La Fuerza de Coerción

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Harry con lentitud la rodeó por los hombros con los brazos y la atrajo aún más hacia su cuerpo con un abrazo. Daphne también lo rodeo en un abrazo y apoyando más cómodamente sobre su hombro suspiró.

—¿Pasa algo Daph? Desde ayer que estas un poco rara. —preguntó Harry con suavidad.

—Desde que te vi por primera vez, durante primer año y parte de segundo, sabía que me gustabas y mucho. Después, aunque no sabía bien lo que sentía, supe que te amaba; quería que siempre estuviéramos juntos, que me miraras solo a mí, quería que mi tonto e infantil sueño de que estuviéramos juntos para siempre fuera realidad. Y entonces me dijiste que querías algo a largo plazo, que estuviéramos juntos —dijo Daphne en voz muy baja para luego volver a suspirar —. Me dijiste que querías que nos casáramos, algo que, en ese momento, debería ser un sueño infantil para dos personas de 14 años y entonces, nos amamos, hicimos el amor como dos desenfrenados —una pequeña risa salió de sus labios —, hiciste que me volviera adicta a tu cuerpo y vos al mío, deseándonos a cada momento, y ahora, prácticamente le gritas a los cuatro vientos, al mundo entero, de la manera más romántica que puede existir, lo mucho que me amas y ahora que llegue al punto en donde estoy perdidamente enamorada de vos, el simple pensamiento de perderte, de que te pase algo o de que estemos separados... hace que me comporte como una tonta...

—Yo también te amo. —dijo Harry sonriendo para luego besar con dulzura la cabeza de Daphne.

Daphne sonrió y cerrando los ojos dejo que su mente y su cuerpo disfrutaran el momento de intimidad que estaban teniendo. No podía dejar que sus temores la controlaran, porque cualquier lugar podía ser el paraíso, siempre y cuando se tenga la voluntad de ser feliz.

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La situación mejoró con el paso de los días. Harry logro aprobar todas sus redacciones, los murmullos sobre San Valentín había pasado a ser una historia más de Hogwarts y Angelina había recuperado la fuerza de voluntad y había comenzado a machacar a Ron Weasley y lo nuevos bateadores para que no se volvieran a cometer los mismos errores que el partido pasado. Mientras que Daphne, aunque ahora parecía mucho más amorosa, contenta, y con un persistente sonrojo cuando estaba con Harry, había recuperado su extraño y habitual sentido del humor.

Daphne rápidamente se sentó en el regazo de Harry, que estaba sentado en la banca en el exterior de Potter Place; tenía un largo vestido blanco, con escote amplio, sin mangas de tirantes gruesos, con un encaje en la cintura que llegaba hasta por debajo de las rodillas. Harry la miró un momento y luego sintió como un Daphne depositaba un beso en su mejilla; ella mirando hacia abajo y moviendo sus manos tomó la cuchara que estaba en el pote de helado que se había servido. Con una gran sonrisa y las mejillas teñidas de rojo llevó la cuchara hasta la boca de Harry que la abrió siguiéndole el juego. El dulce sabor del chocolate inundó las papilas de Harry y levantando la mano acarició con toda su palma la mejilla de Daphne. Ella, dejando el helado a un lado tomó la mano de Harry que estaba en su mejilla.

—Harry... —dijo Daphne con suavidad —. No necesitas usar esa venda conmigo.

—Ya lo sé —contestó Harry sin dejar de acariciar el rostro de su novia —. Pero a mí no me gusta verlas... me recuerdan tantas cosas...

—Pero en algún momento tenes que aceptar el pasado, Harry. Si no lo aceptas vas a sufrir siempre, lo importante es ver hacia el futuro... —contestó Daphne con una dulce sonrisa.

Harry suspiró y Daphne sin dejar de sonreír, tomó la vendada mano de Harry y con lentitud le fue quitando el vendaje; cuando estuvo completamente libre, llevó la palma hasta sus labios y luego de darle un dulce beso, la llevó nuevamente hasta su mejilla.

Obsoleto - El Orden Natural De Las Cosas - ObsoletoWhere stories live. Discover now