Chapitre 64.

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24 de julio 2020

Antoine

Volví a marcar el número de Léa desesperado. Caminaba de un lado a otro, con la mirada de Maud sobre mí. Théo, al otro lado del sofá miraba como Hugo y Adrien jugaban juntos.

—¿Qué ocurre? —preguntó Maud frunciendo el ceño.

No le respondí, porque en ese momento Léa me cogió el teléfono.

Antoine, tengo tres llamadas perdidas tuyas, ¿pasó algo? —Léa habló alto, debido al barullo de fondo.

—Tus padres no han llegado aún. ¿Sabes si van a aparecer en el estadio o tengo que ir a recogerlos?

Antoine —Léa suspiró. Oí la voz de Camille de fondo saludándome—, mis padre aparecen en el estadio. Te lo dije ayer.

Suspiré aliviado.

¿Aún no habéis llegado? La presentación comenzará en menos de una hora.

—¿No empezaba a las ocho? —pregunté dudando.

—¡Sí! —exclamó Léa—. ¡Son las siete y cuarto!

Abrí lo ojos perplejo y miré mi reloj de muñeca. Me despedí de Léa rapidamente.

—Corran —recogí y metí las últimas cosas en la mochila—. Llegamos tarde.

Théo miró la hora en el reloj de pared.

—Relájate. Son las seis y cuarto.

—Son las siete y cuarto.

Théo miró la hora en su móvil y en seguida se levantó.

—Hugo —su madre lo llamó. El niño, de ya once años, la miró—. Ayuda a Antoine a llevar las cosas.

Hugo se acercó a mí y cogió la bolsa de la comida. La llevó hasta el coche y se sentó en los asientos de atrás.

—¿Mamá y papá van solos hasta allí? —preguntó Théo. Él se sentó atrás, con los niños.

—Sí —respondí abrochándole el cinturón a Adrien. Sonreí al ver la camiseta de Francia que llevaba.

Maud se sentó en el asiento del copiloto y yo arranqué el coche. Nada más hacerlo, Hugo le preguntó:

—Mamá, ¿cuándo tendré un móvil?

—Cuando cumplas los trece.

Hugo se cruzó de brazos y rodó los ojos. Adrien movió los pies alegremente mirando a su primo.

—¡Mickey, Mickey!

Hugo lo miró.

—Si tuviese un móvil, te pondría los dibujos —dijo Hugo mirando a su madre de reojo. Théo le dejó su móvil a mi hijo.

Conforme más nos acercábamos al estadio, más gente de todos los países había por los alredores; gente de Argentina, de Cuba, de Estados Unidos, de Perú, de Italia... de todos los rincones del mundo. Venían a disfrutar de unas semanas mágicas, donde el deporte y la paz reinarían en París.

Aparqué el coche en uno de los pocos parkings libres. Agarré a mi hijo de la mano izquierda y Hugo de la derecha. Adrien no paraba de dar pequeños saltos.

Entramos al estadio y nos sentamos en los asientos que nos habían asignado. Los padres de Léa ya se encontraban allí. Nos saludaron uno por uno, y le hicieron varias cosquillas a Adrien.

—¿Ya vieron a Léa? —pregunté sentándome al lado de ellos.

—Hablamos con ella antes. Está muy nerviosa —respondió su padre—. ¿Y tus padres?

Á tes souhaits |Antoine Griezmann| #R&RAwards2017Where stories live. Discover now