9 | Disfraces, Enamoramientos y Pepinos

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Capitulo Nueve

La guerra había comenzado

Y nunca mejor dicho, estaba lista para atacar. El viernes fui a la escuela y para mi sorpresa y suerte, Gabriel no lo hizo. Así que tuve mi momento para estar con Billy y juntarme con algunos "problemáticos" del Instituto.

Me dieron ideas audaces, algo malévolas, y otras más tranquilas pero ninguna cumplía con las expectativas de mis bromas. No tenía intención de volver con la policía hasta dentro de un mes o más. Ese mismo viernes a la tarde me enteré que íbamos a tener un fin de semana familiar. Exacto, la familia Harrison entera. Mis abuelos, tíos, primos y hasta primos segundos en un solo lugar. Estaba emocionada de volver a verlos pues definitivamente no era algo que sucediera muy a menudo. En otras noticias yo, Alissa Harrison, iba a juntarme con Gabriel esta noche en su casa. ¡Ja! Luego de la broma en su cuarto sus padres aun no me ponen una orden de alejamiento y eso era un milagro. No era de mi gusto estar en un lugar cerrado con Bolton, él debía tener cuidado si me hacia enojar y yo tenía algo filoso a mano. Todos saben que no nos llevamos lo que se puede decir bien, hasta los directivos del Instituto. ¿Por qué razón, en ese caso, la profesora de matemática nos asigno un trabajo juntos? ¿Es que le gustan los funerales? Porque les aseguro que irá al de Gabriel en el caso que se pase de estúpido. Cosa que veo muy fácil.

Me pongo unos jeans algo rotos junto a un buzo holgado, me coloco mis zapatillas y meto los libros de matemática en la mochila. En casa no habían muchas personas, solo estaba Ashton escribiendo una reseña de un libro para su página web. Austin practicaba con su banda en el sótano de Jackson a pesar de que su presentación de mañana en la noche fuera cancelada. Mejor no pregunten acerca de Acacia porque no se donde se encuentra.

Esta muy rara desde lo ocurrido en la comisaria, salía la mayoría de las tardes y no volvía hasta la madrugada. De todas formas no iba a preguntar a menos que quiera terminar con un cigarro en mi garganta. Me fui de tema. Salgo de mi casa y subo al taxi que había llamado minutos antes. Llegamos alrededor de media hora y luego de pagar, me bajo. Veo como el taxi se aleja.

Y ahí va mi mesada

Bien Alissa, tu puedes

Me giro hacia la enorme casa, solo con sus dos pisos ya era algo intimidante de ver. Al llegar hasta la puerta empieza el debate mental, ¿entrar o no entrar? ¿Tocó la puerta o el timbre? ¿Me escondo en los arbustos para que no me vea? ¿Le digo que me agarraron cólicos y no pude venir? Pero todos mis intentos de escape se van al desagüe cuando la puerta es abierta frente a mi y Gabriel con solo unos pantalones holgados me recibe.

¡Código rojo, código rojo!

¿Es que no sabe lo que es una remera? Es esa prenda que las personas normales utilizamos en la parte posterior de nuestro cuerpo, te la presento.

— Pasa — me hace una seña con su cabeza mientras se aleja, dejando la puerta para que entre. Doy un paso al frente y luego otro. De acuerdo, entre al infierno.

— ¿Gabriel? — ¿no les cansa usar todo el tiempo el nombre completo de una persona? Porque a mi sí y me rehusó a decirle Gabe. Rayos.

— ¡Aquí!

Sigo su voz y lo encuentro tirado en un sofá con hojas y problemas matemáticos esparcidos en la mesita de café delante de él. Me quedo un poco atontada por la decoración de la sala, era tradicional y fino a la vez que agradable y hogareño. Pero... Gabriel sigue sin camisa.

— ¿Podrías ponerte algo encima? — cuestiono tomando asiento a su lado y sacando mis cuadernos.

— ¿Te incomodo?

Enamórame, Gabe  #1Where stories live. Discover now