Capítulo 4

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Capítulo 4

"Contemplaba el cielo estrellado, deseando saber si habría alguien en algún lugar del mundo encaminándose hacia mí. Era como la luz, que va de una estrella a otra. Luego apareciste tú. Y después nos separamos. Esperábamos la juventud, pero nos equivocamos el uno con el otro." (Jimmy Liao)

–¿Alguna vez piensas en ella?

Camden detuvo la mano lentamente, como si le costara dejar de escribir y concentrarse en la pregunta que Lina acababa de hacerle.

–¿Lo haces? –presionó–. ¿Pensar en ella?

Cada. Maldito. Segundo.

No dijo nada. Se limitó a encogerse de hombros y continuó con la vista clavada en el cuaderno. Era una tarea aburridísima.

–Yo lo hago, ¿sabes? Muchas veces la extraño –continuó Alina, como si él estuviera interesado en lo que ella tuviera que decir sobre el asunto–. Especialmente en aquellos momentos en que todo se vuelve tedioso. Siempre podías contar con Adrienna y su particular visión del mundo para ser feliz.

–Hummm, ¿crees que esta sea la respuesta? –Camden elevó su cuaderno y lo puso frente a la cara de Alina–. ¿Es correcto?

–Cam, yo... –se mordió el labio, avergonzada– solo me preguntaba si es feliz.

–¿Qué? –inquirió, incrédulo.

–Adrienna, quiero decir.

–Sí, pensé que a ella te referías.

–Entonces, ¿qué piensas?

–¿De verdad? –Camden soltó una risita seca–. Está muerta.

–No es eso lo que pregunté.

–Lina, una persona... muerta –vaciló y tomó aire–, alguien así no puede ser feliz.

–¿Por qué no?

–¡Porque está muerta!

–¿Y eso qué? ¿Has estado muerto alguna vez para saber con certeza que no puede ser feliz?

–Si es así como ustedes hablaban no me extraña que ella tomara tal decisión.

–¿Qué has dicho? –Lina lo miró, dolida.

–¿Por qué insistes en esto?

–Quiero saber si lo encontró. Su lugar. ¿Recuerdas? Siempre hablaba de él.

–Alina, detente.

–Pero, Cam...

Él recuperó su cuaderno rápidamente, borró la respuesta que había escrito y colocó otra. Volvió a enseñárselo a Alina.

–¿Esta es la respuesta?

–Sí.

–Bien –Camden dejó a un lado el cuaderno. Se recostó en el sofá, colocando su cabeza en el regazo de Lina. Cerró los ojos–. Nadie que se haya ido de la manera en que ella lo hizo puede ser feliz. Nunca –murmuró y a continuación fingió que dormía. Alina suspiró y empezó a acariciarle el cabello, con gesto distraído.

Poco tiempo después, Pietro entró en la casa y resopló de frustración ante la escena que se presentaba. No era nada nuevo y, realmente no debería significar nada, pero lo hacía. Ahora, de alguna manera, era distinto... nunca antes...

–Hola, cariño –susurró Alina esbozando una sonrisa dulce. Ella no lo notaba, ojalá fingiera que no lo hacía, pero de verdad no lo notaba–. ¿Estás bien?

Infinitamente - Primera Parte (Sforza #7)Where stories live. Discover now