51

208 39 33
                                    

Mitch.

Scott temblaba a mi lado, con la cabeza pegada a mi hombro y su mano apretando con fuerza la mía. Yo, por mi lado, no podía dejar de pensar en lo que significaba este ataque, pero no me atrevía a decirle nada a Scott. No sabía cómo se lo tomaría.

-Señor Grassi -llamó el doctor-. Necesito que entre un momento.

Asentí y dirigí mi mirada hacia Scott. Secó sus lágrimas y se acomodó en el asiento.

-Ve. Te espero aquí -susurró, y obedecí.

El cuarto era pequeño. Rachel estaba conectada a varias máquinas, una marcaba su pulso y la otra la mantenía conectada a una especie de respirador. Era horrible verla así.

Pese a no haberla conocido tanto, chocaba mucho ver algo así.

El doctor cerró la puerta detrás de mí y puso una mano en mi hombro.

-Señor Grassi, la paciente necesita hablar con usted.

-¿Qué ocurrió? -le susurré.

-Su jefe falleció. Intentó defenderla, pero la bala impactó contra su cabeza. Y bueno, la paciente ha sufrido un impacto grave de bala, a unos milímetros del corazón, así que debemos operarla ahora mismo. Pero nos pidió primero hablar con usted.

-Entonces es salvable -sonreí, esperanzado. El doctor bajó la cabeza y mi sonrisa se fue desvaneciendo.

-Esperemos que eso se lo diga ella.

Asentí y me acerqué a la cama. El doctor se mantuvo detrás de mí. Me puse en cuclillas frente a ella y le tomé la mano. Sus cansados ojos me miraron directamente, y esbozó una sonrisa.

-Rachel -susurré

-Mitch, qué bueno que están bien... Temía por ustedes... -su voz era débil.

-¿Qué sucedió?

-Ya sabes qué sucedió, Mitch. No hace falta que te lo diga.

-¿Pero cómo sabía él que estaría ahí?

-He trabajado ahí desde hace muchos años, Mitch, por no decir que toda mi vida he servido a ese supermercado...

-Pero... ¿Por qué usted? Es decir... Es su hermana.

-Supongo que pude haber sido una mejor hermana. Pude haberlo apoyado, pero preferí encargarme de Scott. Después de todo, no fue culpa suya lo que pasó con su mamá, pese a que Carl estaba cegado con esa idea.

-Rachel, se va a recuperar. Una cirugía y todo saldrá bien...

-Mitch -me miró seria-, no es una simple cirugía. La bala está detenida a milímetros de mi corazón. Es demasiado riesgoso.

-Pero...

-Le dije al doctor que te llamara porque quiero que estés presente en esta petición.

Volteé a ver al doctor. Escuchaba serio y con atención todo lo que estaba ocurriendo.

-En caso me pasase algo, quiero que la operación de Scott se realice con mis ojos y con el dinero de mi jubilación.

-Rachel, no, no te va a pasar nada.

-Mitch... Es casi imposible salir ilesa de la cir-

-Yo sé que el doctor va a hacer lo posible -interrumpí-. No le puede pasar nada... Scott no lo soportaría.

-Mitch... -suspiró y apretó sin fuerzas mi mano-. Por favor, cuida de él. Si Carl vino por mí es porque ya sabe que están aquí.

-Basta. No puede dar por sentado que le pasará algo. No se rinda...

-Es un fuerte presentimiento, Mitch. Pero si te hace sentir mejor, considéralo un "por si acaso" -consoló-. Pero júrame que si pasase algo, harás lo que te estoy pidiendo. El doctor está de testigo.

No tenía opción, pese a que no quería creer que no saldría viva de la cirugía. Accedí a regañadientes, y sonrió sin fuerzas.

-¿Puedo pedirte un favor más?

-El que quiera.

-Si Scott llegase a recuperar la vista, hay algo que necesito que le entregues. En mi casillero del trabajo están mis llaves. En casa tengo una caja al lado de los álbumes de fotos que te mostré hace poco. Necesito que se la entregues a Scott.

-¿Qué hay en la caja?

-Algo que quizás alivie su mente...

-De acuerdo -suspiré dudoso-, lo haré.

-Gracias.

-Nos veremos pronto -prometí. No hubo respuesta.

Me levanté y miré al doctor. Apreté mis puños, no podía dejar de pensar en Scott, en lo destruido que estaría si algo le pasase a Rachel. Estaba seguro de que no lo aguantaría.

-Por favor, haga su mejor esfuerzo -imploré. El doctor asintió.

Avi.

-Ahorita vuelvo. Aprovecha tus últimos minutos de vida.

-Está cerca a ella, su voz se escucha más fuerte -le susurré a Olusola, quien permanecía pegado a la pared, para evitar aparecer en la mirilla. Tras él, el novio de Kirstie escuchaba espantado todo.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Consideraba a Alex uno de mis mejores amigos, un hombre apasionado que hablaba de su novio con tanto amor que me era imposible creer que todo había sido mentira.

¿Alguien podía mentir tanto y tan frescamente? ¿Qué tan mal de la cabeza estaba?

Tenía miedo por mí, por Kevin, por Kirstie... Y, sobretodo, por Scott...

-Kirstie, basta... No puedo meterme. Alex le ha encargado el trabajo a alguien más.

-¿A quién?

-N-no lo sé, pero prefiero esperar que nos den luz verde para poner intervenir...

La puerta se abrió. Rápidamente, me enderecé en mi asiento. Kirstie seguía con esa expresión confundida en el rostro.

Saqué de mi bolsillo un micrófono, lo prendí y se lo entregué.

-¿Y esto?

-Por si acaso. Mantenlo prendido y en un lugar seguro -susurré. Me miró y lo guardó en su pecho.

La puerta se abrió. Alex sonrió y estrechó mi mano. Me aterré, sentía que desconocía a aquella persona...

Si bien no había cometido ningún delito contra Scott, la historia era diferente con Kirstie; y mucho más por sus negocios familiares.

-Kaplan, qué sorpresa verte aquí.

-Pues ya ves -sonreí nervioso, pero intentando no hacerlo evidente.

-¿Qué pasó?

Le di una mirada a Olusola y saltó sobre Alex, dejándolo inmóvil contra el piso. Le di la orden a Jeremy para buscar a Kirstie y me puse en cuclillas frente a Kirk.

-¿Qué mierda hacen?

-Alexander Kirk, estás bajo arresto por secuestro, negocios ilícitos de falsificación documental y homicidio en grado de tentativa -sentencié y le puse las esposas.

Blind.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora