Sorprendido por el cariz tan profundo que habían tomado sus pensamientos, Alexander esbozó una sonrisa sardónica y se inclinó hacia atrás, para dejar que el sol de la mañana terminara de derretirle el corazón. De inmediato, los primeros acordes de <<Dark dawn>> comenzaron a sonar en su bolsillo y le recordaron que en la época en la que le había tocado vivir los hombres de negocios jamás estaban completamente solos. Al menos, no cuando portaban un par de teléfonos móviles encima.

—¿Alexander? ¿Estás ahí?

La voz de Claudio sonó lejana y temerosa al otro lado, hecho que solo podía vaticinar algún problema simple, pero de solución complicada.

El mediano de los herederos Blake soltó un resoplido antes de contestar.

—¿Qué le ocurre hoy a mi asistente favorito? ¿Otra estrella de la canción exige flores de kadupul en su bandeja del desayuno? —se burló.

Claudio carraspeó antes de sacarle de dudas; una mala señal, sin duda.

—Verás, Alex: se trata de Martín Munt. ¿Recuerdas que hace unos meses me pediste que siguiera su rastro desde un apartahotel en Roma? Me dijiste que sospechabas que el doctor estaba utilizando diferentes identidades falsas para moverse libremente sin posibilidad de ser localizado... Pues bien, tenías razón: ha estado usando hasta diez nombres diferentes en los últimos trece años. Me lo acaba de confirmar tu amigo Mohamed.

Alexander sintió como el estómago le daba un vuelco.

—¿Habéis averiguado algo más? —inquirió.

—Un viejo compañero de carrera me dijo que, tras el incendio en las montañas, los nuevos dueños de TSC denunciaron a Munt en numerosas ocasiones: por faltar a diversas cláusulas de su contrato, por mala praxis, por plagio... El asunto acabó con las cuentas bancarias del doctor congeladas, con su reputación por los suelos y con varias visitas de urgencia a hospitales.

—¿Hospitales? ¿Qué tiene eso que ver con...? —Alexander se detuvo para dejar que fuera Claudio el que confirmara sus repentinas sospechas.

—Le quieren muerto: ha sobrevivido a un incendio en una habitación de hotel, a dos accidentes de tráfico, a uno de avioneta, a una rara infección vírica y a un robo con violencia desde que le viste por última vez— resumió el asistente—. Falta saber si goza de la mejor suerte del mundo o si han decidido dejarle con vida porque esperan obtener algo de él.

—No sé qué interés podrían tener—mintió Alexander. <<Los naga>>, pensó.

—Sea como sea, creo que nos apresuramos al juzgarle. ¿Y si nunca traicionó a tu familia? Es muy posible que alejándose de vosotros solo intentara mantenerse a salvo. Incluso puede que ahora también se haya alejado de su hija para protegerla.

<<Si no la hubiera secuestrado, ella no estaría en problemas>>, pensó el griego.

Tras cortar la comunicación, tuvo la intuición de que aquel no sería un buen día para él. Las nuevas noticias habían alterado su estado de ánimo, hasta el punto de transformar su optimismo en pesar, y le habían hecho detestar al pobre Claudio por su eficacia. Y eso, que su ayudante solo había confirmado lo que ya le había advertido su abuela Sofía en anteriores ocasiones: que se equivocaba al juzgar a Munt. De todos modos, aunque su error podía haberle alejado un poco de los verdaderos culpables de la muerte de su padre, nada cambiaba el hecho de que el tipo era culpable de haber secuestrado a Olympia. Ese desgraciado no tenía ninguna excusa para alejarla de su verdadera familia y condenarla a una vida tan solitaria y llena de carencias.

Alexander sintió una punzada de culpabilidad. Negó con la cabeza, como si con ello pudiese borrar los remordimientos. Aspiró hondo; por alguna razón el aire no lograba llenar sus pulmones del todo. <<Ni necesitas a Munt para que te confirme nada, ni sabes dónde está. ¿Qué harás ahora con Olympia?>>, se preguntó, cubriéndose el rostro con las palmas de las manos. Su pobre amiga de la infancia solo había obtenido sufrimiento del destino y él iba a contribuir a esa maldición enredándola con sus mentiras. Incluso cabía la posibilidad de que hubiese puesto su vida en peligro, pues, tras haber sido testigo del intento de asesinato sufrido por Vinay Shuary, podría estar en el punto de mira de TSC. Y si él lo estaba, ella también lo estaría.

RASSEN IWhere stories live. Discover now