Capítulo 29

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Narra Ted

El pánico puede conmigo. Bajo las escaleras corriendo y salgo a la calle. Veo un camión vaciando su contenido y respiro aliviado. No ha pasado nada. Bueno espera, ¿por qué gritaba la gente? Me giro y veo a una mujer mayor mirándome fijamente. Me señala el suelo y bajo la mirada. Una nota.

"¿Te has asustado? Piensa que podría haber pasado algo de verdad. Ten cuidado Ted. Primer aviso."

Levanto la mirada y esa mujer ya no está. Busco a Paula por la calle y no hay ni rastro de ella. Esto está empezando a asustarme. Saco el móvil de mi bolsillo y la llamo. No me coge la llamada. Segundo intento, tampoco. Decido enviarle un mensaje.

"¿Has llegado bien? Llámame en cuanto veas esto, es importante.

Mensaje enviado pero no me aparece que lo haya recibido. Subo rápido a casa y cojo las llaves del coche y la cartera. Conduzco a casa de Álex con autentico miedo en el cuerpo. Está la puerta de su portal abierta. Subo las escaleras rápido y llamo a la puerta. Me abre un Álex en calzoncillos y veo como Clara se va a la habitación rápidamente. Les he cortado el rollo, pero no puedo decir que lo sienta.

Me siento en el sofá esperando a que vuelvan ellos dos, vestidos al menos. No dejo de mirar la pantalla de mi móvil por si tengo algún mensaje o una llamada de ella. Me voy a volver loco. ¿No están tardando demasiado? Cojo el cojín que está a mi lado y lo tiro al suelo. Cuando voy a pisarlo escucho como me grita Álex por detrás. Hundo mi cabeza entre mis brazos y ellos se acercan a mí sin parar de preguntar qué pasa. Les cuento todo lo que ha pasado desde Paula recibió el mensaje de Diego hasta el último mío.

— ¿Qué? Oh Dios. —Clara se pone muy nerviosa en un instante. — No puede haberle pasado nada ¿no? —No respondo. No lo sé.

Álex no dice nada. Se ha quedado inmóvil en mitad del salón. Coge aire y se sienta a mi lado en el sofá. "Todo va a salir bien", susurra.

Barajamos durante un buen periodo de tiempo qué hacer con esta situación. Paula todavía no ha visto el mensaje. Mis llamadas hacia ella son continúas pero salta el buzón de voz. No sé que más hacer. No quiero ponerme paranoico pero la situación no me está gustando. Solo de pensar que le haya podido pasar algo... Si es que soy gilipollas. No tendría que haber dudado de ella. No tendría que haber discutido. No tendría que haberla dejado irse. Un millón de "nos" se pasan por mi cabeza en este preciso momento.

Mi teléfono suena. Descuelgo rápidamente sin ni siquiera mirar quien llama. "¿Está contento con su aspirador?". Cuelgo de mal humor y acto reflejo lanzo mi móvil al suelo. Por suerte o por desgracia, Clara lo coge al vuelo y lo deja sobre la mesa.

— Así no vas a arreglar nada. —Me reprende Álex.

Mi móvil vuelve a sonar y veo en la pantalla el nombre de Paula. Descuelgo rápidamente.

— Acabo de ver un montón de llamadas tuyas. ¿Qué pasa? Si quieres seguir discutiendo no es el momento, Ted.

— Pensé que te había pasado algo grave. — Clara me arrebata el móvil y habla con su mejor amiga.

Se levanta del sofá y se mete en la habitación con mi móvil. Al cabo de unos cinco minutos regresa y nos dice que Paula va a venir aquí. Respiro aliviado. Me cercioro de que Clara no le ha contado nada. Lo que me hacía falta es que se pusiera nerviosa mientras conduce. Mi corazón no está para más sobresaltos.

Al cabo de una media hora suena el timbre. Me levanto a abrir la puerta pero Álex me frena con el brazo para ir él. Me siento en el sofá. Entra por la puerta y nadie dice nada. Me mira fijamente y yo trago saliva. Desvía la mirada hacia Clara pero esta tampoco le dice nada y Álex más de lo mismo.

— ¿Alguien me puede decir que narices está pasando?

