-¡Matar a mi hijo!

-¡Vuestro hijo ha secuestrado a mi hija!

Lord Rickard se arrepintió al instante de su osadía. Su voz aún resonaba en el Salón del Trono.

Ni siquiera le importó seguir de rodillas ante Aerys.

-No estoy dispuesto a soportar más insolencias de los Stark. ¡Guardias!, traed al joven Stark. Lo mataremos delante de su padre.

Lord Rickard miró atónito al rey.

-¡No, Alteza, por los dioses, tened piedad, solo es joven y quiere recuperar a su hermana, igual que yo quiero recuperar a mi hija...!

-Me trae sin cuidado lo que queráis, Lord Rickard. Vuestro hijo ha conspirado contra la vida de mi hijo, y será ajusticiado por ello.

-¡Entonces exijo un juicio por combate!

Aerys lo miró con sumo cuidado.

Mientras hablaban, los soldados del rey habían traído ante él a Brandon Stark, quien olía a excrementos y desaseo.

-¿Queréis un juicio por combate? -repitió el rey, con una sonrisa maliciosa. A Lord Rickard se le encogió el corazón, pero eso no le impidió seguir firme-. Pues escoged campeón, Lord Stark.

El señor de Invernalia miró a su heredero y, de nuevo, al rey de Poniente.

-Yo seré el campeón -declaró.

-¡No! -gritó Brandon. Varios Guardias lo detuvieron en su intento por llegar hasta su padre y lo volvieron a poner de rodillas.

-Muy bien -sonrió el rey-. Mi campeón será el fuego -anunció.

Murmullos se levantaron entre la corte presente, y muchos lo miraron sin comprenderlo. Sin embargo, el joven Lannister, que había dado la cara por Brandon, lo comprendió a la primera.

El rey planeaba quemar vivo a Lord Rickard Stark.

Ser Jaime rechinó los dientes. No estaba dispuesto a soportar aquello.

-¡Ya lo habéis oído! -gritó el rey-. ¡Encended un fuego aquí mismo y prended a Lord Rickard!, veremos si lográis vencer.

Más gritos por parte de Brandon, quien acabó boca abajo, después de una patada en el estómago.

Los Guardias cogieron a Lord Rickard y lo ataron a unos tablones mientras otros hacían un gran fuego en medio del Salón del Trono.

Cuando el fuego se hubo encendido, Lord Rickard pendió de los tablones y sintió el agobiante calor, el dolor de su piel y su larga barba ardiendo.

Pero Brandon aún seguía gritando por la vida de su padre, por lo que el rey le propuso algo;

-Os daré la oportunidad de salvaros, Brandon Stark.

A petición de su Majestad, los Guardias le ataron una cuerda alrededor del cuello y pusieron una espada fuera de su alcance.

-Si consigues coger la espada te proclamarás campeón, sino, tu padre morirá achicharrado como un pollo -la risa del rey era escalofriante.

Brandon tiró de la cuerda que lo sujetaba contra uno de los muros y entonces entendió la trampa del rey. Cuando más tiraba, más le ahogaba la cuerda.

Los gritos de Lord Rickard resonaron en todo el Salón del Trono y Brandon siguió intentando alcanzar la espada que jamás llegaría a empuñar.

Cerró los ojos mientras sentía la fuerza de la cuerda cerrarse sobre su cuello. Le faltaba el aire. Los pulmones le ardían, la garganta le raspaba. Le faltaba el aire.

Estaba apunto de morirse, y en aquella sala no había nadie que pudiera hablar por él y su padre.

Habían encarcelado a los vasallos, compañeros de Lord Rickard hacia Desembarco del Rey.

Nadie defendía a los Stark, que morían de forma tan espantosa.

Nadie hablaba por ellos. Nadie, excepto una persona.

-¡No podéis hacer esto! -gritó Ser Jaime Lannister mientras corría hacia el rey.

Varios Guardias Reales lo agarraron.

Por suerte para él, el rey estaba tan maravillado con su acción que no tenía oídos para otra cosa que no fueran los gritos de dolor de Lord Rickard Stark.

Un caballero de la Guardia Real agarró a Jaime por el cuello y lo puso de espaldas a la pared.

-¿¡Es que quieres que te maten!?

-¡No puede hacer eso, son personas inocentes!

-¡Por supuesto que puede hacerlo!, ¿es que eres ciego, además de imbécil?, él es el rey, y si quiere matar a alguien, lo mata sin ningún por qué.

-Juramos proteger al reino de cualquier mal.

-No, juramos proteger al rey, no al reino -le corrigió-. Lo que el rey haga con sus aldeanos y con su propia mujer no es asunto tuyo.

-Esto no es honorable.

-¿Es que es la primera vez que hacéis algo fuera de lo honrado, Ser Jaime, o debo recordaros por qué vuestra madre decidió separaros a vuestra hermana y a vos?

Jaime se mordió la lengua. Ni siquiera quería pensar en cómo se había enterado de que su hermana y él mantenían relaciones incestuosas, ni si alguien más lo sabía, tan solo podía pensar en la injusticia que se estaba cometiendo ante sus ojos y del que no podía hacer nada para evitarlo.

El primero en caer fue un enrojecido Brandon Stark.

Tenía las manos estiradas hacia su espada, que aún seguía en el suelo. La señal de la cuerda en su cuello y sus ojos bañados en sangre confesaban que su muerte no había sido muy placentera.

Varios minutos después, el señor de Invernalia se descompuso bajo el calor del fuego.

Ser Jaime pensó en la terrible angustia que debería ser sentir el calor bajo la pesada armadura.

No pudo soportar aquello.

-Matad a los vasallos de los Stark y llevadles los cuerpos al nuevo señor de Invernalia, Lord Eddard Stark. Que venga él también, si lo desea. Acabaré con la estirpe Stark como si fueran gusanos -zanjó el rey-. Y mandad cuervos a Bastión de Tormentas. Si Lord Robert Baratheon pone un pie en Desembarco del Rey, morirá igual que Lord Rickard.

"Os equivocáis, Alteza" pensó Ser Jaime Lannister, "Aquí el único que morirá seréis vos, de eso me encargaré en persona"

Enfadado, frustrado, asqueado, Ser Jaime abandonó el Salón del Trono hasta sus habitaciones.

El Príncipe que Fue Prometido.जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें