Chapitre 40.

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23 de febrero 2018

Antoine

Conduje hasta mi casa después de una mañana completa en el gimnasio con el resto del equipo. Aparqué mi coche en el garaje junto al de Léa, que semanas antes lo había comprado.

Entré a mi casa y me encontré con Hugo jugando mientras veía la televisión.

—Hola renacuajo —le revolví el pelo—. ¿Y los abuelos?

—Han salido a comprar —respondió.

Dejé las llaves del coche encima de la mesa y subí hasta mi habitación a dejar mi bolsa.

Entré y me asusté al ver a Théo acostado con Maud.

—Sabía que os queríais, pero que no llegaría a tanto... —bromeé.

Dejé la bolsa en la esquina y me senté junto a ellos.

—Que bromista —respondió mi hermana—. Al menos él me da cariño.

Rodé los ojos y encendí mi móvil.

Revisé los mensajes a ver si tenía alguno de Léa. Resoplé al no ver ninguno.

—¿Qué pasa? —preguntó Théo.

—Léa no me ha vuelto ni a llamar ni a escribir desde el lunes, que fue cuando sucedió la pelea.

—Puede que se quiera concentrar al máximo.

Maud se pegó más a Théo y él la envolvió en sus brazos.

Me rasqué la nuca y luego me revolví el pelo.

—¿Y en las redes sociales? —preguntó mi hermano.

Negué.

De repente se oyeron los pasos de alguien corriendo hacia nosotros. Los tres prestamos atención a la puerta y Théo soltó a Maud.

Hugo entró asfixiado y llorando. Su madre se levantó rápidamente y le abrazó.

—¿Qué te ha pasado? —preguntó Maud.

Théo y yo nos acercamos a él.

Hugo intentaba hablar, pero le costaba demasiado.

—Oí un ruido que venía de fuera —sollozó—, me acerqué y la puerta se movió sola.

Fruncí el ceño y pensé en que alguien había entrado en casa.

Bajé rápidamente las escaleras y agarré una sartén. Me acerqué a la puerta corredora que daba al patio, abrí las cortinas y me encontré a Hookie rayando la puerta para entrar.

Suspiré aliviado y le abrí la puerta a mi perro. Hookie entró juguetón y subiéndose a mis piernas.

—Vaya susto le has dado al pequeño —reí acariciándolo.

Dejé la sartén en su sitio y subí a la habitación con Hookie.

—Este es tu gran ladrón —reí.

Mi hermana tranquilizaba a su hijo, pero cuando vio a Hookie soltó una carcajada. Hugo se cruzó de brazos enfadado.

—Perro malo —se quejó.

Mi móvil empezó a sonar y una sonrisa se hizo presente. Lo cogí con entusiasmo, pero la sonrisa se desvaneció al ver que solo era mi madre.

Hablamos durante unos minutos y colgué.

—¿Esperámos a mamá y a papá para comer? —interrogó mi hermano—. ¿Qué te dijo?

Me encogí de hombros.

Á tes souhaits |Antoine Griezmann| #R&RAwards2017Where stories live. Discover now