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Scott.

Lo había logrado. Ese monstruo había logrado su objetivo: destrozarme desde dentro, terminar con todo lo que me hacía feliz para vengarse... Había logrado matarme sin siquiera tocarme porque, si no estaba muerto, era lo más cercano.

Kirstie tomó mi mano con fuerza, pero era inútil. Me dolía el pecho como si me hubiesen arrancado el corazón. Mitch ya no estaba, y ni siquiera pude verlo una sola vez...

Ni siquiera pude decirle que yo también lo amaba.

-Scott, por favor, cálmate.

-Señor, siento mucho su pérdida y yo sé que quizás no es buen momento, pero si usted sabe qué pudo ocurrir nos sería de gran ayuda su testimonio.

Era inútil, Curt no se detendría ni estando en prisión... Y nada me devolvería a Mitch.

-De acuerdo -logré susurrar, con la voz entrecortada por el llanto-. Lo que sea para meter a ese monstruo en la cárcel...

-Pero el señor acaba de ser operado - intervino el doctor-. Sus ojos se dañarían con el contacto directo con luces fuertes.

-¿Funcionaría si lleva sus lentes negros de siempre? - sugirió Kirstie.

-Podría disminuir el daño, pero de todos modos es recomendable que use un vendaje de apoyo si hay luces muy fuertes.

Asentí nervioso, con miles de preguntas en la cabeza y con un dolor indescriptible en todo el cuerpo.

Mitch.

- Por favor, suéltenme. No soy un asesino.

- Claro, esa escena no parecía hecha por un asesino, sino más bien por un carnicero - bromeó uno de los agentes-. Calla y piensa en todo lo que van a hacerte en prisión.

Me quedé en silencio un momento y miré por la ventana. Había dejado que mi odio me cegara, pero increíblemente no me sentía arrepentido.

Ya no podría ver a Scott... Pero al menos sabía que estaría a salvo, y eso me calmaba.

- Grassi, Mitchell - anunció el oficial mientras bajaba del carro.

Caminamos hacia una oficina y otro policía nos recibió. Me miró con cara de asco y dirigió rápidamente la mirada a su compañero.

- Alguien ha venido a testificar por el caso.

-¿Qué? ¿Quién? - exclamé preocupado. Ambos me miraron.

- Alguien que dice que eres un monstruo. No me sorprende, vi las fotos de la escena del crimen.

Bajé la mirada, avergonzado. ¿Quién pudo haber llegado a testificar?

Scott.

Me sentía nervioso. Vería a Curt después de todos estos años en la oscuridad. ¿Seguiría teniendo el mismo rostro de ira que tenía la última vez que lo vi?

¿Podría controlar mi rabia después de todo lo que había hecho?

Golpeé mi pie contra el suelo, completamente ansioso. No quería verlo, sentía que no estaba listo, pero a su vez necesitaba ayudar a que se pudriera tras las rejas.

La puerta se abrió y empecé a temblar. El policía se sentó frente a mí.

- Gracias por venir, señor Hoying. Es muy valiente de su parte ayudarnos con el caso.

- Encantado de hacerlo - susurré.

- Me gustaría que me contara sobre... Mitchell Grassi -leyó.

Su nombre me escarapeló la piel. Sentía ganas de llorar, pero por algún motivo no podía.

- Era mi novio. Habíamos venido juntos a California.

- ¿Su visita se debía a algo en particular? ¿Acaso algo relacionado con Curt Hoggins?

- Su nombre real es Carl Hoying, mi padre biológico. Y sí, vinimos por él.

-¿Usted sabía de todo esto?

- Quizás no todo. Mitch no me mantuvo informado sobre su encuentro con Curt.

- No sabía que ocurriría todo esto.

- No... - aseguré con la voz entrecortada.

- ¿Pero había pasado antes? ¿Había matado a alguien más?

Asentí nervioso.

- Mató a mi hermana, agredía fuertemente a su pareja todos los días...

- ¿A ti te hizo algo?

- Me quitó la vista...

- Sé que es un momento duro, pero créanme que esto nos ayudará para el juicio.

- Quiero que se pudra en la cárcel.

- Lo hará. Scott, creo que eso es todo lo que necesito por ahora. Necesito que descanses, te acaban de operar y no es buena idea que sigas fuera del hospital.

-¿Puedo pedirle un favor?

- Claro.

- Me gustaría hablar con él un momento a solas.

- ¿Qué?

- ¿Estás seguro, Scotty?

- Sí... Creo que es necesario.

- De acuerdo. Espere un momento aquí. Señorita Maldonado, venga conmigo.

- Pero Scott...

- Estaré bien, Kirst -sonreí nervioso-. Debo hacerlo.

- De acuerdo.

El policía y Kirstie salieron del cuarto. Me levanté y suspiré. Me sentía nervioso, pero sabía que no sería capaz de hacerme algo con tantos policías cerca. Me paré en la esquina y bajé la mirada.

La puerta se abrió, apreté los puños y me armé de valor para verlo.

Mitch.

- Señor Grassi, el testigo quiere verlo en privado.

-¿Qué?

- Ya me oyó, acompáñeme. Seguramente quiere golpearte o algo.

Me levantó y me guió por el largo pasillo hacia un cuarto. Sentía tantas miradas sobre mí, todas juzgándome...

- Ni se te ocurra hacerle daño.

Me quedé en silencio mientras abría la puerta. Me empujó hacia el cuarto y cerró.

Levanté la mirada y mi corazón latió a mil por hora. Era él...

Volteó y me miró. Tenía el ceño fruncido y las manos en puño, pero al verme su expresión cambió.

- Scott...

- ¿Mitch? -susurró.

Sus azules ojos me miraron por primera vez, mientras se iban llenando de lágrimas.

Blind.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora