Los Siete Pecados Capitales

Cena dorada

Quería ir al comedor para estar puntual, pero Charlotte me recordó que apenas sé llegar al baño. Lo cual le pareció divertido porque no había recuperado mis sentidos. Digamos que estaba fuera de practica y apenas podía oler la comida. Se supone que pudiera oler las cosas con más normalidad ya que me había alimentado y descansado. Janet le echó la culpa a que seguía flaca y que necesitaba comer más. Janet, bueno, ella no parecía desnutrida ya. Tener la habilidad de sanar rápido era una ventaja para nosotros, pero si no comía, no iba a haber mucha diferencia.

-Chicas mejor adelántense, las alcanzo luego- les dije.

-Pero apenas sabes dónde está tu cuarto-dijo Charlotte preocupada.

-Quiero intentar llegar sola- alcé mis hombros-. Además, si no llego Janet me puede encontrar fácilmente.

-Tiene razón- dijo Janet-. Mejor vamos a dejar que trate de recuperar sus sentidos.

-No tardes- dijo Charlotte marchándose con Janet.

Esperé al menos tres minutos después de que Janet y Charlotte se fueran.

-Si hace minutos pude oler a Jake cuando estuvo conmigo en la habitación, entonces puedo hacer esto- me susurré a mí misma.

Luego de eso lo único que resonaba en mi mente era Jake y su olor. Lo cual instantáneamente me llevó hasta su puerta.

¿Qué estás haciendo? Se supone que vayas al comedor donde te van a servir comida y tú solo piensas en él. ¡Agh! ¡Tengo que hablar con él! No, mejor no. El caos que mi mente había formado se destruyó en cuestión de segundos porque él abrió la puerta.

-Pensé que irías con Janet y Charlotte al comedor- dijo sorprendido.

-Sí. Bueno, en realidad les pedí que se adelantaran- dije desviando la mirada-. Es que apenas puedo oler y necesito recuperar todos mis sentidos-dije avergonzada-. Ya sabes se supone que tengamos los sentidos más agudos y se me ha hecho bastante difícil.

- ¿No es más fácil si lo haces con el estómago lleno? - preguntó con un ligero tono de preocupación.

-Supongo que sí- alcé mis hombros-. Pero aun así lo voy a intentar. No tengo nada que perder-dije con determinación.

-Ya yo sé dónde está, pero me quedaré contigo por si tomas el camino equivocado.

- ¿Tan poca fe tienes? - alcé la ceja.

Jake rio y señaló el corredor.

- ¿Te das cuenta de que casi todos los pasillos aquí son iguales? Es un laberinto y sin tu olfato-tocó levemente mi nariz- no llegaras a ningún lado.

-Eso lo veremos- dije cruzando los brazos.

Ahora tenía una distracción y un lugar al cual llegar sin saber cómo hacer para que mi olfato funcione otra vez. Comencé a inhalar profundo, pero solo me llegaba el olor de Jake y por la simple razón de que estaba justo a mi lado. Exhalé rápido como si eso me fuera a ayudar. Poco a poco me iba llegando el olor de las chicas, pero al mismo tiempo mi piel se transformaba en escamas. En ese momento Jake puso su mano en mi hombro.

-Es trampa si te transformas- bromeo.

- ¡Estoy calentando! - me excusé.

Sabía perfectamente que eso que estaba haciendo, no estaba funcionando. Tenía que intentarlo más de tres veces si hacía falta. Esperé a que mi piel volviera a tomar su forma natural y lo volví a intentar. No funcionó, otra vez. Lo intenté por tercera vez y el olor era leve, pero lo sentía.

- ¡Lo tengo!

Caminé con más seguridad a través de los pasillos. Era realmente un laberinto, todo se parecía o más bien, todo era igual. Hasta que me ardieron los ojos y comencé a ver destellos. Parecía una especie de polvo dorado que flotaba. Me pareció muy extraño. Mire a Jake en busca de una respuesta. Creí que él podía verlo.

- ¿Pasó algo? - preguntó.

- ¿No lo ves? - pregunte con la esperanza de que pudiera ver lo mismo que yo.

-Lo único que puedo ver es la puerta y que lograste llegar- me miró extrañado.

El polvo pasaba por debajo de la puerta y desaparecía a medida que me acercaba. Jake abrió la puerta y el brillo se volvió tan intenso que cerré mis ojos. Para cuando los volví a abrir, el polvo dorado había desaparecido. Había una mesa rectangular en la cual ya todos estaban sentados, incluyendo Margaret.

-Tomen asiento- nos indicó Margaret.

Me senté al lado de Charlotte y a mi derecha quedaba Jake. Todo era demasiado elegante. Solo podía pensar que Margaret tenía mucha clase o que simplemente quería hacernos vestir bonito. Voto por la segunda opción. Dio comienzo la cena y el simple hecho de que hubiera tantos cubiertos me perturbaba. ¡Yo no tengo ni la menor idea de para qué hay tantos! No es como si fuéramos a matar al Padre con nuestra clase, elegancia y manera muy peculiar de usar cubiertos.

Charlotte me hizo señas con el primer platillo porque no sabía con cuál de los cubiertos se comía eso. Tuve que mirar a Jake la mayoría del tiempo porque él sí parecía saber cómo encajar en la situación. ¡Tuve que mirarlo hasta para el postre! Mis ganas de acabar con esa ridícula cena cada vez eran más grandes. Mientras que Margaret solo decía cosas triviales, yo estaba pensando en comer con un solo cubierto y salir de ahí.

Cuando acabó la cena Margaret nos pidió que nos moviéramos a la próxima puerta, lo cual me pareció difícil. Esa casa era un laberinto y justo cuando salimos, vimos siete puertas distintas. Era obvio que no estaban ahí cuando entré al comedor.

-Cada uno escogerá una puerta. Una vez adentro tomarán una decisión. Buena suerte- concluyó Margaret.

Las puertas tenían grabadas nuestras bestias: un fénix, sombras, un kumiho, el cancerbero, una quimera, un grifo y por último un dragón. Claramente había una puerta específica para cada uno y nos apresuramos a hacerlo. Cuando tomé la perilla de mi puerta y pude ver pequeñas letras.

"La ira del dragón despertará, si realmente despierta su otra bestia interior".

Debo decir que no entendí lo que leí porque no estoy hecha para acertijos y luego de la cena en la que tenía que preocuparme por cubiertos, no, realmente no estaba de humor para esto. Aunque nunca estoy de humor para nada, debo admitir.

Abrí la puerta y la persona que esperaba adentro me dejó mas que sorprendida. Era lo más inesperado del mundo. No era nada mas ni nada menos que mi padre, Marcos.