Capítulo 4

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CAPÍTULO 4

Ese mismo día por la tarde Jon acababa de terminar todos los deberes que le habían puesto hoy, si fuera un día normal en el momento que acabó habría salido a la velocidad de la luz a salvar el día con su padre pero...

– Mamá – la llamó desde su cuarto – ya he terminado ¿puedo...

– NO – negó desde la planta de abajo y el joven suspiró fastidiado, prefería enfrentarse a una orda de robots asesinos hechos con kriptonita que desobedecer a su madre de pronto escuchó unos latidos muy reconocibles para él y se sonrojó. Cuando tocaron la puerta se asomó por la ventana y vio un coche que tenía pinta de ser caro frente a la entrada, otra prueba más de que estaba aquí

– Hola Damian

Jon al escucharle salió de su cuarto y se asomó por las escaleras para ver al nombrado en su puerta el cual llevaba puesto un traje gris oscuro y una camisa negra con los primeros botones desabrochados.

– Buenas tardes señora Kent ¿puedo pasar?

– Si vienes por Jon a por ese tipo de actividades te tengo que decir que está castigado sin super-salidas

– Descuide señora, todavía es muy temprano para mi – desde luego, Jon sabía que si fuera por trabajo habría esperado hasta la noche para colarse por su ventana vestido de Robin – solo vengo a hablar con él – sonrió de manera encandiladora a la mujer

– Entonces adelante – le dejó entrar – desde Gotham hasta aquí hay un gran trayecto ¿quieres algo de beber?

– Estoy bien – dijo esta vez mirando a Jon que no se había movido de su sitio

– Ya podrías decirle hola a tu invitado – suspiró la madre ante el empanamiento del ojiazul – estás en tu casa Damian

– Gracias señora – subió por las escaleras y al fin Jon reaccionó siguiéndole a su cuarto como si él fuera el invitado.

Cuando cerraron la puerta y los dos se vieron solos Jon intentó levantar la mirada a pesar de que estaba sonrojado

– Ho-hola – intentó sonreírle queriendo parecer natural pero precisamente no era un buen actor

– Hola. Tenemos que hablar – se sentó en la única silla del cuarto.

El moreno se sentó en la cama y le miró avergonzado

– Yo también creo que tenemos que hablar – suspiró.

Damian cruzó las piernas, apoyó un codo en el escritorio y puso el puño en la barbilla pensando en cómo decirle a Jon que debían de olvidarse de todo como bien le había recomendado Alfred, tenía razón, era una locura y Damian siempre había considerado que cualquier lazo afectivo con alguien era una pérdida de tiempo y una posible amenaza.

Por otra parte Jon puso las manos entre los muslos y movió el pie nervioso. Llevaba todo el día pensando en lo que le dijo su madre y a lo mejor es que podía estar sintiendo algo por él, tampoco es que pudiera afirmarlo puesto que nunca se había enamorado.

Se miraron el uno al otro sin saber cómo empezar con lo que habían pensado cada uno.

– Creo que... – dijeron los dos a la vez y se callaron en el acto – lo siento – volvieron a decir a la vez

– Habla tú primero – pidió Jon

– He estado pensando sobre ese asunto y creo que...

No pudo continuar cuando vio esos ojos azul celeste mirarle atento y con inocencia, se lamentó en el acto porque ahora le iba a costar más

Tensión sexualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora