Capítulo 11

1.7K 268 3
                                    


"Lo recordaré."

"Es decisión tuya. Pero a veces considerarás mucho más fácil no recordar. El olvido puede otorgar una especie de libertad." 

(Neil Gaiman)


Camden contó diez pasos antes de escuchar que alguien se acercaba por el camino lateral que llevaba hasta el jardín. No le costó el menor esfuerzo imaginarse quién podía ser, pues solo había una persona que acudía a su encuentro así. Enérgica, segura y con total confianza.

–Alina.

–Hola, Cam.

Él giró, a tiempo para no perderse su sonrisa de diversión. Sí, la había reconocido sin siquiera mirar. ¿Por qué eso la hacía tan feliz? Era, nuevamente, uno de esos misterios de la vida.

–¿Qué haces aquí?

–¿No me dijiste que siempre podía visitarte?

–Bueno, sí, pero pensé que tú...

–No –Alina se acercó y aspiró hondo–. Siempre me ha gustado el aroma de este jardín. Es único.

–Es tuyo.

–Nuestro, quizá. ¿Mío? Oh no, nunca ha habido nada en esta mansión que pudiera pertenecerme.

–¿Ni siquiera yo?

–Mucho menos tú, tonto –Alina esbozó una amplia sonrisa–. ¿Qué hacías?

–Caminar.

–¿Puedo caminar contigo?

–Caminaba en silencio.

–Puedo mantenerme en silencio.

–¿Tú?

–Sí. Yo. ¿Lo dudas?

–No sé si alguna vez has podido mantenerte...

–¡Seré invisible! –exclamó, cortando sus protestas–. Vamos, Cam.

–Alina...

–Ni siquiera notarás que estoy ahí.

–Eso sí que es imposible –Camden clavó sus ojos oscuros en ella–. No puedo evitar notar cuando estás ahí.

–¿Camden?

–Acompáñame, Lina –la tomó de la mano y, sin soltarla, empezó a caminar en absoluto silencio.

Aspiraba el aire a su alrededor. Una y otra vez. Se detuvo, cerró los ojos y apretó la mano de Alina. Era como un ancla que lo aferraba, manteniéndolo en tierra firme cuando sentía que estaba a punto de naufragar. A un paso de hundirse y dejarse llevar por la tormenta.

¿Y cuál era la tormenta? Ya ni siquiera estaba seguro de eso.

–Pensé que no volverías.

–¿Por qué?

–¿Por qué? –Camden la había conducido hasta el límite norte del jardín. Le mostró una glorieta cercana e hizo que se sentara dentro. Él permaneció a la sombra–. Sé que lo que hice te disgustó.

–No.

–No mientas, Alina.

–No me disgustó. Solo... no creo que haya sido la mejor manera.

–¿De qué? ¿De volver a salir con alguien?

–Ojalá fuera eso. Si quisieras salir con alguien más, no me preocuparía. Pero, no es eso lo que pretendiste con aquella declaración.

Infinitamente - Primera Parte (Sforza #7)Onde histórias criam vida. Descubra agora