Capítulo 24

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Hank ha ido a una reunión con sus superiores y Joy está en clases así que tengo la casa para mí sola. A pesar de llevar ya un par de días aquí, me sigo sintiendo una invitada, incluso aunque Hank me haya recordado en más de una ocasión en que este es mi lugar ahora. Así que me dedico a recorrerla por entero, intentando familiarizarme con cada rincón. Puede que de esa forma me acostumbre a ella y me sienta más cómoda.

La zona inferior es la que mejor conozco, por lo que decido empezar por la superior. La habitación de Joy está perfectamente ordenada, algo poco común en los pre-adolescentes. Yo a su edad era un desastre y siempre acababa usando mi telequinesis para arreglarlo todo con rapidez cuando mi madre se enfadaba por el revoltijo que era mi cuarto. Pero Joy tiene cada cosa en su sitio y no hay una sola mota de polvo. Ya lo había notado cuando me dejó elegir entre sus vestidos, pero creí que yo había sido el motivo de tanto orden. Al parecer es su costumbre. Una buena costumbre, he de decir.

Al fondo, junto al escritorio, hay un panel repleto de fotografías y me acerco a verlas. No reconozco a la mujer que posa con Joy en una gran mayoría de ellas, pero por su parecido, imagino que es su madre. Cabello dorado, ojos claros y muy bella, aunque hay algo en su mirada que me hace pensar que no era una mujer feliz a pesar de que sonríe siempre a la cámara. Su mirada evoca melancolía.

Hank aparece también en muchas fotos, pero nunca los tres en la misma, lo que me hace pensar que no estaban juntos antes de que ella muriese por el cáncer. Estudio cada foto y llego a la conclusión de que su sonrisa sí se ve sincera y que se nota en cada instantánea ese brillo de orgullo que tiene cada vez que mira a su hija. Está claro que Joy es muy importante para él. Quizá lo más importante de su vida, aunque su trabajo sea por ahora una de sus mayores prioridades. No ha de ser nada fácil compaginarlo todo cuando eres un seal en activo. Me pregunto si eso fue lo que falló en el matrimonio de Hank. Si es que su matrimonio falló. Pero aunque siento curiosidad, no voy a preguntar. El pasado mejor que se quede donde está.

Al fondo del pasillo encuentro un despacho, tan ordenado como el resto de la casa. Se nota la disciplina militar. Me siento un poco intrusa curioseando en las cosas de Hank, pero no puedo evitarlo. Me sorprendo al descubrir que le han dado varias medallas de honor y que ha hecho muchos cursos de capacitación. También tiene algunas fotos con sus compañeros. Reconozco a todos los del equipo actual, pero hay muchos otros. Mirar esas fotos es como conocer un poco más el lado profesional de Hank. Y cuanto más veo, más curiosidad siento. Me descubro a mí misma deseando saberlo todo sobre él y esperando que si le pregunto, no tenga problema en contestarme. La base de una relación es la confianza. Si eso falla, falla todo lo demás.

Sobre su escritorio encuentro un dossier que lleva el nombre de Solomon y decido echarle un vistazo. Tal vez debería preguntarle primero a Hank, pero no puedo esperar a que regrese. Mi necesidad de saber si hay algo de mis padres ahí es más fuerte que mi miedo a que se moleste por leerlo sin permiso. Me siento en la silla detrás de la mesa y abro la carpeta con manos temblorosas. Solomon dijo algunas cosas de mis padres que no me gustaron y necesito averiguar que no son ciertas.

Paso por encima lo que no me interesa y solo me detengo en cuanto capto el nombre de mi padre. Hay un par de fotos suyas donde apenas lo reconozco, de lo joven que está. También está mi madre y mis ojos se empañan. Los echo tanto de menos. Inspiro profundamente y empiezo a leer. Cada palabra es peor que la otra y siento como si fuesen puñales clavados directamente en mi corazón. Las cosas que el informe dice sobre ellos resultan tan dolorosas de leer que las lágrimas terminan por salir.

-Neve - alzo la mirada y veo la de Hank sobre mí. Hay preocupación en ella.

-Estos no son mis padres - sollozo -. Ellos eran buenos. Jamás harían lo que aquí dicen.

Neve (Saga SEAL 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora