22.-LA TOBILLERA.

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Mi tobillera.

<<Pero será...>>

-Pedazo de guarra devuélveme mi tobillera.- Le grito.

-¿Qué? ¿Pero qué dices?

-¡Ésa es mi tobillera!

Laila se ríe.

-Vale, confirmado. Realmente me tienes envidia.- Tras decir eso vuelve a soltar otra risa estridente.

Y ése es el pase que me da para que me lance contra ella.

Grito con todas mis fuerzas.

La empujo y hago que las dos caigamos al suelo.

Yo encima de ella.

Primero se me pasa por la cabeza tirarle de los pelos, pero prioriza más la tobillera.

<<Bueno, que más dá. Tampoco pierdo nada... no voy a desperdiciar la oportunidad... A demás, se lo merece. Por puta.>>

La agarro de los pelos y tiro con ganas, haciendo que ella chille como una rata.

-¡Estás loca!- Grita.

Laila me propina una torta en la cara y hace que me queje y que pase de darle un simple tirón de pelos a que lo haga sin piedad.

-Prefiero estar loca a ser una puta mentirosa.

Ella chilla y yo también -aunque no se por qué, supongo que por la ira del momento.

-Zorra.- Me grita entrecortadamente y, aunque es una barbie anoréxica, es capaz de empujarme con tal fuerza que yo me golpeo en el lateral de la cabeza contra el suelo y un poco de la pared. Suelto una especie de... entre gemido y grito ahogado.

Me toco la cabeza y una sustancia pegajosa mancha mi dedo gordo, índice y corazón. Sangre.

Laila intenta levantarse e ir corriendo hacia las escaleras para bajarlas.

-¡Ah, no! Tú no te me escapas hasta que me devuelvas lo que me pertenece.

Laila abre los ojos ante lo que digo y al ver la posición de ataque en la que me encuentro. Hace el intengo de bajar rápido las escaleras, pero yo me apresuro y -exactamente igual que un bebé- a gatas voy hacia ella.

Le agarro de la pierna en la que tiene puesta mi tobillera. Laila vuelve a gritar y...

Los chicos, como si estuvieran sincronizados, salen de sus habitaciones a la vez. Se nos quedan mirando con impresión.

Normal. Imagínen la escena: Yo tirada en el suelo de cualquier manera, con cara de concentración por matar a la arpía esta, con un moflete un poco sonrosado por la torta que me dió la guarra plastificada y ella, agarrada de la barandilla de la escalera, con una pierna apoyada en el suelo -un poco flexionada- y la otra en el aire -agarrada por mi.

Por un momento nos quedamos así, mirándoles, sin mover ni un solo músculo, pero yo, aprovechando la distracción de Laila, tiro con fuerza de su pierna, haciendo que caiga fuertemente contra el suelo y que ella, como no, suelte un grito al impactar contra el.

-Elizabeth, estate quieta. Déjala.

-Brandom, no te metas.- Digo sin apartar la mirada de Laila y luego me dirijo a ella:- ¡Devuélveme mi tobillera, asquerosa ladrona!

-Que no sé de qué me estás hablando, esta tobillera es mía.- Dice unas palabras más duras que otras por los pequeños tirones que va pegando en miserables intentos por que la suelte.- ¡Ayuda, está loca!

Laila me propina una patada en el estómago y, no porque me haya dado con un tacón, sinó porque ha llegado al extremo de hartarme, hasta tal punto de soltar un fuerte suspiro-grito de cabreo, me lanzo contra ella, agarrándola por la cintura -vamos, un placaje, de toda la vida- y, sin querer -pero queriendo- ambas caémos rodando por las escaleras -imagináos el bolso de ella por los aires, tal que a pájaro volador. No entiendo como no lo ha soltado antes.

Fue un error?    [PAUSADA]Where stories live. Discover now