Chapitre 52.

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4 de agosto 2018

Léa

Ya estábamos de vuelta en Madrid después de pasar julio en Francia y en Estados Unidos. Antoine quiso ir a ver varios partidos de baloncesto de su equipo favorito, y yo aproveché para ir a la playa.

Yo ya estaba a punto de terminar el segundo trimestre de embarazo, con lo cual en noviembre daría luz. A finales, según me informó Victoria.

Ahora mismo acababa de salir del gimnasio y me dirigía a mi casa. Iba sola, porque Antoine aún no había terminado su entrenamiento diario.

Oí unos pasos siguiéndome y frené. Solo era Nerea viniendo a por mi. Ya se había hecho habitual que la griega me acompañase a mi casa.

—Léa, ¿qué le vas a regalar a Lucía? —cuestionó.

—¡Mierda! —exclamé. Se me había olvidado completamente su cumpleaños—. Todo esto es una locura.

—La fiesta empieza a las ocho ¿irás?

—Me acabo de acordar de que es su cumpleaños —susurré. Por eso mismo hoy no había aparecido Lucía por el centro—. Necesito comprarle algo ya.

—Aquí al lado hay una tienda de ropa, si quieres vamos —propuso Nerea.

Asentí y se lo agradecí inmensamente. Entramos y le compré unos vaqueros (que según Nerea los necesitaba) y unos tenis blancos y negros.

Seguimos caminando hasta mi casa y antes de entrar me dijo:

—Antoine lo sabe, es raro que se te haya olvidado.

—Estoy un poco despistada estos días —respondí—. Eso es todo. ¿Quiénes van a ir?

—Gente cercana y de confianza: Gabrielle, Marc, Josema, Amélie, Antoine, tú, Saúl y yo.

—Supongo que iré. Gracias por acompañarme, Nereita.

—Ya no tengo tres años, Léita —respondió en tono de burla—. ¡Te quiero y no faltes!

Se alejó moviendo su mano de lado a lado y yo entré a mi casa. Hookie se acercó corriendo juguetón.

—Ya llegué —exclamé mientras lo acariciaba.

—Léa, ¿tú sabías que Lucía está organizando una fiesta? —gritó Antoine desde otra habitación. Supuse que estaba en su dormitorio y subí hasta allí.

—Sí, lo se.

—No se que ponerme —habló mirando de arriba a bajo en su armario.

—Dímelo a mi —murmuré. Esperaba que el vestido que había comprado unos días antes serviría—. No me has ni saludado.

Antoine me miró de reojo y se encogió de hombros.

—Hola amor.

Resoplé y entré al dormitorio. Me senté en la cama observando su espalda desnuda.

—¿Y si en vez de contemplar mi culo me ayudas a buscar algo? —cuestionó—. ¿Voy en traje o en vaqueros?

Reí y me levanté. Le di una nalgada mientras reía.

—Vete en vaqueros, hombre.

Sacó una camiseta blanca y unos vaqueros claros con rotos por la rodilla.

—Perfecto —hablé sin darle importancia y me fui a mi habitación para ver que me ponía.

Me decanté por un vestido negro con pequeñas margaritas. A juego me pondría una diadema igual que el vestido.

Á tes souhaits |Antoine Griezmann| #R&RAwards2017Where stories live. Discover now