Capítulo 3

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"Durante los tres días siguientes, [...] fue, más que la sombra, el propio aire que el músico respiraba. La sombra tiene un grave defecto, se le pierde el sitio, no se da con ella en cuanto le falta una fuente luminosa." (José Saramago)


Camden se detuvo en el umbral de la puerta, observando con atención la escena que se desarrollaba frente a sus ojos. Inusual no sería la palabra adecuada, ya que, el hecho de que sus mejores amigos, excepto uno, estuvieran presentes para cenar en su casa no sería novedoso. Y, sin embargo...

Se sentía extraño. Quizá debía esperarlo, que al final se presentaran ahí, pero, ¿por qué precisamente esa noche? Después de todo, quizá sí era a propósito. O, él estaba completamente paranoico.

–Buenas noches –pronunció tras un breve carraspeo.

Su madre, Stella, fue la primera en mirar hacia él, con aquel gesto de suave preocupación que ahora parecía dedicarle cada tanto. Suspiró e intentó una sonrisa.

También se encontraba presente su padre, Cayden, enfrascado en una curiosa conversación con Kieran, su hermano gemelo, quien se esforzaba por no mirar en su dirección.

Sienna, su hermana mayor arqueó una ceja y señaló con un gesto de la cabeza a su lado, como invitándolo a pasar. Camden no pudo evitar una sonrisa ante eso.

Finalmente, el cuadro lo completaban Alina y Pietro, sus mejores amigos, además de Adrienna, cuyo lugar estaba ahí, como si ella fuera a llegar.

No. No era su lugar. Había solo un lugar más preparado, el suyo. Naturalmente, ¿por qué prepararían un lugar en la mesa para alguien que estaba muerta?

–Camden, ¿qué haces? –su madre le echó una mirada impaciente–. Están esperando que tomes asiento para servir la cena.

–¿Ah? –Camden exclamó, desconcertado. Miró detrás de él y, en efecto, el ama de llaves intentaba disimular su irritación ante la postura que había adoptado y le impedía pasar–. Lo siento.

–Sólo vaya a su lugar –murmuró la mujer, negando lentamente. Añadió en voz firme y alta, una vez que Camden estuvo en su lugar y los platos fueron rápidamente servidos–. La cena está servida.

–¿Qué hacen aquí? –musitó Camden, girando hacia Alina, quien se llevaba la cuchara a la boca y la dejó suspendida ante su pregunta–. Lina, ¿qué sucede?

–¿Qué sucede? ¿Es en serio? –Alina inquirió indignada. Y, aunque su tono no había sido particularmente alto, el silencio que reinaba hizo que llamara la atención de todos–. Estábamos preocupados por ti, Cam.

–¿Por qué? –preguntó, intentando fingir inocencia.

–¿Por qué? –Pietro intervino en la conversación, incrédulo–. Has faltado a clase desde el día del funeral y preguntas ¿por qué?

–¡¿Qué?!

Camden cerró los ojos por un segundo ante el enfado que se había colado por la voz de su madre. Ahora, no tendría más remedio que aceptarlo.

–Sí.

–¿Sí? ¿Sí, qué? ¿Cómo que no has ido a clases? ¿Camden Sforza, qué...?

–Stella, cariño, estamos cenando –interrumpió su padre, con firmeza–. Puede esperar –tomó su mano a través de la mesa y curvó los labios, medio sonriendo–. Evidentemente, si nuestro hijo no ha ido a clase, no esperará a ir a ningún lado ahora. ¿Cierto, Camden? –la voz, engañosamente descuidada de su padre, era suficiente para que le diera escalofríos, así que asintió–. ¿Lo ves? Come amor, se enfriará tu cena.

Infinitamente - Primera Parte (Sforza #7)Where stories live. Discover now