PRÓLOGO

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La primera vez que leí el Principito, me pareció una fanfarronada. Sin embargo, cuando tenía yo unos 12 años, comprendí una de las mejores cosas:

"Se ama a una rosa, no por sus defectos, o por lo que dice, sino por sus actos."  Porque "No se ve bien, sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos."

El Principito es un libro que se debe leer en las tres etapas de la vida: niño, adolescente y de gente grande.

La gente grande olvida que fueron niños, que tuvieron una rosa que amaron y dejaron en su planeta por miedo, para ser "felices".  Qué equivocados estamos. Ser niño es lo mejor que podemos tener, porque se ven las cosas, se pueden ver corderos dentro de cajas; cuando no puedas, teme, porque habéis envejecido. Cuando no puedas ver lo mejor en lo peor, ahí es donde muere todo. 

La segunda vez que pude leerlo, me encontré con la verdad del zorro, y la Rosa única. El amor es simplemente la razón de uno por el otro; preocuparte por él. Llorarlo. Amarlo en secreto. El tiempo que inviertes en algo, lo hace único entre todo. "El tiempo que inveriste en tu Rosa, la hace única entre todas." ¿No eres único para aquel que te hace ser lo que eres? 

En una estrella, en el planeta, ese pequeño asteroide, una sola compañía. 

Y como diría Antoine de Saint-Exupéry:

"Lo que hace hermoso a un desierto, es que hay un pozo oculto en algún lugar de él."

Espero que ésta metáfora de la vida te sirva para ver las cosas esenciales de esta oportunidad. Nunca dejes de ser un niño. No dejes que la serpiente de las cosas sin sentido te muerda. No dejes que tu Principito muera. 

F. J. Vazquez-2018

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