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La mañana estaba cubierta por una espesa neblina, Álexander, ese día amaneció de mejor humor, ya que desde que había llegado se mostró malhumorado y taciturno; la casa, las voces todo le recordaba los últimos momentos de Ana con vida y sobre todo aquella declaración de amor tan profunda y sincera que le retumbaba en la cabeza. Sin embargo, al no estar sólo debía  permanecer tranquilo y no mostrarse ausente por Álex y Samantha quienes hacían su vida más amena.  Decidió por esa razón, bajar al comedor a desayunar y escuchar las ocurrencias de su hijo, así como la risa de Samantha.

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—Katherine ¿ya estas lista?— con cierta impaciencia.

—Si, querido— arreglándose el sombrero.

—Entonces, vamos... El carruaje nos espera— tomó de la mano a su esposa para dirigirse a la Mansión de Essex.

Álexander, sujeto una nota y se puso a leer muy contento e incluso dió una que otra carcajada.

—Son buenas noticias— suspirando— olvidé por completo varias de mis travesuras de niñez y mi buen amigo me hizo recordar esos tiempos—esbozando una sonrisa —Sin embargo, olvidé que viene hoy, ya debe estar en camino.

—Disculpe mi atrevimiento ¿De quién se trata?— replicó Samantha con cierta curiosidad.

—Oh disculpa— girando la vista en dirección a la dama —Del Conde  Lincoln, un amigo de infancia al que  varios años no veo— con tono socarrón.

Samantha ya no estaba escuchando, comenzó a sudar frío y las manos le temblaban, los recuerdos volvían como oleadas, así como su amor. Trató de incorporarse pero sus piernas parecían que no respondían; si antes tenía un semblante feliz ahora  era pálido y triste.

—Samantha ¿Te encuentras bien? — preguntó Álexander con cierto desconcierto.
Álex, por su parte, tomó la falda y la jaló un poco para que reaccionase, pero parecía no escuchar.

—Este...Yo... Quisiera— tartamudeando.

Repentinamente la puerta se abrió, era el mayordomo que anunciaba que Lord Lincoln lo estaba esperando

— Su excelencia, Lord Lincoln y su esposa lo esperan en la sala de té— dijo el mayordomo con tono serio.

—Muchas gracias, en un momento estaré con ellos—.

El mayordomo asintió y cerró la puerta.

—Samantha, quisiera que me acompañes un momento, trae contigo a Álex; Lincoln me manifestó su deseo de conocer a mi hijo— dijo Álexander.

—Esta bien, su excelencia— tratando de esconder su malestar, retiró la silla y se puso de pie, al salir del comedor sentía que su pierna le pesaba cada vez más y era muy difícil caminar.

Llegaron a la sala, Álexanderabrió la puerta y se encontró con una pareja, primeramente hizo una reverencia a la dama y luego brindó un caluroso abrazo a su viejo amigo, aún no se habían percatado de que Álex y Samantha estaban en la sala. Cuando el saludo protocolar terminó, Ian bajó la cabeza para ver al pequeño Álex quien se frotaba los ojos, luego movió los ojos hasta fijarlos en una joven castaña que ocultaba su rostro. Antes de que pudiera decir alguna palabra, Alexander lo interrumpió y sujetó de los hombros a su pequeño hijo, desviando la atención.

—Samantha, puedes retirarte— manifestó Álexander.

—Gracias, su excelencia— replicó  con un tono grave. Al dar media vuelta y dar algunos pasos para abandonar la sala, Ian notó algo en el andar de la muchacha que lo dejó pasmado. Siempre observó muy atentamente la forma en la que caminaba Jane y cuando la vió con su cojera no pudo evitar pensar en lo frágil que se veía igual que la muchacha que abandonaba la sala.

—Querido ¿Todo bien?— preguntó Katherine.

—Oh sí... Disculpa tuve la impresión de que conocía a la muchacha que acaba de salir— replicó Ian.

—¿Samantha?— respondió Álexander— no lo creo, es huérfana y es niñera de Álex hace bastante tiempo— estaba mintiendo, así cómo sabía que su nombre no era Samantha; sin embargo, había prometido mantener el secreto y ahora no lo develaria.

Álex, cruzó los brazos y se puso a refunfuñar, lo estaban ignorando y él quería ir a jugar, aprovechando que Sami se lo permitía.

—Quien es este jovencito tan apuesto— dijo Katherine guiñándole un ojo.

—Soy Álex— mirando extrañado.

—Alexander, prometiste contarme que fue lo que sucedió con John— mientras le sonreía al pequeño.

—Debemos tomar asiento— suspiró— varias cosas, la verdad no sé por dónde comenzar— tomando aire.

—Papa, puedo ir con Sami— sujetando la manga de su chaqueta.

—Puedes ir— arqueando una ceja.

—Ehhh, gracias...Adios— haciendo una mueca de despedida y saliendo de la sala.

—Es un niño muy simpático— dijo Katherine.

—Gracias y un pequeño diablillo— todos sonrieron.

Alexander, les comento lo sucedido con John y Ana con mucha nostalgia, cómo su vida había cambiado, la forma en que se había convertido en padre. Ian, suspiró y recordó por unos breves momentos a John, haciendo que la sala se llene de anécdotas y hazañas que causaron alegría en Álexander.

Por otro lado, Samantha respiraba aliviada, no la había reconocido, eso era bueno, sin embargo, sabía que  no podía escapar de él y ahora del Duque, el destino nuevamente le jugaba mal, suspiró y apoyo la cara en la almohada.

Cuando de pronto tocaron la puerta. Era Álex quien trataba de entrar.

—Sami— mirándola preocupado

—Dime Álex— tocando su mejilla

—Tas bien?— subiéndose a la cama

—Ahora que estás aquí, estoy mucho mejor—sonriendo.

—Que bueno, iré al jardín a traer flores— dando un brinco y saliendo precipitadamente del cuarto.

Samantha se agarró la frente y la ladeó de un lado al otro, esperando que no lleve hierbas, con una sonrisa.

Nostalgia-3ra Parte Saga Sentimientos[COMPLETA]Onde histórias criam vida. Descubra agora