12 | ¿Por qué? (2/2)

476 54 1
                                    

Capítulo Doce, parte dos (sería la segunda parte del once)

— Que ni se te ocurra acercarte otra vez a mi Gabriel Bolton —grito girándome— No me toques, no me mires, no me hables y por si no lo entiendes aún solo... solo... ¡Solo vete al infierno!

2 horas antes

— ¿Qué?

— Que nos larguemos de esta fiesta.

— Gabriel, no solo podemos irnos así nada más —suelto con tono obvio, mirando su mano todavía extendida hacia mí.

— ¿Por qué no? —cuestiona enarcando una ceja.

Me levanto limpiando la parte trasera de mi vestido—Por qué no.

— Esa no es una respuesta, Harrison, y no acepto un no como respuesta.

— ¿A qué te refieres con es...

No termino de formular la pregunta cuando me encontraba de cabezas, en el hombro de Gabriel.

— ¡Bájame! ¡Gabriel!

— Vamos a dar un paseo, problemita mío —ironiza y yo sigo golpeando su espalda.

Ahora que me doy cuenta, su culo está muy cerca de mi cara. Y debo admitir que se ve mejor de este ángulo. Tal vez si lo toco no se de cuenta...

— ¿Me estas mirando el culo? —ríe una vez que estamos afuera

— ¡No!

Mi contestación rápida no lo convence— Si, lo estás haciendo.

— ¡Que no lo hago!

Me baja repentinamente y debe sostenerme pues me tambaleo. Una vez que mi visión no esta tan borrosa me separo de él, propinándole un golpe sin fuerzas en el pecho.

— No te estaba observando ahí abajo —señalo con mi dedo, caminando a su lado cuando comienza su recorrido hacia su auto. Creo.

— No me quejo —sonrió ligeramente— Yo también tenía una buena vista.

Abro mi boca ante su atrevimiento, no pensé que iba a vivir para ver la parte coqueta de Gabriel Bolton. Y menos pensaba que se iba a dirigir hacia mí. No respondo a su comentario y como supuse, su llamativo auto rojo se encontraba estacionado una calle adelante. Algo extraño para mi es que abre mi puerta y me hace una señal con la cabeza. Me coloco en el asiento de copiloto y él sube en el de piloto.

— Que comience lo que será una larga noche —enciende el auto y nos saca de ese lugar.

Las casas y arboles pasaban por la ventanilla a medida que nos movíamos. Apoyo mi cabeza en el respaldo y cierro mis ojos, sintiendo como el efecto del alcohol se va lentamente de mi sistema. No sabía a dónde íbamos. Quería creer que Gabriel si lo hacía. Cuando vuelvo a abrir mis ojos fue porque el motor se detuvo, estábamos frente al parque central de Nashville. Me giro hacia el que, por esta noche, se estaba convirtiendo en una especie de salvación.

— ¿Qué hacemos aquí? —pregunto con la voz levemente rasposa, me mira de reojo mientras desabrocha su cinturón y el mío. Encoje sus hombros con una misteriosa sonrisa de labios cerrados.

— Averígualo por ti misma.

Al bajar del auto me abrazo a mi misma cuando una ráfaga de viento me hace temblar. Olvidaba que en esta parte de la ciudad ya comenzaba a sentirse más el frío. El otoño se terminaba y el invierno nos invadía. Es por eso que de los arboles colgaban copos de nieve y algunos estaban pintados de un color blanco. Definitivamente mi estación favorita del año era el invierno. Mi cuerpo se sobresalta cuando Gabriel entrelaza sus dedos con los míos, pero luego dejo de estar tensa cuando comenzamos a caminar entre algunas personas que caminaban por los senderos que le daban forma al gran parque.

Enamórame, Gabe  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora