50 Sombras de Bieber Cap 30

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Me despierto sobresaltado y con un profundo sentimiento de culpa, como si hubiera cometido un pecado terrible.

¿Es porque me he follado a ______ Steele? ¿Una virgen?

Está acurrucada y profundamente dormida a mi lado. Miro el radiodespertador: son más de las tres de la mañana. ______ duerme el sueño profundo de los inocentes. Bueno, ya no tan inocente. Mi cuerpo se remueve al contemplarla.

Podría despertarla.

Follarla otra vez.

Es evidente que tenerla en mi cama tiene ciertas ventajas.

Bieber. Acaba ya con esta tontería.

Tirártela no ha sido más que el medio para conseguir un fin, además de una distracción agradable. Sí. Muy agradable.

Más bien increíble.

Solo ha sido sexo, no me jodas.

Cierro los ojos aunque sé que no podré dormirme, porque la habitación está demasiado impregnada de _______: su aroma, el sonido de su suave respiración y el recuerdo de mi primer polvo vainilla. Me abruman las visiones de su cabeza echada hacia atrás por la pasión, de cómo gritaba una versión apenas reconocible de mi nombre, de su desatado entusiasmo por la unión sexual.

La señorita Steele es una criatura carnal.

Será un juguete al que podré entrenar.

Mi polla se estremece; está de acuerdo.

Mierda.

No puedo dormir, aunque esta noche no son las pesadillas lo que me tiene despierto, sino la señorita Steele, tan menuda ella. Salgo de la cama, recojo del suelo los condones usados, les hago un nudo y los tiro a la papelera. Saco unos pantalones de pijama de la cómoda y me los pongo.

Durante unos instantes, contemplo a la tentadora mujer que yace en mi cama, y luego voy a la cocina. Tengo sed.

Después de beberme un vaso de agua, hago lo de siempre cuando no puedo dormir: echo un vistazo a mis correos electrónicos en el estudio. Taylor ha regresado y pregunta si pueden guardar el Charlie Tango. Stephan debe de estar durmiendo en la planta de arriba. Le contesto al correo con un sí, aunque a estas horas de la noche ya se da por sentado.

Vuelvo al salón y me siento al piano, uno de mis mayores placeres, algo que me permite evadirme durante horas. Sé tocar bien desde que tenía nueve años, pero no fue hasta que tuve mi propio piano, en mi propia casa, cuando de verdad se convirtió en una pasión. Cuando necesito desconectar del mundo, toco el piano. Y ahora mismo no quiero pensar en que le he hecho proposiciones deshonestas a una virgen, en que me la he tirado ni en que le he desvelado mi estilo de vida a alguien sin experiencia.     

Con las manos sobre las teclas, empiezo a tocar y me abandono a la soledad de

Bach.

Un movimiento me distrae de la música y, al levantar la mirada, veo a______ de pie junto al piano. Envuelta en un edredón, con la melena alborotada descendiendo en ondas por su espalda, los ojos luminosos... está arrebatadora.

—Perdona —dice—. No quería molestarte.

¿Por qué se disculpa?

—Está claro que soy yo el que tendría que pedirte perdón. —Toco las últimas notas y me pongo de pie—. Deberías estar en la cama —la regaño

—Un tema muy hermoso. ¿Bach?

—La transcripción es de Bach, pero originariamente es un concierto para oboe de Alessandro Marcello.

—Precioso, aunque muy triste, una melodía muy melancólica.

¿Melancólica? No es la primera vez que alguien utiliza ese adjetivo para describirme.

¿Puedo hablarle con libertad, señor? Leila está arrodillada junto a mí mientras trabajo.

Puedes.

Señor, hoy está usted muy melancólico.

¿De verdad?

Sí, señor. ¿Hay algo que yo pueda hacer...?

Ahuyento el recuerdo.______debería estar en la cama. Insisto en ello



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50 Sombras de Bieber (Narrada Por Justin)Where stories live. Discover now