?.

—Yo... mmmm... Lo siento— mierda, me atrapo viéndolo, me remuevo nuevamente en mi asiento pero aquella pregunta vuelve- ¿qué paso anoche?.

Tapo mi boca al darme cuenta de la estupidez que acabo de hacer, pero a él no parece afectarle.
Gira bruscamente a la derecha, y luego a la izquierda, luego se detiene en un semáforo y su mirada y la mía se encuentran.

—Dime Bree, ¿por qué a tu casa no?— lo observo ceñuda sin saber de que habla.— ayer, en tu yo borracha, me dijiste que no te llevara a tu casa, ¿por qué?.

—Yo.... Yo estaba borracha... Ya sabes.... No sabemos lo que decimos.— Él parece no creerse nada de mi respuesta pero le da igual— oye... Tu y yo ayer....

—No— interrumpe frío— ayer me pediste que me quedara hasta que te durmieras, me acosté a tu lado, pero te enganchaste de mi y cuando te creí dormida, en realidad, el dormido ya era yo.

—Lo siento— agacho mi vista y observo su mano tomar nuevamente la palanca de velocidades, aparentemente el semáforo se dignó a ponerse en verde.

El resto del camino me la pase observando la ventana. ¿Cómo estará Charlotte? ¿Si habrá llegado a su casa?.

—Llegamos— doy un pequeño saltito del susto.

—Gracias...— ni su nombre me se.

—Tyler— agrega. Que bonito nombre.

—Si, Tyler.

Me quito el cinturón de seguridad y estoy por abrir la puerta cuando escucho la suya cerrarse, lo veo rodear el auto y llegar hasta mi puerta para después abrirla.

—Gra...gracias— el aire abandono mis pulmones por completo. Nadie, nunca había tenido un gesto de generosidad así conmigo. Si, así de jodida estoy.

Salgo del auto y quedo a sólo unos centímetros de él.
Siento sus ojos buscando los míos pero no me siento capaz de levantar la vista. No teniéndolo tan cerca a mi.

—Cuídate Bree.— ahora si lo observo. Y la forma en la que el me mira me deja sin aliento.

Trago grueso antes de decir.— Tu igual, Tyler.

Me da una última mirada, y yo paso por su lado.

Llego a la entrada de mi casa, saco las llaves y abro, me paso y antes de cerrar la puerta, me giro para ver si el sigue ahí, y si, esta recargado sobre la puerta de su auto deportivo, observándome.

Le doy una última sonrisa y él nítida mente la corresponde. Cierro la puerta poco a poco hasta tener sólo madera frente a mi.

—Tyler— repito su nombre para mis adentros y suelto un suspiro.

Todo por un Touchdown °|ADJ#1|°©Where stories live. Discover now