50 Sombras de Bieber Cap 10

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Capítulo 10.

En el aparcamiento del Heathman siento vibrar mi Blackberry a través del bolsillo de mi americana. Sin dejar de andar hacia el ascensor que conduce al vestíbulo miro la pantalla. Es…

- ¿_____?

Su voz pastosa me llega confusa en medio de un caos de sonidos. Música, conversaciones amortiguadas, entrechocar de vasos. Inmediatamente, una alarma se dispara en mi cerebro.

- Tienes una voz muy rara -le digo, preocupado.

Es más un pensamiento en voz alta. Ahora mismo estoy inquieto, había dado por perdida la batalla por hoy, y esta llamada es una victoria tan inesperada que por un instante no sé muy bien cómo reaccionar.

- No, tú… Tú eres el raro, no yo –se le traban las palabras.

¿Está borracha?

- ¿Has bebido, ______?

- ¿Y a ti qué te importa? – Etílica, está etílica. Ahora lo sé.

- Tengo… curiosidad –(tengo ganas de protegerte, de azotarte, de mantenerte segura, de castigarte por tu inconsciencia)- ¿Se puede saber dónde estás?

- Pues en un bar.

- ¿En cuál? -insisto.

Estoy fuera de mí. _____. Sola. Borracha. En un bar. Siento bajar por mi garganta una bola de plomo, fría como el hielo, que se asienta pesada en mi estómago. Tengo que encontrarla, y cuanto antes mejor. Tengo que aprovechar esta oportunidad y el tiempo juega en mi contra. Pero con la tozudez y la osadía propias de los ignorantes y los borrachos _____ esquiva una y otra vez mis preguntas, y se niega a darme la dirección, siquiera el nombre, del antro donde se encuentra. Me cuelga el teléfono. ¡A mí!

Aturdido, miro a mi alrededor. Mis pasos me han guiado inconscientemente de vuelta hasta la puerta del coche. Desde el ascensor mi hermano me observa enarcando las cejas. Me había olvidado de él.

- ¿Dónde vas? ¿De qué iba todo esto?

- Cambio de planes, Elliot. Conduce tú, por favor, yo te daré las indicaciones. Necesito que me lleves a un bar –mecánicamente activo el rastreador de llamadas para localizar a Anastasia.- Sal del aparcamiento. Vamos…-el indicador se para- a un bar.

- ¿Un bar? ¿Tú? ¿Ahora? Vaya, vaya, Justin Bieber, así que el rey del autocontrol también pierde los papeles de vez en cuando, ¿no? ¿Quién es ella?-

- Es…una amiga. Creo que está en apuros. Vamos, no quiero perder el tiempo.-

- ¿Pero aprovecharemos para tomar una copa, no?-

- Calla y conduce. Aquí, gira a la izquierda.-

Mi GPS ha tardado tan sólo unos segundos en localizar la llamada. Voy guiando a Elliot a través de la noche. Sé que no tardaremos mucho en llegar, apenas unos minutos; ya me siento más calmado, vuelvo a tomar las riendas. Estoy actuando para cambiar las cosas. Nunca me ha gustado ser un mero espectador. Sólo un pequeño detalle antes de verla: yo siempre tengo la última palabra. Marco su número en la Blackberry y me la acerco al oído mientras suena el tono de llamada.

- Hola -contesta.

- Estoy yendo a buscarte -cuelgo. Así está mejor.

Las indicaciones del navegador nos han llevado a un aparcamiento frente a un bar lleno de estudiantes borrachos y ruidosos. Bajo del coche antes de que pare del todo. El golpe de la puerta y mis propios pasos sobre el asfalto ahogan las palabras de Elliot. ¿Qué? ¿Quién? ¿Dónde? ¿Por qué? ¡Joder Elliot, cállate ya! Estoy inquieto otra vez, ahora que sé que está tan cerca me come la ansiedad; siento que debo apresurarme. Jadeante, mi hermano me alcanza en la puerta del bar.

- ¡Joder, Justin, para un poco! ¿Dónde está el fuego?

- Por lo que yo sé, ahí dentro. Elliot, por favor, ya habrá tiempo para explicaciones, pero ahora tengo algo que hacer, ¿de acuerdo? Espérame en el coche o entra, no me importa, pero cállate.

Asiente con gravedad. Hace años que aprendió a no discutir conmigo. Al abrir la puerta una vaharada de alcohol, música estridente y el sudor y las feromonas de una marea de universitarios descontrolados me golpea el rostro. El bar está atestado, no va a ser tan fácil encontrarla. Por fin, en una mesa del fondo, observo un rostro conocido: la señorita Kavanagh, la amiga de _____. Me acerco a ella, que levanta la mirada hacia mí, sorprendida.

- Señor Bieber –tampoco ella se alegra mucho de verme.

- Buenas noches, señorita Kavanagh. Espero que esté disfrutando de la velada. Estoy buscando a la señorita Steele.

- ¿Por qué? -pregunta desafiante.

La misma Kate insolente de siempre. Respiro hondo y aprieto los dientes, utilizando hasta el último resquicio de autocontrol para contestar de la manera más educada posible. Es una batalla que gano a duras penas.

- Porque creo que puede tener problemas, y quiero asegurarme de que está bien.

Me taladra con la mirada y se produce una pausa eterna. Las conversaciones han cesado a nuestro alrededor, todos sus compañeros están pendientes de nosotros, y el ambiente se torna hostil por momentos.

- Está fuera, ha salido a tomar el aire. Creo que José ha ido tras ella.

¡José! Me giro sobre mis talones para salir del bar, tropezando con una de las sillas, que aparto de un empujón. Por el rabillo del ojo veo que la señorita Kavanagh se ha arrepentido de sus palabras y alarga un brazo hacia mí, con intención de detenerme. En ese momento mi hermano (¡bendito Elliot!) entra en su campo de visión, armado con una seductora sonrisa, y le dice algo al oído. Ella traslada su atención inmediatamente, como si el mundo a su alrededor se hubiera parado, y salgo por fin a la calle, apartando a empellones a todo el que se cruza en mi camino.

50 Sombras de Bieber (Narrada Por Justin)On viuen les histories. Descobreix ara