En realidad, lo que menos me apetecía en ese momento era tener que dar explicaciones.

—No quiero que me cuentes nada, porque se que es algo duro. Ver a tu mujer en el quirófano durante seis horas no es nada agradable.

Antes de que pudiera decir y hacer nada, ella misma se respondió.

—Es una alegría poder decirte que ya está en una sala a parte. La operación ha ido como se preveía.

Sonreí con lágrimas en los ojos.

—Tercera planta, habitación 219. Allí te espera el doctor.

Le agradecí a la señora y fui corriendo a donde me avisó.

La euforia me podía y entré sin avisar, sobresaltando al doctor.

—Que calurosa bienvenida —bromeó—. Tu debes de ser su marido.

Pestañeé un par de veces. Me gustaba el término "su marido".

Asentí con la cabeza.

—La operación ha salido bastante bien. Ha aguantado lo suficiente, pero sigue en coma. Las heridas son profundas y ha perdido bastante sangre.

—¿Pero... Se podrá recuperar?

Él hizo una mueca y se quedó callado.

—Señor Griezmann, lamento comunicarle que es muy difícil que sobreviva. Muchos órganos han fallado. Si sigue en coma hasta, mañana no sobrevivirá.

Negué con la cabeza y mis lágrimas volvieron a brotar. Tanto llorar me estaba dando dolor de cabeza.

—Una última cosa —el doctor me levantó el mentón y apoyó su brazo sobre mi hombro—. Como ya te he dicho, debido a la pérdida de sangre, muchos órganos dejaron de funcionar —el doctor hablaba muy despacio y calmado.

—¿Qué órganos? —pregunté mordiendo mi labio inferior.

—Léa no va a poder tener más hijos, o la posibilidad es muy baja. Sus ovarios dejaron de funcionar y no pudimos hacer nada al respecto. Lo sentimos mucho.

Cogí una bocanada de aire y la solté, intentando relajarme.

—Le comunicaré a sus acompañantes que ya pueden pasar.

—Muchas gracias doctor, pero ya los llamo yo.

El doctor asintió y salió de la habitación.

Me acerqué a la camilla donde reposaba Léa. Mordí mi labio inferior para evitar gritar y acaricié su brazo, lleno de vendas y agujas clavadas en sus venas. También me fijé en que llevaba un respirador, como el de Théo, acordándome en que no tardarían en llegar.

Miraba sus pulsaciones y los botes de suero y sangre que colgaban de la camilla. Negué repentinamente y apreté con fuerza mis labios.

—Eres la mujer más fuerte de este planeta. Sé que puedes salir adelante. Hazlo por ti, hazlo por Adrien, hazlo por mí... Te queda mucha vida por disfrutar, un hijo al que cuidar y otras Olimpiadas que ganar. No sé qué haría sin ti, eres el motivo por el cual sigo adelante. Adrien y tú sois lo más importante de esta vida; no puedo cuidar de un niño yo solo, ¡ni si quiera sé que decirle cuando aparezca aquí!

Le agarré cuidadosamente de la mano y le besé la frente.

—Vas a despertar, tienes hasta mañana para volver, si no... —apreté los ojos, no quería imaginarlo— Morirás. 

Tocaron seguidamente a la puerta. Me sequé las lágrimas y abrí.

—¡Papi! —Adrien me abrazó por las piernas y sonreía.

Á tes souhaits |Antoine Griezmann| #R&RAwards2017Where stories live. Discover now