Vuelvo a tragar saliva y comienzo de nuevo a contar la historia. Saco de mi bolsillo la nota y se la entrego. Quizás con la esperanza de que reconozca la letra. Levanta la cabeza para mirarme y después vuelve a bajarla hacia el papel. Veo como su cara empieza a cambiar de color y sin poder hacer nada se cae al suelo.

La cojo en brazos y la llevo hasta la habitación de Álex. Está bastante revuelta la cama pero ahora mismo lo que menos me preocupa es lo que pueda encontrarme ahí. Tumbo a Paula sobre la cama y pongo sus piernas en alto para intentar que recupere su color. Clara llega rápidamente con un abanico y un vaso de agua. Le doy aire y poco a poco empieza a moverse. Está llorando sin abrir sus ojos y de nuevo, como tantas veces en el día de hoy, no entiendo nada.

— Agua. —Pide con la voz entrecortada.

Le paso el vaso de agua y la ayudo a sentarse en la cama para que no se atragante. Acaba de beber y le da el vaso a Clara. Solo puedo abrazarla. Hunde su cabeza en el hueco de mi cuello. Yo tan solo puedo acariciar su pelo. Mis nervios no me dejan actuar.

— Paula. —La llama Álex. —¿Reconoces la nota? —Saca su cabeza de mi cuello y asiente.

— Es la letra de Óscar. — ¿Quién es ese? Me pregunto. —Mi ex.

— El cabrón del otro día. —Susurro más para mí que para ellos, pero acaban escuchándome.

Ni Álex ni Clara entienden que a qué me refiero por sus caras. Mi chica suspira y les cuenta el incidente del otro día.

— ¿Y si denunciamos? —Propongo así como dato.

Paula se niega. ¿Qué narices quiere? ¿Esperar a que sea demasiado tarde? ¿A que pase algo?

—Hoy te quedas en mi casa. Ni loco te dejo irte a casa sola. Si pasa algo no me lo perdonaría jamás.

—Ted, no creo que sea buena idea.

— Lo es, además creo que tenemos una conversación pendiente.

No responde.

Nos despedimos de Clara y de Álex y llevo a Paula a su casa para que recoja su ropa y todo lo que quiera traer a la mía. Minutos después estamos saliendo por su portal. Ninguno dice nada y así hasta esntrar por la puerta de mi casa.

Deja su mochila en mi habitación y sale al salón donde la estoy esperando.

— Pensé que te había pasado algo. Pensé que te perdía.—Una lágrima se asoma por mis ojos. —Primero me comporto como un idiota y después veo todos los mensajes. He visto mi mundo derrumbarse en cuestión de segundos sin poder hacer nada. —Otra lágrima cae por mi mejilla y me doy la vuelta antes de que ella me vea.

Toca mi hombro pero yo no me giro, no quiero que me vea así. Cuando me quiero dar cuenta la tengo en frente de mí. Me limpia las lágrimas y me abraza. ¿Qué irónico no? Por lo general, en todas las historias, el chico nunca llora. Yo soy diferente.

— Gracias por preocuparte por mí. Y respecto a lo de Diego... olvidémoslo, ¿vale?

— Respóndeme a una cosa solo, prometo no enfadarme. —Ella asiente con la cabeza. —¿Qué era lo que no me querías contar?

— Hemos quedado como amigos, o más bien conocidos. Me ha dicho que si en algún momento tenía un problema que no dudase en llamarlo, que estaba en deuda por ayudarlo con Lucas y que lo sentía.

— Al final ha resultado ser un tío legal a pesar de todo.

— ¿A partir de ahora te entrará en esa cabeza tuya que no tienes que ponerte celoso por nadie?

Hago una mueca y a ella parece hacerle gracia.

— Mejor no prometo nada. —Sonreímos ambos a la vez. —Entonces, ¿me has perdonado?

— No sé si debería. Creo que me falta algo para que sea una reconciliación completa.

— Pide por esa boquita. —Susurro en su oído y acto seguido se tira a mis brazos rodeando mi cintura con sus piernas. El resto es historia.

Narra Óscar.

— Poco a poco lo conseguiré. —Susurro en su oído mientras acaricio su cuerpo desnudo. — Tú y yo lograremos nuestro propósito, te lo prometo.

Ella solo sonríe y me arrastra hacia el interior de las sábanas, consiguiendo una vez más que pierda el control.

Solo compañerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora