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Mitch.

—Rachel —saludé—. ¿Cómo está?

Bien, bien, Mitch. ¿Cómo te fue con el doctor?

—Parece que hay una posibilidad, pero necesitamos donantes.

Oh...

—Sí, al parecer hay una muy larga lista de espera.

No le has comentado nada aún, ¿verdad?

—No, no. Quiero estar seguro antes. Está en el baño, así que aprovecho para contárselo a usted.

Me encantaría poder ayudar... Si pudiera, me quitaría los ojos ahora mismo.

—No diga esas cosas —susurré—. Por cierto, ¿está libre hoy? Quiero llevar a Scott a distraerse un rato, y me gustaría que viniese con nosotros.

Salgo en una hora del trabajo. Si gustan, pueden venir a recogerme.

—Perfecto. Le diré a Scott cuando salga de la ducha.

Los espero.

Colgué el teléfono y me estiré. En parte, comprendía a Rachel...

Scott salió del baño y sonrió. Lo veía un poco más calmado. Supongo que haber hablado un poco relajó la situación de alguna u otra forma.

—¿Listo?

—Sí. Pero muero de hambre...

—Iremos a comer con Rachel. ¿Te parece bien?

—Claro —volvió a sonreír.

Era inevitable sentirme en paz. Su sonrisa me hacía sentir así... Quizás... Quizás estaba empezando a enamorarme de él.

Acaricié su mejilla y me empiné ligeramente para darle un beso.

—Rachel sale en una hora, podemos descansar un rato.

—Me parece bien.

—¿Tienes mucha hambre? ¿Quieres que te traiga algo?

—Bueno —sonrió y se sentó.

Prendí la radio y busqué algo de comer en la alacena. Habían galletas.

—¿Quieres galletitas?

Asintió.

Me acerqué a él y le di el plato, y un beso. Me senté a su lado y lo rodeé con mis brazos.

Pasaríamos un día genial, estaba seguro de eso.

—Oye, Scott.

—Dime.

—Me alegra que estés más tranquilo.

Sonrió y me dio un beso.

Entre otras noticias... Se ha producido una balacera en el supermercado de la Avenida Principal. Se han reportado dos heridos hasta el momento. El sospechoso ha huido de la escena del crimen, y al parecer portaba un pasamontañas.

—Mitch...

Los ojos de Scott estaban cristalizados. Sentía su corazón batallar contra su piel.

—¿Mi tía Rachel no trabaja ahí? —preguntó con voz entrecortada.

Kirstie.

—Por favor, suéltame...

Alex había pasado casi media hora golpeándome. No sentía mi cuerpo. Apenas podía ver. Ató mis manos y piernas con una cuerda.

Sentía que mi vida se apagaba lentamente.

Adiós mamá, adiós Jeremy... Adiós, Scott.

—¿Por qué haces esto? —susurré.

—Porque ya no te necesito, Kirstin. No supiste cuidar a Scott, pese a que era lo único que debías hacer, y por tu culpa se fue.

—No entiendo... ¿Por qué hiciste todo esto? ¿No era más simple decirle que no lo amabas?

—¿Quieres saber la verdad? ¿Ese es tu último deseo antes de morir?

Tragué saliva.

—Sí... Quiero saber la verdad.

Blind.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora