Capítulo 20

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CAPÍTULO 20

La mañana acontecía por la siempre soleada Kansas, era sábado así que todos los jóvenes estarían aprovechando el día al máximo, es decir, acostarse tarde y, sin lógica alguna que todos hemos hecho alguna vez, despertarse temprano para ver los dibujos.

Jon era uno de esos, iba con el pijama, despeinado y desayunando unos cereales con leche frente al televisor. Hoy tenía el día totalmente libre y la casa para él solo, lógicamente iba a aprovechar el momento y hacer lo que no le dejaban hacer que de momento sería hacer el vago.

Pero paró lo que estaba haciendo cuando escuchó el motor de un potente coche y un latir muy conocido por él, casi sin poder creérselo abrió la puerta y pudo ver a Damian acercándose a la entrada. El del pelo revuelto tenía los ojos abiertos; era muy raro verlo allí puesto que todos los fines de semana Damian los aprovechaba para ponerse al día con la universidad y por eso casi nunca se veían

– Hola – saludó todavía descolocado al ver al joven que llevaba un jersey verde oscuro remangado y vaqueros negros frente a él

– ¿Me vas a dejar entrar o no? – alzó una ceja

– Ah, sí claro – se espabiló – pasa por favor

– ¿Están tus padres? – miró alrededor extrañándose de que Lois no hubiera aparecido allí para saludarle

– No, mi madre está en Metropolis investigando una noticia y mi padre ha tenido que salir a no sé qué galaxia – explicó mirando al chico que no tenía buen aspecto – ¿estás bien?

Damian le miró, no pensó que se daría cuenta aunque algo se olería teniendo en cuenta de que había aparecido allí sin avisar pero necesitaba estar lejos de toda su familia puesto que al llegar a la batcueva Red Robin no tardó en informar de todo a Bruce que tampoco le gustó el método al que recurrió el joven Wayne, decir que su discusión duró horas era poco. Damian estaba cansado tanto psíquica como físicamente puesto que todavía no había dormido

– Sí ¿quieres dar una vuelta? – saltó sorprendiendo por segunda vez esa mañana al medio kriptoniano

– ¿A dónde?

– <Tt> ¿eso importa?

– No – negó con la cabeza sonriendo – voy a vestirme, si quieres desayunar algo sírvete, como si estuvieras en tu casa – dijo mientras subía las escaleras.

Damian se quedó solo. Fue al salón curioso puesto que escuchaba la televisión y vio el sofá donde supuso que Jon había estado sentado puesto que había una manta arrugada en una esquina del sofá y al frente de la mesita de café una caja de cereales abierta, un litro de leche y un cuenco a medio acabar. Se sentó allí y observó que en la televisión estaba puesto un programa de dibujos animados que no reconocía.

Esa escena le parecía tan normal, tan de niño, él nunca había tenido algo como eso, de pequeño solo recordaba que tenía que despertarse nada más salir el sol para entrenar, para él no había nada más y algo fuera de eso le resultaba extraño. Volvió a recordar las palabras de Tim y cerró los puños frustrado ¿nadie entendía que esa cosa debía morir? Era algo inestable e incompleto, no debía arriesgarse y aunque lo hubiera salvado ¿qué habrían hecho con él? ¿Cómo hubiera reaccionado alguien que despierta de su letargo y le explican toda la verdad? ¿Qué hubiera hecho si supiera que fue creado para ser solo como un arma? Él sabía de primera mano cómo se sentía y era mejor así que hacerle pasar por ese estado de sufrimiento y confusión

– Ya estoy – apareció Jon con una gran sonrisa con unos vaqueros azul claro, una sudadera violeta, las gafas negras de pasta gruesa y su inseparable gorra– casi se me olvida arreglar todo esto – empezó a arreglarlo todo antes de que su madre lo viera y le regañara – ¿dónde quieres ir? – preguntó a Damian que parecía que ni se había dado cuenta de su presencia y que tenía una expresión bastante sombría y seria – ¿Damian? – le llamó preocupado tocándole el hombro para que reaccionara – ¿de verdad que estás bien?

Tensión sexualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora