Reunión de pecadores

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  Hemos estado caminando por mucho tiempo, pero todavía no llegamos. Jake y yo no hablamos mucho en la caminata. Tanto caminar me cansó. Me quede detrás de Jake, mi paso era más lento, más pesado. Pude apreciar su espalda ancha y firme. Sentí deseos de que me cargara. Desde que salí del taxi ando corriendo como loca por mi vida y el está sin un rasguño y aparte no está cansado. ¡Cárgame!

  De momento los pasos de Jake se volvieron más lentos hasta detenerse. No supe porqué se detuvo hasta que me asomé y vi el porqué. Habíamos llegado. Encontramos la cabaña.

-¡Al fin!-exclamé. Me adelanté y observé detalladamente la cabaña. El hecho de haber llegado me llenó de felicidad. Habíamos logrado solo una pequeña parte de nuestra travesía, pero lo habíamos hecho. Voltee al notar que Jake no había dado ni un solo paso desde que vio la cabaña.

-¿Vienes?

-Claro. ¿Cómo podría dejar a alguien como tú sola en una cabaña llena de desconocidos?-dijo con el labio curvado.

-Ja.Ja. Muy gracioso. Posiblemente corra más peligro contigo que con ellos.

-¿Quien sabe? Pero las probabilidades de que sea cierto son muchas.

-Si hubieras querido matarme ya lo hubieras hecho.

-Eso es cierto, pero no puedo deshacerme de mis piezas antes de jugar ajedrez.

¿Qué fue lo que quiso decir exactamente?

-¿Pretendes usarme?-cuestioné molesta.

-No, para nada.

Lo inspeccioné con furia y me abstuve a matarlo. Después de todo me salvó. Voltee la mirada hacia la cabaña y comencé a acercarme más a ésta.

Cuando llegue a la entrada toqué la puerta dos veces. No pasaron ni diez segundos y una chica de piel morena me recibió con un abrazo.

-¡Que bueno que llegaron! Estaba ansiosa por ver quienes eran los últimos pecados en llegar-dijo mientras me soltaba-. Tu debes ser ira-dice dirigiéndose a Jake.

-En realidad soy lujuria-dice Jake.

-Lo siento. No fue mi intención. No se queden ahí parados. Pasen.

Entramos a la cabaña y el espacio era enorme. No había mucha decoración. Al parecer llevaba mucho tiempo sin habitarse. Miré de reojo a Jake, no se le veía nada contento de haber llegado. Por un segundo pude sentir su inseguridad como un huracán.

-Deben estar cansados. Les llevaré a sus habitaciones. Pero antes deberán decidir quién se irá a dormir en el sofá. Ya que solo hay una habitación disponible-dijo la chica que nos había dado la bienvenida.

-¿No se supone que hayan siete?-pregunté.

-Solo hay seis. Orgullo y avaricia quisieron una propia y como era injusto todos optaron por tomar la suya propia. No se llegó a un acuerdo ya que faltaban ustedes. La única opción sería que uno de los dos duerma en el sofá de la habitación o el de la sala. Bueno ustedes decidirán quien se queda con la cama.

La chica nos guió hacia las escaleras y cuando subimos pudimos apreciar siete puertas y la séptima era el famoso baño. Cuando entramos a la habitación nos percatamos que era para dos. Tenia una cama gigantesca con dos mesas de noche, un pequeño sofá y su baño propio.

-Consideré conveniente pelear para que esta fuera la habitación en la que estarían los últimos dos pecados. Es grande y tiene su propio baño. Pensé que serían dos personas del mismo sexo y no me preocupé, pero pueden decidir entre ustedes y luego me avisan si ocurre cualquier cambio de parecer. Ah, por cierto, soy envidia y es un placer. Si se les ofrece algo me lo pueden comunicar. Estaré en la cocina.

Con eso envidia se marchó dejándome a mi y a Jake en la misma habitación.

-Dormiré en el sofá-dijo Jake mientras desempacaba su equipaje.

Comencé a buscar ropa en mi maleta para darme un baño. ¿Desempacar? ¿Qué es eso?

-Voy a darme un baño-anuncié. Éste apenas me miró y continuó con lo que hacia.

Cuando abrí la ducha me deleite con el agua. Su frescura me envolvió. La suciedad y la sangre ya no existían en mi cuerpo. Mi piel quedó como nueva y mi cabello quedó radiante. Me puse una camisa manga larga que me quedaba bastante grande, lo suficiente como para que llegara arriba de mis rodillas y salí del baño. Jake estaba recostado en la cama y me miró.

-Nap Queen, ¿es enserio? Pensé que ibas a bajar a conocer los otros pecados.

Ugh. Los olvidé por completo. Qué. Cualquiera hubiera pensado en dormir unas doce horas.

-Luego me cambio entonces. Ahora tú ve al baño y lávate.

-Pensé que querrías bañarte por segunda vez-dice con una sonrisa pícara.

-No. Gracias por tu generosidad, pero no necesito otro baño y menos contigo-repuse.

-Que triste. Tu te lo pierdes-susurró en mi oído y se marchó directo al baño.

Maldito diabólico zorro seductor.

  Busqué en mi maleta algo mas decente para bajar, pero no me decidía por nada. Luego de pensarlo por varias veces, opté por ponerme un vestido negro sencillo sin mangas. Me llegaba justo arriba de las rodillas y era perfecto, más arriba de eso no. Al rato, Jake salio del baño con unos jeans y una camiseta de... Esperen. No lleva camiseta.

-¿Qué haces maldito pervertido? Ve y ponte algo-le grité tapando mis ojos mientras me aferraba mas a la cama.

-Estoy vestido-dijo con normalidad.

-¡Eso es estar semi-desnudo! Ahorita mismo vuelve y ponte algo.

-Dios, pero que escandalosa eres. Que no tenga puesta la camiseta no quiere decir que estoy semi-desnudo.

-¡Claro que sí!-exclamé mirando de reojo. Éste suspiro y se acercó más a mí. Me quito las manos de la cara y me confrontó.

-¿Quieres mirar? Es totalmente gratis... Por ahora. Luego te costará, así que si quieres mirar hazlo ahora que puedes-dijo con una sonrisa extremadamente sexy.

Oh Dios, estoy cayendo en la tentación. ¡Líbrame del mal! ¡Sí, ese que va a dormir en la misma habitación que yo!

  Voltee hacia otra dirección para evitar mirar su hermoso cuerpo. ¿Qué estoy diciendo? Ok. Hay que admitirlo. Está requeté bueno. Y su cuerpo no es hermoso, es sexy y esta más duro que un tanque blindado, ¿ok?

  Solo le observé de reojo para ver sus movimientos. Una vez me dio la espalda le observé. Agh. No lo mires. Concéntrate. ¿Cuál es la masa molar de oxígeno? Porque necesitaré mucho de ello.

-Oye, ¿te percataste de que ninguno de ellos ha dado su nombre real?

-Ahora que lo dices, sí. Envidia no se presentó con su verdadero nombre, sino con el de su pecado. Cuando se refirió a los otros tampoco mencionó nombres.

-Solo no digas mi nombre ni el tuyo hasta que ellos nos confirmen quienes son.

-Sería lo mas razonable.

-Bueno, ¿bajamos princesa?-propuso abriendo la puerta para mí.

-Sí.

Los Siete Pecados CapitalesDove le storie prendono vita. Scoprilo ora