Capítulo 5

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Narra Ted

"Tú sabrás, el cementerio está llenito de valientes, me digo entre dientes mientras me contesto con gesto enfadado".

 No debo buscarte, no debo ser cobarde, debo ser fuerte, aguantar lo que venga, ser valiente cueste lo que cueste. La vida es como un juego, quien no juega no gana y por consecuente quien no gana no es feliz. Yo quiero serlo. Vivir en un piso resulta muchas veces incomodo, más que nada por lo que escuchas sin poder evitarlo, a tus vecinos insaciables. Mi móvil suena, un número desconocido.

—Ven a buscarme.

Paula.

—Hola. ¿Qué tal? Bien y ¿tú? —Digo con sarcasmo.

—Déjate de formalidades y ven a buscarme a casa. No quiero llegar tarde al instituto.

—¿Y tu coche? No soy tu chofer particular. —Y en ese mismo instante se escucha gemir a mi vecina. ¡Genial!

—¿Piensas que si tuviera coche te llamaría? Llega puntual o haré que esa tía no vuelva a tenerte entre las piernas. —Dice de mal humor y cuelga.

 ¿Y a esta que le pasa hoy? Que humor tiene. Y ahora que lo pienso, ¿cuánto tiempo llevo sin sexo? Paula, gracias. Me arreglo rápido y salgo hacia su piso. Por una vez llego puntual. Raro en mí. Abre la puerta del coche y se monta sin decir nada, por lo que carraspeo en señal de saludo, pero sigue igual.

—¿Qué pasa ahora? —Pregunto de mal humor.

—Un mal día

 No respondo y simplemente conduzco lo más rápido que puedo con la esperanza de que nadie al llegar comente nada sobre nosotros dos, aunque sé que eso es imposible. Han pasado dos días y desde ese momento se ha corrido tan rápido la voz por todo el instituto como la pólvora. Y para más inri no dejamos de dar muestras de "cariño" por llamarlo de alguna forma. Necesito tenerla a mi merced pero la verdad es que no sé cómo. Por otro lado está Álex. Él piensa que ella es la chica del bar y los comentarios que escucha sobre nosotros no ayudan en nada. No sé cómo sacarle de la cabeza que ella no es. En realidad tengo la impresión de que no sé nada.

  Aparco el coche y como era de esperar todos comentan al vernos bajar juntos. Susurros de diversos tipos como "te lo dije", "que suerte tienen algunos", "de que mal humor vienen", "¿estarán peleados?". A todas esas preguntas me dan ganas de responder con un grito de los míos. ¡No estoy con ella pesados! ¡Nunca lo estaré! ¡Solo es un juego!

—Hola chicos —Dice Álex acercándose por detrás de nosotros.

—Hola —Responde Paula sin ganas aparentes de seguir una conversación.

—¿Qué te pasa? —Pregunta tocando su brazo

—Un mal día —Le responde igual que a mí pero a diferencia que él la invita a continuar —Primero se me cae todo el café encima de la ropa y después se estropea el coche. —Hace una parada. —Y aún encima Ted te pone de peor humor cuando lo llamas. Se ve que estaba ocupado.

—Yo no era.

—Ya claro, tus vecinos ¿no? Ted, no tienes que darme explicaciones.

—Tampoco te las iba a dar —Me saca de mis casillas.

 Sale de allí sin decir nada a nadie. Nunca había conocido a alguien con mi mismo carácter y debo de reconocer que es insoportable. Entro en clase con mi mal humor mañanero. Un par de minutos después entran todos mirándome sorprendidos.

—¿Tenías que ser hoy puntual? —Dice Rubén mirándome.

—Paga —Le responde Carlos, su mejor amigo y él saca dinero de su bolsillo.

—Tenía que ser hoy el día en el que Paula te dejara descansar por la noche ¿no? Me has hecho perder cinco euros.

—Al despacho del director —Le señalo la puerta pero se niega a salir. —No me obligue a acompañarlo.

—Vamos Teddy —Dice con su sonrisa burlona. —No tienes que pagar con nosotros el no tener sexo con Paula. —Lo que provoca pequeñas risas en el grupo.

—¿Alguien más quiere ir? —Pregunto y me levanto de la mesa. —Al despacho del director. —Vuelvo a decir mientras señalo la puerta.

—¿Qué pasa Ted? ¿Se ha leído cincuenta sombras y ahora quiere practicar contigo pero no la dejas? ¿Por eso tienes este humor? —No lo aguanto más.

  Me acerco a él y lo agarro por la camiseta para sacarlo fuera de la clase, objetivo que consigo. Lo llevo al despacho del director donde explico todo lo que ha pasado, dejándolo finalmente allí solo. Vuelvo a clase y todos están revolucionados.

—Sacad los libros y abridlos por el tema siete.

 Pronuncio ese tema sin ser consciente de lo que ahí aparece. Abro el libro y lo miro. La suerte no es lo mío. Ser profesor de biología no implica hablar solo de huesos, músculos... sino que también implica hablar de relaciones afectivas.

—Qué pena que no esté Rubén —Susurra uno pensando que no lo puedo escuchar.

 Doy la clase lo rápido que puedo, sin pararme a responder muchas preguntas porque ya sé cuáles van a ser. El timbre suena y salgo de esa clase hacia otra, y así durante toda la mañana. Estoy agotado. Me monto en el coche y arranco el motor, hasta que la puerta del copiloto se abre sin previo aviso.

—¿Querías irte sin mí? —Pregunta Paula con cierto tono de reproche.

—Eso nunca —Respondo con una sonrisa falsa. —Me encanta que me grites por todo lo que hago o dejo de hacer.

—¿Nunca te han dicho que si juegas con fuego te acabas quemando?

—¿A qué viene eso ahora?

—¿Ves a esos alumnos de ahí? —Me señala el espejo retrovisor para que mire por él. —Están esperando a que suceda cualquier fallo por parte de alguno de los dos para así poder confirmar que "estamos juntos". —Recalca esas dos últimas palabras entre comillas.

—¿Y?

—Cada vez que me acerco te pones nervioso y eso hace que sea más fácil para mí ganar. —Posa mi mano sobre mi pecho por debajo de la camiseta y va bajando hacia el ombligo, donde empieza a hacer pequeños círculos.

 Arranco el coche y avanzo hasta un par de calles más abajo, con la presión de las caricias de Paula. Aparco el coche y me lanzo hasta su boca, subiendo y bajando mis manos por sus piernas. Si quiere ver al verdadero Ted, lo verá. Muevo mi lengua con velocidad, jugando con la suya cada vez que se encuentran. Noto como se revuelve, rozándome, sin impedir que algo en mí se despierte. Se separa de mí con una sonrisa triunfante al mirar mi pantalón.

—Voy a ganar. —Susurra en mi oído dejándome con ganas de más. Algo que quiero evitar.

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