Cuerpo Encadenado, Mente Libre

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—¿Alacena debajo de la escalera?... —dijo Minerva con suavidad para luego abrir los ojos con horror —. ¡Los muggles no viven en alacenas! —exclamó horrorizada y con los ojos bien abiertos ante el solo pensamiento de vivir como lo hacían los elfos domésticos de los muy bien conocidos sangrepuras.

En un rápido movimiento guardó su tintero, su vieja pluma y salió de su oficina con dirección a la oficina del Director de la institución.

El Profesor Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, un hombre mayor, alto, de serena y cálida mirada, con una cara enmarcada en una tupida, larga y blanca barba, con un pelo largo y del mismo color; vestido siempre de forma extravagante y con colores que resaltaban siempre a donde iba. Estaba sentado detrás de su escritorio comiendo alegremente un caramelo de limón, hasta que escucho el tocar de su puerta.

—Adelante. —mencionó desviando su concentración a quien entraba en ese momento a su oficina.

—Albus, hay un problema, ¿Qué significa esto? —preguntó Minerva entrando de forma apresurada y mostrándole la carta al director —, el Señor Potter este viviendo en una alacena. —comentó con cara molesta mientras miraba a su antiguo amigo a los ojos.

—Querida... seguramente tiene que ser algún tipo de error. —dijo Albus tranquilamente mientras miraba la carta.

—Albus, ambos sabemos que es imposible que se equivoque el Sistema de Localización de Alumnos para las cartas de los estudiantes, no tiene error. —respondió Minerva esta vez con algo de irritación, como si el Director le estuvieran tomando el pelo.

—Minerva las protecciones esta activas y en perfecto estado —replicó Albus —, es imposible que Harry tenga, o haya tenido, algún problema.

—Albus, ¿En estos últimos 6 años fuiste a revisar el estado de Potter? —preguntó la Profesora McGonagall con una mirada inquisitiva e irritada.

—No, mientras las protecciones estuvieran activas no tenía nada porque preocuparme. —respondió el Director tranquilamente.

Un silencio sepulcral se formó en la oficina, el semblante sereno pero irritado de Minerva cayó y la ira floreció.

—¡¿Cómo que no fuiste a revisar su estado?!, ¡¿Esta es la forma en la que honras la memoria de James y Lily?!, ¡No puedo creerlo, Albus! —dijo tocándose la frente con las manos —, tenía que haber seguido vigilándolo como cuando era un bebe, ¡Pero no!, tuve que hacerte caso.

—Pero Minerva, no puede estar mal, son su única familia. —se escudó el viejo mago.

—Pero nada, Albus, mañana a primera hora voy a ir a ver como esta, le voy a entregar personalmente su carta de Hogwarts y lo voy a acompañar a comprar sus útiles. Dame la llave de su bóveda. —dijo de forma imperativa.

—Pero Minerva... mañana es 31 de julio, tal vez interrumpirías su fiesta de cumpleaños. Creo que deberías enviar la carta por lechuza como siempre...

—Albus, no estoy negociando. —respondió Minerva entrecerrando los ojos y enviándole una mierda seria y firme al Director.

—Está bien... —dijo Albus suspirando de forma derrotada.

Albus buscó en el escritorio y le entregó la llave. La enojada mujer la tomó y se fue de la oficina comenzando a trazar planes sobre lo que iba a hacer mañana.

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Minerva estaba con su usual túnica verde esmeralda y sombrero de punta. Dando un suspiro largo y nervioso tocó a la puerta del Número 4 de Privet Drive.

Obsoleto - El Orden Natural De Las Cosas - Obsoletoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن